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Promesas De Hielo Y Fuego

Promesas De Hielo Y Fuego

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado / Amor-odio / Diferencia de edad / Venganza de la protagonista
Popularitas:9.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Valentina Claros

En el frío norte de Suecia, Valentina Volkova, una joven rusa de 16 años con ojos de hielo y cabello dorado, se ve obligada a casarse con su padrastro, Bill Lindström, un hombre sueco de 36 años. Marcados por un pasado lleno de secretos y un presente lleno de tensiones, ambos deberán navegar entre el deber, el resentimiento y una conexión que desafía las normas. En un matrimonio tan improbable como inevitable, ¿podrá el amor surgir de las cenizas de la obligación?

NovelToon tiene autorización de Valentina Claros para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

XXI. Recuerdos bajo el brillo de los anillos

La sala de reuniones estaba iluminada con una luz cálida que parecía suavizar incluso las líneas más tensas del rostro de Valentina. Sobre la mesa, una caja de terciopelo negro descansaba abierta, revelando los anillos de boda que Bill había encargado. Era el día de la prueba final, y aunque parecía un trámite sencillo, la atmósfera estaba cargada de una tensión subyacente que Valentina no podía ignorar.

—Quiero asegurarme de que te quede perfecto, —dijo Bill mientras tomaba delicadamente el anillo más pequeño y lo extendía hacia ella.

Valentina asintió, estirando la mano para recibirlo. Sus dedos temblaron ligeramente, algo que Bill interpretó como nervios previos a la boda, pero que en realidad era la tormenta interna que comenzaba a desatarse dentro de ella.

El anillo era frío al tacto, y cuando lo deslizó en su dedo anular, sintió una opresión inesperada. No por el ajuste, sino por la ola de recuerdos que la invadió de repente.

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Flashback: Tres años atrás

El sonido del viento azotando las ventanas de la cabaña le resultaba ahora tan claro como si estuviera allí. La pequeña cabaña en el bosque, que había sido su refugio durante tanto tiempo, se había convertido en un lugar de constante tensión. Los gritos de su madre y Bill resonaban a menudo, llenando los espacios con una hostilidad que Valentina no entendía del todo en ese entonces.

—¡No puedes seguir ocultándoselo! —La voz de su madre era firme, pero temblaba con una mezcla de rabia y desesperación.

—No es el momento, —respondió Bill con una frialdad que heló a Valentina, quien escuchaba desde la puerta entreabierta de la cocina.

—¿Y cuándo será el momento? ¿Cuando ya no tenga elección?

Hubo un largo silencio, roto solo por el crepitar de la chimenea. Valentina recordaba cómo había contenido el aliento, esperando escuchar más, pero la conversación terminó abruptamente cuando su madre salió de la habitación y la encontró espiando.

—Valentina, sube a tu cuarto, —ordenó con una severidad inusual.

—¿Qué está pasando? —preguntó ella, demasiado joven para entender, pero lo suficientemente madura para saber que algo no estaba bien.

—Nada de lo que debas preocuparte.

Esa fue la última conversación completa que tuvo con su madre antes de que desapareciera.

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—¿Valentina? —La voz de Bill la trajo de vuelta al presente.

Parpadeó, dándose cuenta de que estaba mirando fijamente el anillo en su dedo.

—Perdón, me distraje.

—¿Te queda bien? —preguntó, inclinándose hacia ella con una expresión de genuina preocupación.

—Sí, me queda bien, —respondió con voz suave, aunque su mente seguía atrapada en el pasado.

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Flashback: Dos días antes de la desaparición

Su madre había estado inquieta, moviéndose por la cabaña con un nerviosismo que era casi palpable. Había empacado una maleta pequeña y la había escondido en el armario, algo que Valentina había notado pero no mencionado.

—Mamá, ¿por qué estás tan rara? —le preguntó mientras cenaban en silencio.

—Solo estoy cansada, cariño.

Pero Valentina sabía que era más que eso. Esa noche, cuando Bill llegó a la cabaña, las discusiones volvieron a estallar. Esta vez, Valentina escuchó palabras que no lograba comprender del todo, pero que ahora resonaban en su mente con una claridad inquietante.

—Ella no puede saberlo, no aún, —dijo Bill en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que Valentina lo escuchara desde su cuarto.

—¡Es su vida! ¡No puedes controlarla como controlas todo lo demás!

—Esto no se trata de control, se trata de protección.

—¿Protección de qué? ¿De ti?

El silencio que siguió fue peor que cualquier grito. Valentina había querido salir y enfrentarlos, pero algo en su interior la detuvo.

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De nuevo en el presente, Bill estaba examinando el anillo en su propio dedo, girándolo ligeramente bajo la luz para apreciar su diseño.

—¿Qué te parece? —le preguntó, buscando su aprobación.

Valentina lo miró, tratando de enfocar su mente en el ahora. —Es... hermoso. Muy elaborado.

—Quería que fueran únicos, como nosotros. —Bill sonrió, y por un momento, pareció sinceramente feliz.

—¿Y qué significan las piedras? —preguntó, señalando los zafiros y diamantes que adornaban los anillos.

—Los diamantes representan la eternidad. Los zafiros, la verdad.

Valentina sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. La verdad. ¿Qué sabía Bill sobre la verdad?

—Interesante elección, —murmuró, girando el anillo en su dedo mientras su mente volvía a los recuerdos.

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Flashback: El día de la desaparición

Esa mañana, la cabaña había estado inusualmente tranquila. Su madre la había despertado temprano, diciéndole que empacara algunas cosas porque iban a salir de viaje. Pero antes de que pudieran irse, Bill llegó.

—No puedes llevártela, —dijo con una calma aterradora.

—Ella no es tuya para decidir, —respondió su madre, poniéndose frente a Valentina como un escudo.

—No quiero que esto termine mal, —advirtió Bill.

Valentina recordaba haber intentado intervenir, pero su madre la apartó rápidamente, diciéndole que fuera a su habitación. Fue la última vez que vio a su madre. Cuando salió de su cuarto horas después, la cabaña estaba vacía, excepto por Bill, que estaba sentado frente a la chimenea, con la mirada perdida.

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—Valentina, —repitió Bill, esta vez tocando suavemente su mano. —¿Estás bien?

Ella lo miró, notando la preocupación en sus ojos. —Sí, estoy bien.

—Pareces distante. Si hay algo que no te gusta de los anillos, podemos cambiarlos.

Ella negó con la cabeza, forzando una sonrisa. —No, están perfectos.

Pero sabía que nada en su vida era perfecto. Los anillos, los recuerdos, la boda, todo era una red de secretos y mentiras que aún no lograba desentrañar.

Cuando Bill guardó los anillos nuevamente en la caja, Valentina tomó una decisión. No podía seguir ignorando las preguntas que la atormentaban. Necesitaba respuestas, y sabía que Bill era la única persona que podía dárselas.

Sin embargo, también sabía que las respuestas vendrían con un precio.

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Beatriz Coelho
Lo que no entiendo es cómo le dan tanto poder y le enseñan a manejar negocios si es una niña de 16 años o ya para 17, no estudia no va a la preparatoria???
y de paso es una maquiavélica...no, no, no aburre
Magda borquez
mucho preámbulo. repite mucho. da vueltas en lo mismo...
Magda borquez
una pregunta... Valentina no estudia? sólo tiene 16 años...
Mayelin Almonte
fotos porfavor
うacacia╰︶
Quiero saber más, ¡actualiza pronto! ❤️
Celia Luis Huamani
Emocionada por la continuacion
Max >w<
No puedo esperar a leer el siguiente capítulo! 😃
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