Me Odio Por Amarte

La visita a los viñedos ha dejado más que convencido a Aiden de que debe asociarse con Federico Sánchez.

Esa sociedad les traerá múltiples beneficios a ambos, ya que podrán comenzar a distribuir sus productos en ambos países.

Hoy Ximena los ha invitado a dar una vuelta por el pueblo que es por demás pintoresco. Federico ha decidido quedarse y dejarlos divertirse como jóvenes que son.

Se detienen en un restaurante en donde beben y prueban platillos típicos de la zona.

- ¿Qué opinan del lugar?

- En general todo lo que hemos visto me complace- responde Aiden.

- Coincido, es un lugar muy bonito, en especial los viñedos de tu familia y la casa.

- Mi padre está orgullos de su legado y obvio, también yo.

- Debió de ser difícil crecer sin tu madre- menciona Aiden dejando el tema laboral a un lado.

- Lo fue, me costó trabajo asimilar su ausencia.

- ¿Tu padre no se volvió a casar?- pregunta Oliver.

- No, he insistido en que necesita una compañera, pero él dice que mi madre fue el amor de su vida y nadie puede ocupar su lugar.

- Mis padres se adoran, no me imagino a uno viviendo sin el otro.

- ¿Tienes hermanos?

- Sí, tres. Somos dos pares de mellizos.

- Wow, a mí me habría encantado tener mínimo un hermano o hermana.

- No sabes lo que dices, pueden ser una pesadilla- bromea Aiden.

La conversación continua en torno a la familia de los tres presentes. Una linda chica se acerca a saludar a Ximena.

- Amiga, no esperaba verte aquí.

Ambas mujeres se saludan con un par de besos en la mejilla. Ximena hace las presentaciones de rigor.

- Un gusto, Montserrat. ¿Gustas acompañarnos?- ofrece Aiden caballerosamente.

- Gracias, pero no quiero ser inoportuna.

- Para nada, amiga. Quédate- pide Ximena uniendo sus manos en son de súplica.

- Ok, me quedo.

Oliver y la recién llegada no tardan en congeniar. Pronto ambas parejas conversan amenamente. El anochecer los sorprende entre risas y conversaciones triviales.

- Es tarde, deberíamos volver antes de que mi padre se preocupe.

- Tienes razón, se nos fue el tiempo volando.

Es Oliver el encargado de pagar la cuenta y los cuatro se dirigen a la salida. Mientras caminan siguen conversando, de pronto una voz familiar provoca que Aiden gire su cabeza de un lado a otro buscando de donde proviene.

- ¿Todo bien?- pregunta Ximena.

- Sí, no es nada. Vamos.

Convencido de que su mente le jugó una mala pasada camina hasta salir del establecimiento. Sin embargo, esa voz se niega a abandonar su cabeza.

Busca una vez más en los alrededores sin éxito y se convence de que solo se trata de su imaginación.

De regreso en la mansión de los Sánchez y después de saludar y conversar unos instantes con Federico se despiden y se dirigen a sus habitaciones.

Tirado en la cama, Aiden no deja de pensar en Sophie, casi puede asegurar que fue su voz la que escuchó en ese restaurante. Se siente tentado a llamar al investigador y darle esa posible pista.

Analiza fríamente las circunstancias y decide hacer caso omiso. No tiene caso seguir aferrado a un imposible.

Pasada la media noche el cansancio lo vence y se queda profundamente dormido.

El tacto de unas suaves manos acariciando su rostro lo hace despertar. Abre los ojos y ella está ahí a su lado. Parpadea una y otra vez aclarando su vista y no le queda duda, es ella y lo observa con esa ternura tan característica.

Sin más toma su rostro con ambas manos y la atrae hacia él, besando con vehemencia sus labios. En un movimiento repentino la gira quedando encima de ella.

No es momento para preguntas, desea sentirla rendida ante sus besos y sus caricias. Quiere que se entregue a él como lo hacía en el pasado.

Cierra los ojos y en un par de segundos la imagen de Sophie se evapora. Despierta sobresaltado, bañado en sudor.

Pasa sus manos por su cabello, se deja caer sobre las almohadas y lanza una maldición al aire.

No concibe que después de tantos años no logre sacarla de su mente. Esa mujer no merece el amor que a pesar de su abandono siente por ella.

Alterado, decide tomar una ducha. Quizá eso lo ayude a conciliar el sueño nuevamente.

Una hora después sigue dando vueltas en la cama, se siente sediento y opta por bajar en busca de un vaso con agua.

Dando por hecho que todos duermen no se toma la molestia de vestirse y camina en bóxer hasta la cocina. Justo antes de llegar escucha ruido y se detiene, no le gustaría toparse con el dueño de la casa estando prácticamente sin ropa.

El ruido cesa y supone que algo afuera de la casa lo provocó. Continúa caminando, la tenue luz de la luna que se filtra por las ventanas es lo único que le permite ver en medio de la oscuridad.

Al cruzar el umbral de la cocina se encuentra de frente con Ximena, quien pega un salto asustada y cubre su boca para acallar un grito que despertaría a todos.

Como puede intenta cubrirse sin dejar caer el vaso que lleva entre sus manos. En su mente se reprende por no haberse tomado el tiempo de colocarse una bata encima.

- Lo siento, no era mi intención asustarte- dice Aiden en voz muy baja- No pensé que alguien más estaría despierto.

Contrario a ella, él no intenta cubrirse y con descaro observa el cuerpo femenino apenas cubierto por un ligero camisón blanco.

- Tampoco lo pensé- dice ella avergonzada- Descansa- dice intentando disimular sus emociones.

Él la observa alejarse apresurada.