BAJOS LAS SOMBRAS DEL ENCANTAMIENTO

El bosque estaba bañado en la suave luz de la luna, las sombras danzando mientras Elara, Adrian y Caelum se dirigían hacia la ubicación del Espejo de la Noche. La atmósfera estaba cargada de tensión, no solo por la misión peligrosa que tenían por delante, sino también por los sentimientos crecientes entre los tres.

Elara sentía una mezcla de emociones. La conexión con Adrian, el vampiro, era innegable. Había algo en su elegancia y conocimiento antiguo que la atraía profundamente. Pero también estaba Caelum, el alfa de los hombres lobo, cuyo instinto protector y fuerza bruta despertaban en ella una sensación de seguridad y pasión.

Mientras avanzaban, las miradas de Adrian y Caelum se cruzaban con creciente frecuencia, cada uno midiendo al otro, cada uno consciente de los sentimientos que albergaban por la bruja. No pasó mucho tiempo antes de que la tensión entre ellos estallara.

—Debemos tomar un descanso —dijo Adrian, su voz cargada de autoridad—. Estamos acercándonos a la ubicación y debemos estar preparados.

Caelum asintió, pero su mirada no se apartaba de Elara.

—Estoy de acuerdo. Pero hay algo que necesitamos aclarar antes de continuar.

Elara los miró a ambos, su corazón latiendo rápidamente. Sabía que esta confrontación era inevitable, pero no estaba preparada para afrontarla.

—¿De qué estás hablando, Caelum? —preguntó, aunque en el fondo ya lo sabía.

Caelum dio un paso adelante, su figura dominante bajo la luz de la luna.

—No puedo ignorar lo que siento por ti, Elara —dijo con firmeza—. Te he observado y protegido desde las sombras, y ahora quiero estar a tu lado, luchar por ti y contigo.

Adrian dio un paso hacia adelante, sus ojos rojos brillando con intensidad.

—Caelum, no eres el único que siente algo por Elara —dijo, su voz baja pero cargada de emoción—. Nuestra conexión es profunda y antigua. No estoy dispuesto a dar un paso atrás.

Elara sintió el peso de sus miradas y sus palabras, como si la estuvieran tirando en dos direcciones opuestas. Se encontraba en medio de dos fuerzas poderosas, cada una apelando a una parte diferente de su alma.

—No quiero que peleen por mí —dijo finalmente, su voz temblando ligeramente—. Ambos son importantes para mí, y ahora mismo necesitamos concentrarnos en nuestra misión. El Espejo de la Noche es nuestra prioridad.

Adrian y Caelum intercambiaron una mirada cargada de significado. Sabían que Elara tenía razón, pero la lucha por su amor no podía ser ignorada. Sin embargo, también entendían que cualquier conflicto entre ellos podría poner en peligro la misión.

—Lo que Elara dice es cierto —dijo Adrian, respirando profundamente para calmar sus emociones—. Debemos concentrarnos en encontrar el Espejo y protegerlo de los Hijos de la Sombra. Nuestras diferencias pueden esperar.

Caelum asintió, aunque la lucha interna era evidente en su mirada.

—De acuerdo. Pero esta conversación no ha terminado. Cuando todo esto termine, resolveremos esto.

Nada podía quedar como estaba y la bronca de Adrián lo consumía cada vez más por dentro, ya nada volvería a ser igual.