ÉLITE II: AMOR INMORAL.

Las chicas llegan al lugar donde se quedarán los días que estén libres, es un lujoso apartamento solo para ellas, recorren las calles conociendo y saliendo de compras, se van a cada lugar turístico y se tiran hermosas fotos para la coartada de Lía que estaba de viaje por el modelaje.

Las cuatro amigas hablan de todo y de todos, también planean lo que harán en la noche y será ir a una discoteca de lujo, allí disfrutarán de su primer día en Francia.

El día se va entre risas, almuerzos y bromas, Lía Harrington es un verdadero dolor de espinilla cuando está en el trabajo, pero cuando está con su gente es única, aunque el ego y la arrogancia no se la quita nadie.

La noche se apodera del paisaje y es hora de que la realeza salga a divertirse.

Ashley se coloca un vestido negro de tirantes, es cinco dedos por encima de la rodilla, unos tacones negros con plateado y una cartera a juego.

Vestido Ashley.

Sharpei se coloca un vestido color rojo intenso con un escote bien pronunciado hasta la cintura, es corrugado y por encima de la rodilla, tiene un cinturón con la misma tela del vestido que cae como lazo, unas sandalias doradas al igual que el bolso y lo accesorios.

Vestido sharpei.

Scarlet lleva puesto, un vestido color rosa satinado, de tirantes, ajustado al cuerpo, por encima de la rodilla, unos tacones blancos y un bolso de mano a juego.

Vestido Scarlet.

Y por último la preciosa Lía lleva un vestido color vino tinto ajustado al cuerpo, su escote en forma de corazón realza su busto grande, tiene finas tiras que adornan sus hombros.

El vestido es a la rodilla, pero tiene una abertura en un costado que deja ver un poco más de su clara piel, los tacones son dorados, los aretes y la gargantilla son color dorado y lleva un sobre color negro, simplemente, hermosa.

Vestido Lia.

Las jóvenes se ven hermosas, se tiran muchas fotos y sonríen, las mujeres tomaron un Lamborghini rojo y salieron a disfrutar su noche.

Las cuatro divas llegan al lugar y opacan hasta las luces multicolores del lugar, las chicas no miran a nadie, van directo a la mesa VIP que reservaron.

Ellas piden unos tragos y comienzan a reírse de todo, la sonrisa de las mujeres en la mesa atraen la atención de muchos.

El teléfono de Lía suena y ella contesta sin ver.

—Hola… Quien es… No escucho —Dice y riéndose.

—Aló, Lia, dónde estás carajo. —Grita Su novio Alessandro molesto.

—Alessandro, eres tú… Dime qué deseas. —Responde gritando por lo fuerte de la música.

—Deseo que te regreses ahora mismo a Italia y te lo advierto, no volverás a trabajar, de acuerdo. —Grita y a pesar de lo alto de la música en la cabeza de lía, todo se aclara y escucha fuerte y claro.

La joven se levantan y cierra la puerta del VIP dejando un silencio suficiente para poder oír a Alessandro.

—Escúchame bien, Alessandro Donati, yo no soy tu hija y a mí no me gritas, ni me ordenas, qué te sucede. —Grita molesta, sus amigas celebran en silencio.

—No, tú me vas a escuchar a mí, eres mi prometido y ya mismo voy a rastrear tu celular y te voy a traer de regreso. —Dice fúrico.

—Es en serio. Pues entonces rastrea esto, amor mío. —Dice y vuelve trizas el teléfono al tirarlo al suelo, luego lo pisa y recoge el chip para volverlo nada.

—Vaya, que Brava es mi amiga. —Adula sharpei.

—Bravísima, solo él no sabe de lo que es capaz emperatriz. —Apoya Scarlett.

—Bueno, ya, vamos a divertirnos y a ese idiota, lo calmas luego, a disfrutar. Dice Ashley.

Las chicas salen a la pista y bailan solas, el ritmo de sus caderas es único, cada quien tiene su toque, se divierten como nunca y después de varias canciones, por fin las chicas aceptan parejas, ya que han rechazado a media Discoteca.

Lía baila con sus ojos cerrados, si hermoso cabello se mueve con el viento que se cuela, siente que la acechan y abre los ojos encontrándose con un hermoso espécimen, guapo, parecido a un personaje ficticio, sexy como esos que te hacen perder la razón, fuerte como un Dios mitológico y con una mirada tan dominante como la de ella, dos miradas poderosas en una batalla.

Un hombre se acerca a Lía y ella lo mira con la cola del ojo, ya lo había rechazado, pero esta vez sigue el baile, el misterioso Adonis se acerca a ella, y ya no es el alcohol quien nubla sus sentidos, no ha tomado mucho pero sí suficiente para decir que ingerido alcohol.

—Largo. —le ordena al sujeto que le baila a lía y esta huye, sus ojos dan terror, pero a Lía le grita reto, diversión y placer.

Lía le da la ignorada de su vida al girarse para bailar sola en un brazo, rodea su cintura y la gira de vuelta a él.

—No solo me corres a la pareja, ahora quieres arruinarme la noche. —Dice dejando de bailar.

—Créeme que soy todo menos aburrido, no hay manera de arruinar tu noche… —Sonríe de lado.

—Hasta la puedo mejorar. —Inquiere.

—Paso… Me aburrí adiós. —Da dos pasos antes de que su mano alcance la de ella.

—Nos vamos ahora. —Ordena y ella se ríe.

—Tus tendencias primitivas no me impresionan, adiós. —El hombre insiste.

—Dije nos vamos.

—Jódete. —Dice Lia, él la toma del brazo y la saca del lugar, un hermoso auto los espera y allí ella se suelta de su agarre, lo cual no había querido hacer antes.

—Que te pasa idiota —Lo empuja.

—No me digas… don arrogante por una niñez o un desengaño. —Se burla Lia.

—Y tú por qué tan a la defensiva, tanto te han dañado. —Pregunta.

—Ja, Sabes algo, hija de puta, se nace, no se hace. —Le guiña un ojo y él la acorrala al auto.

—Tú, yo, mi auto, y mucha diversión… Qué dices… —Pregunta a centímetros de su boca, sus alientos se mezclan, los bellos en los cuerpos de ambos se erizan y en sus ojos solo hay deseo.

—Te quiero a ti en mi auto y en mi apartamento —Dijo y ella frunció el ceño por su orden, pero…

—Será que querrás… —Ella se ríe y susurra.

—De acuerdo, tienes tres días de mí para ti… —Él sonríe al verla acercarse para besarlo, pero ella gira y se para al lado del copiloto, él sonríe de lado y le abre la puerta.

—Bienvenida a sus tres mejores días, señorita… —Pregunta al abrir la puerta y ella entra, una vez está dentro, él rodea el auto y ella responde.

—Soy Lía.

—Me gusta. —Ella se queda en silencio y él pregunta.

—No me preguntarás el mío. —

—No lo veo relevante, pero ya que insistes usted es…

—Nicholas...

—Bonito nombre. —lo imita y el maneja sin dejar de verla.