Mi Final Feliz

Averiguaré sobre los intentos de asesinato y si alguien del Ducado está involucrado lo llevaré ante la justicia. Tengo una pregunta más, porque no permitió que el doctor acuda ante sus majestades…

- Porque usted ama a la concubina Vanesa, no quiero que eso le afecte

- Permiso, espero que pueda descansar.

Cuando el Duque se retiró de la habitación, Ana volvió a ingresar y siguió atendiendo a Paula.

- Mi señora, por qué está siendo tan amable con ellos…

- Es la calma antes de la tormenta, si las gemelas me llegaran a necesitar y quiero intervenir debo terminar teniendo una relación cordial con el Duque, aunque si fuera por mí, mato a Vanesa hoy mismo, por haberme golpeado - Ana termino, se fue para dejarla descansar, volvió al atardecer para ayudarle a cenar y asearse, tras acostarla se retiró del sitio, en cuanto cerró la puerta Guillem apareció.

- ¿Cómo puede ser tan preciso para ingresar? – cuestiona Paula.

- Es un secreto, ahora si me dejara curarla.

- No, todavía no es el momento.

- No me gusta verla así.

- Necesito que mi padre me vea así, me ayudara a pedir el divorcio, Guillem necesito que me ayudes.

- Por fin dejaras que te ayude, está bien, no te preocupes su muerte parecerá un suicidio, nadie sospechara lo contrario.

- No quiero que mates a nadie todavía, creo…, no, no lo hagas, me encargaré de hacerla sufrir a mi manera, no te preocupes. Lo que necesito es que le hagas llegar esta carta a mi padre si es posible hoy mismo, sé que tienes un dragón no les tomara más que algunos minutos.

- Como desees – toma la carta y se la guarda.

- No es todo, los padres de Álvaro…- la interrumpe.

- No soporto que lo llames solo por su nombre, dile Duque Álvaro, mejor llamarlo estorbo – Paula sonríe ante el comentario.

- Te estoy hablando en serio.

- Yo también.

- Guillem, entonces los padres del estorbo, tuvieron un accidente, que para mí es extraño, pienso que Vanesa tiene algo que ver, crees que puedas averiguarlo…

- Han pasado años, creo que será algo complicado por el tiempo, prometo hacer mi mayor esfuerzo. Si no necesitas nada más, iré a dejar la carta, estás segura de que quieres que me vaya…

- Si.

- Sabes cuantas damas me rogarían porque me queden.

- Así que andas visitando habitaciones de varias damas en las noches que no apareces aquí…

- No, quise decir eso, cuando me ven en la mañana buscan llamar mi atención.

- No intentes arreglarlo, entonces ve con alguna de esas damas y no vuelvas aquí.

- No te molestes, no quise decir eso – se acerca a ella, toma su mano y la coloca sobre su pecho -, sientes como late mi corazón.

— No, parece que estás muerto — Paula esquiva su mirada.

- Sé que lo sientes, este corazón late solo por ti, eres la única mujer que anhelo, desde que te encontré en ese bosque te espero, tengo la ilusión de algún día estemos juntos.

- Hubiera sido mejor toparme con una bestia, que contigo, si sabía que no me ibas a dejar tranquila – Guillem ríe ante el comentario.

- No es lo que piensas.

- ¿Cómo lo sabes?

- Porque veo en tus ojos que me aprecias, aunque sea un poco.

- No es verdad.

- Estás segura…

- Claro – Guillem se acerca a Paula y comienza hacerle cosquillas -, basta… por… por favor... detente…

- Todavía no me aprecias…

- Si te aprecio – Guillem se detiene.

- Tan difícil era decirlo.

- No, hasta que mencionaste a otras mujeres.

- Quisiera darte algunos besos en esos cachetes, no puedo porque sanaría tus heridas.

- Vas besando a todo el mundo para sanarlo...

- Solo funciona contigo.

- ¿Por qué?

- Algún día te lo contaré, se me hace tarde para llevar la carta y tu padre deberá viajar de noche, no te preocupes los cuidaremos durante el viaje, para que lleguen aquí al amanecer seguros.

- Gracias.

- Después de qué te vea me dejaras curarte…

- Si.

- Promételo.

- Te lo prometo.

- Nos vemos mañana Paula.

Sin nada más que decir Guillem vuelve a salir por las ventanas, con cuidado se escabulle de los guardias del Ducado, tras salir y alejarse un poco se encuentra con un joven de cabello y ojos rojos.

-  Uri necesito tu ayuda – menciona Guillem.

- Suficiente hago con traerte junto a tu amada, siempre que me lo pides.

- Tenemos una misión.

- Tenemos… te aseguro que Paula no me encargo nada a mí, ni siquiera me conoce.

- Dijo ve con tu majestuoso dragón rojo y ese eres tú…

- No importa lo que diga o si…

- En realidad no.

- ¿A dónde vamos?

- A la casa de su padre.

- Apártate – enseguida Uri es envuelvo en un remolino de viento rojo y se muestra un dragón.

Ambos vuelan hacia la Baronía, como lo había dicho Paula solo le tomo unos minutos, enseguida Guillem se colocó un traje de los guardias del Ducado y llego corriendo, agitado al lugar, al verlo los guardias, le preguntaron quién era y sobre su caballo, él dijo que cerca de llegar a la mansión su caballo lo tiro y huyo, pero que traía un mensaje urgente del Ducado para el Barón William se trataba del bienestar de su hija, con desconfianza lo hicieron esperar en la entrada, mientras ellos notificaban al mayordomo que fue a despertar al Barón, quien al enterrarse que se trataba de su hija salió de inmediato a recibir la carta.

- ¿Qué le paso a mi hija? – cuestiona el Barón a Guillem, quien mantenía su cabeza agachada.

- Al medio día fue golpeada por la concubina del Duque – le entrega la carta, cuando William termina de leerla piden que preparen un carruaje, mientras él se cambia.

- Necesitas un caballo…

- No, la Duquesa me confió esa carta en secreto, volveré por mi cuenta, si alguien se entera que vine aquí podría tener graves problemas.

- Está seguro.

- Si, con su permiso me retiro.

A William le pareció extraño, pero no le presto más atención debía salir pronto para ir al auxilio de su hija, mientas Uri esperaba alejado a Guillem.

- Pensé que iras junto a tu suegro – molesta Uri quien había tomado su forma humana.

- No quiero que pueda reconocerme en un futuro, sería extraño.

- No es extraño que vas a volver caminando al Ducado…

- Estoy seguro de que no se fijó en mi rostro, no importa.

- No pienso cuidarlos toda la noche.

- Uri no te preocupes yo los cuidaré.

- En cuanto salgan colocaré una piedra mágica, si llegan estar en peligro lo sabremos e iremos en su ayuda.

- Te das cuenta que soy un dragón…  un ser majestuoso y tú me tratas como tu sirviente, me voy a resentir.