Los hijos menores de Luriel y Anahí deberán enfrentar el peso de sus decisiones, aunque eso signifique destrozar sus corazones para proteger a su gente. El amor tal vez, no pueda cambiarlo todo.
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Ese malhumor
Al día siguiente de la boda, una visita repentina apareció en la aldea a primera hora de la mañana.
Amambay lo recibió en la cabaña central y se disculpó para ir a buscar a Pitá.
Pitá... – lo sacudía para que se despertara – ha llegado Itaeté... tienes que recibirlo.
Pitá abrió los ojos y se incorporó rápidamente. Lo conocía desde que eran niños. Itaeté se jactaba de ser fuerte como indicaba su nombre “como el acero”, pero Pitá jamás le había aceptado una lucha, no porque le temiera, sino porque lo veía sumamente sombrío y no tenía intenciones de confraternizar con él.
Su padre era cacique de otra de las aldeas, era uno de los que habían perdido contra Luriel en la pelea de caciques y desde ese momento Itaeté había cambiado, era malvado en cierta medida, aunque no le había hecho nunca nada.
¡Pitá! – dijo Itaeté fuerte – upévare reñenombra remyengovia haguã nde ru... (así que fuiste designado para sustituir a tu padre...)
Maitei Itaeté (Hola Itaeté) – le contestó acercándose a saludarlo - Mba'e piko oiko kuehe nereguahêi nde ru ndive. (¿Qué pasó que no llegaste con tu padre ayer?)
Ou procesiónpe (Venia en la comitiva) – agregó riéndose – ha katu adesvia va’erã sapy’ami ajuhúgui peteĩ kuñataĩ oikotevẽva che atención... Aimo’ã pentendeha mba’épa ha’ese... (pero tuve que desviarme momentáneamente porque me crucé con una joven que necesitaba mi atención... supongo que me entiendes...) – dijo frotándose por sobre el pantalón
Ko'ápe oñekomporta... (Aquí compórtate...) – lo recriminó – ndorohejái upeichagua teko (no permitimos ese tipo de conductas)
Pero nde ndaha'éi avei perfecto... (Pero tú tampoco eres perfecto...) – se reía a carcajadas – Che areko acción heta umi ha'eva'ekue nde mba'éva ndive... (he tenido acción con varias de las que han sido tuyas...)
Amombe'u jey, ejejoko térã ajerure va'erã ndéve resẽ haguã... (Te repito que te controles o voy a tener que pedirte que se vayan...) – su voz sonó a truenos
Che ningo añembosarái mante... (Solo estoy bromeando...) – continuaba riendo mientras caminaba casi en círculos
De pronto dejó de reír y quedó mirando por la puerta. Pitá tuvo que controlarse para evitar acercarse a ver que lo tenía tan concentrado de pronto.
Luego escuchó una voz conocida. El padre de Itatí estaba subiendo los escalones.
Cacique Katú... – Itaeté hablaba fuerte – Mba'eichaitépa iporã rohecha jey... (que gusto verlo nuevamente...)
Maitei Itaeté (Hola Itaeté )– lo abrazaba – Che sorprende ndarohechái haguére nde ru ndive (me sorprendió no verte con tu padre.)
Aguahẽ ramo... (Acabo de llegar...) – y señalando hacia el pozo de agua agregó – Kerana iporãiterei... (Kerana esta hermosa...)
Con solo escuchar ese nombre en la boca de ese hombre, el infierno se desató en el interior de Pitá, se le crisparon todos los músculos y estaba a punto de saltarle encima cuando una mano lo sostuvo suavemente del brazo. No necesitó girar a verla, porque sabía que era Amambay tratando de tranquilizarlo.
Por favor, eju mesa ári... (Por favor pasen a la mesa...) – dijo fuerte Amambay –Ajapóta ndéve mba'e re'u haguã pya'e. (enseguida les preparo algo para comer)
Ahekáta che ru ha tapére amomaitei Kerana-pe (Yo voy a buscar a mi padre y de paso le saludo a Kerana) – dijo despreocupadamente - ¿Ikatu piko Cacique Katú ome’ẽ chéve permiso añe’ẽ haĝua imembykuña ndive? (¿me da permiso cacique Katú para hablar con su hija?)
Reporanduva'erã iprometido-pe... (Deberías preguntarle a su prometido...) – dijo Pitá con una voz que pareció un rugido y cuando lo miró agregó – ha nahániri... Che name'ẽi ndéve permiso... (y no... no te doy permiso...)
Nde piko Kerana novio? (¿Eres el prometido de Kerana?) – sonaba incrédulo y se giró hacia Katú – Adobla oimeraẽ mba'e Pitá oikuave'ẽva chupe... (duplico lo que sea que Pitá haya ofrecido por ella...)
Ha'e peteĩ trato Luriel ndive... (Es un trato con Luriel...) – se disculpaba – ha mokõivéva oasepta umi término... ha condición (y ambos han aceptado los términos... y condiciones) – remarcó lo último mirando a Pitá
¿Remoĩpa condición...? (¿Le pusiste condiciones...?) – nuevamente reía a carcajadas - Térãpa omoĩ nderehe umíva...? Aikuaa guive chupe ha'e ha'e completamente salvaje... upévare ahenói chupe Kerana... (¿o ella te las puso a ti...? desde que la conozco ha sido completamente salvaje... por eso la llamé Kerana...)
Pitá comenzó a sentir un dolor agudo en el estómago y dejó de escuchar lo que Itaeté seguía fanfarroneando. Los celos se estaban apoderando completamente de él y su enemigo se había dado cuenta de esa debilidad.
De pronto se hizo un silencio y eso lo hizo volver de sus pensamientos para encontrar a Itatí parada en la puerta. Tenía puesto un vestido indígena de tonos verdes, el cabello con una trenza a su espalda, le despejaba el rostro que se notaba sorprendido al encontrar a todos esos hombres sentados en la mesa.
Maitei (hola) – dijo sonriendo con timidez mirándolos uno a uno
Maitei Kerana (Hola Kerana)– dijo Itaeté más fuerte con una sonrisa sarcástica – Roñe'ẽkuri nderehe... (estábamos hablando de ti...)
Ani cherenói upéicha... (No me llames así...) – la respuesta fue instintiva y luego buscó con la mirada a Pïtá
Pitá la miraba completamente atormentado, con solo saber que Itaeté estaba también interesado en ella y que la llamaba como él mismo la había llamado tantas veces, lo hacía sentir inestable con su propio temperamento. Inspiró profundamente rogando a Tupá que lo ayudara a tranquilizarse. Por primera vez estaba a cargo de la aldea y no podía permitirse tener una disputa con otra tribu por sus celos.
Cuando ella se acercó hasta donde estaba, recién vio las flores en su mano, eran las que había tenido el día anterior en su cabellera. Según la tradición esas eran las flores que se había puesto para él, así que no pudo evitar sonreírle y al verlo así, en cierta manera sin ese escudo protector de dureza que tenía siempre con ella, Itatí le dio un beso en la mejilla y luego actuó como si no se diera cuenta que todos la miraban un poco escandalizados.
Itatí... – le recriminó su padre - Mba'éichapa reñekomporta péicha...? ( ¿Cómo te vas a comportar así...?)
Pitá ha'e che novio... (Pitá es mi prometido...) – dijo desafiándolos con el mentón levantado – ha kuehe pe chamán ohovasa ore pareja opavave renondépe... (y ayer el chamán bendijo nuestra pareja frente a todos...)
Aikuave'ẽ nde ru doble nde rehehápe... (Estoy ofreciéndole a tu padre el doble por ti...) – dijo Itaeté para provocar a Pitá pero fue ella la que se giró rápidamente a ver la reacción de su prometido...
En cierta manera era interesante descubrir que era ella misma quien estaba más interesada en esa unión. La conocía desde muy niños, pero nunca le había interesado, hasta que había sabido de ese compromiso... era una oportunidad para hacer sufrir a un integrante de la Familia Tecol.
Ore familiakuéra oime en contacto hekove pukukue... (Nuestras familias tienen trato de toda la vida...) – seguía hablando sin mirar a Pitá, lo ignoraba a propósito – ha che ha’e peteĩ luchador iporãvéva...ikatúkuri roguereko mitã privilegiado... (y yo soy mejor luchador...podríamos tener hijos privilegiados...)
Che ra'y ha'éta Tecol... (Mi hijo va a ser un Tecol...) – contestó Itatí con cierto orgullo que le produjo un vuelco en el corazón a Pitá
Ha katu che... (Pero yo...) – empezó Itaeté pero fue interrumpido
Hetáma. (Suficiente.) – dijo Pitá poniéndose de pie – ani rembojoavy py’aporã ha py’aporã (no confundas amabilidad con cobardía) – miró las flores mientras se acercó a Itatí – umi oñembojegua nde akãrague reheve (esas van trenzadas con tu cabello) – la vio sonrojarse porque ambos sabían el significado que tenía para la aldea.
Ko'ãva ha'e umi aiporuva'ekue kuehe... (Son las que usé ayer...) – le sonrió con una repentina timidez – Amambay chembo'éta mba'éichapa ikatu añongatu umíva... (Amambay me va a enseñar a conservarlas...)
Eju chendive... (Ven conmigo...) – dijo Amambay aprovechando para distender el tenso momento
Amambay puso los cuencos con comida en la mesa y luego le sonrió a Pitá. Su príncipe preferido estaba pasando por un difícil momento, pero si ella seguía dándole esas pequeñas señales de interés en él, no tardaría mucho tiempo en dejar ese malhumor.