Hilos Del Destino

    Estaba en el reino Torre Alta, en la ciudad Tigre Plateado. Levaba quedándome ahí seis meses como un viaje vacacional, aunque soy originario de la ciudad Black Dragon, en el reino Iron. Era el veintisiete de agosto del año dos mil veinticinco, ese día había cumplido treinta años y el quince de ese mismo mes me había enterado de un temblor muy prolongado en Black Dragón.

     Por supuesto, ya había vivido esto antes, así que no estaba sorprendido con la noticia, igual que no estoy sorprendido con el sueño que tuve esta mañana acerca de demonios devorando seres humanos. Lo cierto es que esta misma vida la he vivido once veces, todos lo hemos hecho, pero hasta donde sé soy el único que conserva intactos los recuerdos de las veces anteriores.

     Hay variaciones en lo que ocurre, algunas generadas por mí, sea de forma voluntaria o involuntaria, pero los eventos principales siempre, en esencia, son los mismos y eso incluye ese temblor, que es un aviso de algo más grande que se presentará en apenas en unos meses.

     Estoy sumergido en el mar de mis pensamientos cuando de pronto noto que alguien abre la puerta de mi habitación.

     —¡Feliz cumpleaños, amor! —dijo Alicia, mi prometida.

     Me levanto de la cama y la abrazo y le doy un cálido beso.

     —¡Muchas gracias, mi vida!

     Alicia me guía hasta la sala a desayunar panquecas con queso y a tomar café y de postre teníamos un pastel preparado por ella.

     Luego de comer, nos arreglamos y salimos a un parque de diversiones que principalmente contaba con enormes toboganes de agua. Fue un día especialmente divertido y romántico.

     «Disfruta cada instante que te queda, no desperdicies nada.»

     Al cansarnos del parque fuimos a almorzar a un restaurante cinco estrellas. Alicia ordenó una paella y yo una langosta. La comida estaba deliciosa.

     Yo había vivido versiones muy diferentes de este cumpleaños a lo largo de este bucle. De hecho, sólo en dos de las anteriores tenía prometida y se trataba de mujeres que en esta versión de mi vida nunca conocí, aunque igualmente las recuerdo, igual que recuerdo muchas cosas que en toda esta versión de la realidad, nunca pasaron. Y comparando este día con sus versiones anteriores, este este era definitivamente el mejor, y yo nunca antes había estado tan enamorado.

     Yo había sido pareja de Alicia en uno de los ciclos anteriores del bucle, en el número siete, pero en ese entonces la conocí por poco tiempo y sólo fuimos novios siete meses, mis sentimientos por ella no afloraron tanto como ahora.

     Al día siguiente desperté con Alicia aún dormida a mi lado.

     «Voy a llevarle el desayuno a la cama.»

   Me fui a la cocina preparé huevos fritos, tocineta asada y un poco de arroz blanco para nuestro desayuno. Llevé mi desayuno a la cama en una bandeja que deposité en mi lado de la cama, luego llevé el de Alicia en otra bandeja que deposité en la mesita de noche al lado de la cama. Ella seguía profundamente dormida, así que decidí despertarla con un casto beso en los labios, como si se tratara de una princesa de cuento de hadas. El beso no la despertó.

    —Despierta, amor, te traje el desayuno.

    Ella abrió lentamente los ojos, estiró los brazos y piernas y bostezó. Su mirada se centró en mí y se iluminó con la belleza de una noche estrellada.

     —Buenos días, mi princesa —dije con cierto tono infantil.

     —Gracias por traerme el desayuno, amor —respondió y sonrió.

     Desayunamos sentados en la cama con las piernas extendidas, uno al lado del otro.

     —Me hubiera gustado ser yo la que te preparara el desayuno y te lo llevara a la cama, después de todo hoy es la mañana justo después de tu cumpleaños número treinta.

     —Bueno, amor, así como tu disfrutas atendiéndome, yo disfruto atendiéndote.

     —Pasado mañana regresaremos a ciudad Black Dragon, queda poco de nuestras vacaciones del trabajo —comentó con una expresión que me daba la impresión de que lo hacía más para sí misma que para mí—, me alegro que el temblor del otro día no causara grandes daños en la ciudad.

     —Sí, sólo fueron unos pocos daños mínimos.

     Las noticias habían reportado algunos daños materiales y unas pocas personas heridas. Pero ninguna edificación se había derrumbado y, afortunadamente, no se perdieron vidas. Esto era algo que no se había cumplido en varios de los ciclos anteriores del bucle de tiempo, en particular, recordaba mucho la noticia acerca de la muerte de una señora llamada Elizabeth, que tenía dos hijos que aún no llegaban a la edad adulta; ella murió con la cabeza aplastada por una viga de hierro.

     En cambio, esta versión de ese evento en este ciclo del bucle se podía considerar en verdad afortunada. Hasta me hizo preguntarme si de algún modo milagroso tendríamos siquiera la mitad de esa suerte cuando nos alcance el evento principal en unos meses.

     No pensaba huir de esa catástrofe, estaría en mi ciudad cuando todo comenzara a derrumbarse ante el terremoto y cuando el agua llegara a ahogarnos. De todos modos, ya había intentado sobrevivir huyendo, estando en otros reinos muy alejados y eso nunca había funcionado. En este caso había que encarar a la muerte e incluso buscarla en lugar de huirle.

     Alicia se llevó las bandejas a la cocina.

     «Queda poco de estos días tranquilos.»

     La seguí a la cocina y la vi lavando los platos, vasos y cubiertos.

     —Voy a bañarme, si quieres puedes unirte a mí en la bañera —dije.

     «Disfrutaré al máximo los días de paz que me quedan y viviré la felicidad de estar con mi prometida, porque ella tampoco estará mucho más tiempo, o al menos mi experiencia previa indica que no.»