Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Conexiones y Recuerdos
El día comienza con una mezcla de expectativas. La conversación con Valeria de ayer fue un pequeño paso hacia la reconciliación, pero todavía me queda un largo camino por recorrer. Sin embargo, hoy tengo otras cosas en mente. La cafetería de la universidad es un lugar concurrido, y mientras camino hacia allí, mis pensamientos se enfocan en la reunión con mis amigos.
Cuando llego a la cafetería, encuentro a Fer y Cristian ya en nuestra mesa habitual. Fer está revisando algunos papeles y Cristian está con su teléfono móvil, probablemente coordinando algo relacionado con su novia.
—¡Alejandro! —saluda Fer, levantando la vista con una sonrisa—. ¿Cómo va todo?
—Hola, Fer —respondo mientras me siento—. Todo bien. Solo estoy pensando en cómo manejar la situación con Valeria. Ayer fue un buen comienzo, pero aún tengo mucho por hacer.
Cristian asiente, levantando la vista de su móvil. —Es un buen enfoque. A veces, solo dar el primer paso ya es un logro.
Fer, siempre animado, cambia de tema. —Oye, ¿sabías que Cristian y yo tenemos una nueva discoteca en la ciudad? Es un lugar genial, y hemos estado trabajando duro para hacerlo un éxito.
—¿En serio? —pregunto, sorprendido—. No sabía que estaban tan metidos en eso.
—Sí, lo estamos —afirma Fer con orgullo—. Y, por cierto, la novia de Cristian es la dueña de un local de Booba Tea.
Cristian sonríe con afecto. —Sí, su local es genial. Es el lugar al que solían ir tú y Valeria antes, ¿no?
Mis pensamientos se vuelven nostálgicos. —Sí, es cierto. Recuerdo que solíamos pasar mucho tiempo allí, disfrutando de los Booba Tea y charlando.
Fer observa mi expresión y cambia de tema con una sonrisa. —Bueno, si quieres relajarte un poco, deberías pasar por la discoteca algún día. Nos encantaría tenerte allí.
Cristian asiente. —Sí, sería genial verte. Y si necesitas un lugar para pensar o hablar con Valeria, el local de Booba Tea siempre está abierto. Mi novia siempre está dispuesta a escuchar.
La oferta me hace sonreír. —Gracias, chicos. Lo tendré en cuenta.
La conversación cambia a otros temas mientras disfrutamos de nuestras bebidas y bocadillos. Después de la cafetería, la mañana se pasa rápidamente con las clases de Salud Pública y Embriología. El ritmo de la universidad es frenético, pero trato de mantenerme enfocado en mi objetivo de reconciliarme con Valeria.
Al finalizar la clase de Histología, me encuentro de nuevo en la cafetería, esperando un momento oportuno para hablar con Valeria. La veo sentada en una esquina, con su cuaderno de dibujo frente a ella. Me acerco con un poco de nerviosismo, pero decidí que es el momento adecuado para intentarlo de nuevo.
—Hola, Valeria —digo, tomando una respiración profunda—. ¿Podemos hablar un momento?
Valeria levanta la vista, y por un segundo, veo una chispa de sorpresa en sus ojos. —Hola, Alejandro —responde con una expresión neutral—. Claro, siéntate.
Me siento frente a ella, tratando de mantener la calma. —He estado pensando en cómo podemos aclarar las cosas entre nosotros. Lo que ocurrió en el pasado fue un malentendido, y me gustaría encontrar una manera de solucionarlo.
Valeria parece contemplar mis palabras antes de hablar. —No estoy segura de que sea fácil. Hay muchas cosas que han cambiado desde entonces.
Intento ser comprensivo. —Lo entiendo. Pero creo que si hablamos honestamente, podríamos empezar a resolver lo que ha pasado.
La conversación avanza lentamente, pero con cada palabra siento que estamos empezando a entendernos mejor. Aunque no resuelvo todo de inmediato, siento que cada diálogo es un pequeño paso hacia la reconciliación. Mientras hablamos, Valeria menciona que ha estado ocupada con sus clases y proyectos, y yo comparto algunos de los desafíos que he enfrentado en mis propias clases.
Finalmente, Valeria se levanta para irse. —Fue bueno hablar contigo, Alejandro —dice con una ligera sonrisa—. Espero que podamos seguir hablando.
—Yo también —respondo, sintiendo una mezcla de alivio y esperanza—. Gracias por escucharme.
Valeria se aleja, dejándome con una sensación de esperanza renovada. Recojo mis cosas y salgo de la cafetería, encontrando a Fer y Cristian en la salida.
—¿Cómo te fue? —pregunta Fer con interés.
—Hablamos de nuevo —digo, sintiendo que el proceso avanza—. Aunque no resolvimos todo, creo que estamos en el camino correcto.
Cristian asiente con aprobación. —Eso es un buen progreso. Lo importante es seguir intentándolo.
Fer añade con entusiasmo. —¡Exacto! No te desanimes. Los pequeños pasos a veces conducen a grandes resultados.
Mientras salimos de la cafetería y nos dirigimos hacia la discoteca para visitar a Fer y Cristian, siento que estoy dando pasos importantes, no solo para reconciliarme con Valeria, sino también para mantenerme enfocado en mi vida universitaria y mis amigos. Aunque el camino sigue siendo incierto, estoy decidido a seguir adelante con esperanza.
