Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 4
Llegaron rápidamente al departamento de Frederick, el hombre corrió hasta la habitación con Elizabeth en sus brazos, quien aún se encontraba desmayada, la acostó en la cama y luego la cubrió con las sabanas, parecía dormida, pero no de forma placida, su cuerpo temblaba y estaba caliente, además sus expresiones mostraban dolor.
- Señor, ¿necesita que o ayude en algo más? – le pregunta uno de sus hombres que se encontraba parado en la puerta.
- Llama al doctor – le dice mientras observa a la mujer y toma su mano – dile que lo mandare a buscar, lo necesito lo más pronto posible.
- Sí señor, de enseguida- el hombre sale a realizar la llamada.
Era extraño que Elizabeth fuera tomada como producto en la subasta, era cierto que la mujer es muy hermosa y su pureza la vuelve un productor de mayor valor, pero él sabía cómo operaban en ese negocio, en su mayoría las personas que eran vendidas se encontraban allí por saldar alguna deuda, lo que significa que alguien cercano a ella debió venderla para salvar su pellejo, pero ¿Quién?, era algo que e se encargaría de averiguar y hacer que pague por esto.
- Quema – dice Elizabeth en voz baja – mi cuerpo quema
- Tranquila, el doctor ya viene en camino – le dice con voz suave, se encontraba a su lado sentado en la cama – aguanta un poco – acaricia su mejilla
- Agua – dice abriendo sus ojos – quiero agua – su vos era afónica
- Claro, ya te la traigo – dice mientras le sonríe – vuelvo en un momento – se levanta de la cama
- ¡No! – Elizabeth se levanta rápidamente y hala del traje al hombre – no me dejes sola – comienza a llorar – tengo miedo, no sé qué le ocurre a mi cuerpo.
- Tranquila – la abraza – estas a salvo, no tienes nada que temer aquí – la mira a los ojos, su cuerpo se sentía demasiado caliente, tembloroso y espasmódico.
- No puedo controlar mi cuerpo, siento mucho calor – se aferra al cuello de Frederick y lo comienza a oler – tu aroma es delicioso.
- Elizabeth trata de calmarte – la toma por las manos y trata de quitarla de encima – sé que es difícil, pero – la mujer lo besa de improviso, sus labios temblaban y su lengua estaba caliente.
- Lo siento, pero, no puedo controlarlo – comienza a tocar el pecho del hombre y a frotarse contra él. Frederick sabía que era lo que estaba sucediendo, lo había visto incontables veces, la toxina utilizada para tratar a los productos en venta contiene un afrodisiaco muy potente, utilizado para mantenerlos dóciles y facilitarle el manejo a su dueño.
- Tranquila – acaricia su cabello, la mujer parecía sufrir – voy a ayudarte, para que puedas calmarte – toma su rostro entre sus manos de forma suave y la besa, al principio fue leve luego se fue volviendo en un beso profundo, haciendo que las piernas de la mujer flaquearan y cayera en la cama.
- Mas, quiero más - acostada en la cama, viendo todo su cuerpo desnudo, una gran tentación para Frederick.
- Estas muy caliente – comienza besando sus senos hasta llegar a su feminidad, con cada roce de su lengua Elizabeth emitía grandes gritos de gemidos, algo que sin duda estaba excitando a Frederick, siguió de esa forma hasta que la mujer logro llegar.
- Quiero, mas – dijo con desesperación – por favor, sigue latiendo – Frederick estaba demasiado excitado en ese momento, las suplicas de la mujer eran muy recurrentes y su miembro estaba a punto de estallar.
- Esto es lo máximo que voy a hacer – comienza a frotar su miembro en la feminidad de la mujer, se sentía muy caliente y resbaloso, la mujer comenzó a mover sus caderas sintiendo el placer, mientras sus respiraciones agitadas se unían en besos y sus brazos se aferraban al cuerpo del otro.
- Adentro, siento que late dentro de mí.
- No, tendrás que conformarte en hacerlo de esta forma – la besa de forma profunda, mientras seguían frotándose contra el otro.
- Por favor – le dice en forma de súplica.
- Esta no eres tu – la mira y le sonríe – solo es la toxina, no quiero hacer algo que te lastime – acaricia su mejilla – esto ya es difícil para mí, no me sigas tentando- siguieron sintiendo sus cuerpos hasta alcanzar el clímax, luego de eso Elizabeth logro calmarse un poco y volvió a dormir.
- Ya le apliqué un sedante muscular – dice el doctor luego de revisar a la mujer - podrá dormir plácidamente, su cuerpo se encuentra bien, no tiene mayor problema que el de la toxina que le fue suministrada, imagino que sus efectos deberían pasar en las horas que se encuentre dormida.
- Muchas gracias doctor – le die Frederick.
- Bueno, ya me retiro – dice el doctor tomando su maletín – llámeme si necesita algo mas
- Claro, mis hombres lo llevaran de regreso a su casa – ya pasaba de las tres de la madrugada.
- Bien, que tenga buena noche – se retira de la habitación.
Mientras Elizabeth dormía de manera placida, Frederick no podía conciliar el sueño, todo ese día había ocurrido tan rápido, en la mañana estaba cerrando unos negocios y en la oficina, ahora Elizabeth quien no había visto en diez años se encontraba dormida en su cama y además había hecho algo que jamás pensó que pudiera hacerle, la conciencia por haber manchado a una chica tan inocente y pura lo estaba carcomiendo, su idea era ayudarla, no abusar de ella, aunque esta estuviera cegada por un afrodisiaco, no tenía justificación alguna.
Llegado el amanecer el hombre aun sin dormir se encontraba sentado en un sofá al lado de la cama de Elizabeth, mientras esperaba que esta despertara ya había movilizado a sus contactos buscando la razón o la persona que utilizo a Elizabeth como saldo de alguna deuda, luego de unas horas de trabajo y espera aparecieron dos documentos en los cuales se estipulaba una deuda en cada uno, el primero era de un casino en el cual se debía una gran suma de dinero, el segundo era un prestamista a cual le debían el doble de la suma, en total todo el dinero que se debía era de un millón, Pietrof Ivanova compro las dos deudas y como compensación para saldar con el hombre se dio como pago a Elizabeth, brindando también fotos de la muchacha y su itinerario (por ese motivo la capturaron sin problema alguno). Frederick siguió leyendo los documentos en los cuales se presentaban todas las cláusulas de la compra venta de la deuda, acordando también discreción total, quien firmo y acepto tal trato fue Bianca Novikov, quien resulto ser la madre de Elizabeth.
- Al fin despiertas Elizabeth- le dice al percatarse que la mujer ya se encontraba despierta - Me alegro que estés bien – mientras le sonríe en su mente solo pasaba un pensamiento, (no permitiré que la vuelvan a tocar).