Se supone que, de manera tradicional, un matrimonio está hecho para toda la vida, en los buenos como malos momentos. Aun cuando aquello acarree convivir con los secretos del otro.
Jamás ella pensó que, al momento de casarse, terminaría por descubrir la relación con otro hombre que su esposo mantenía.
Él jamás creyó amar tanto a un hombre como a una mujer al mismo tiempo, aun cuando fuera mal visto aquella preferencia, en la sociedad. Aun cuando los lastimara a ambos, los obligaría a estar con él.
No obstante, para el amante, un hombre que amaba con locura a quien los demás no le permitían tan siquiera mostrarse en público... aquello se volvió un infierno.
Dafne, Samael y Dan, tres jóvenes que creen tener una vida feliz hasta el día donde sale a la luz el secreto que los hará compartir un destino lleno de dolor y odio.
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4
Después de disfrutar de su pequeña luna de miel, tuvo que empacar sus cosas para poder irse a su nuevo hogar, su equipaje fue pequeño pero el dolor de dejar a sus padres era enorme, en el aeropuerto los abrazó mientras lloraba, su padre no paraba de decirle lo mucho que la amaba y su madre no dejaba de darle indicaciones. Samael los observó sonriendo mientras los dejaba despedirse. Cuándo fue la hora de partir, ella compartió un último abrazo con su madre.
-Dafne… No importa lo que suceda, recuerda que siempre puedes volver.
Al escuchar esas palabras de su madre se sintió ligeramente ofendida, era como si su madre diera por hecho que ese matrimonio iba a fracasar.
-No te preocupes mamá, eso no pasará.
El viaje no fue lo que ella esperaba, aunque viajaron en primera clase, era su primera vez en un viaje tan largo, su espalda dolía y sus oídos habían estado tapados durante todo el recorrido, en un punto del viaje su cabeza empezó a doler a lo que prefirió dormir.
Al llegar, su cuerpo se estremeció por el frío, sabía que era un lugar donde el clima era más frío pero no esperaba que se le congelaran los huesos.
-¿Estás bien?
-Si, solo que tengo mucho frío.
-Tranquila, ya vienen a recogernos.
A los minutos llegó un auto lujoso negro del cual se bajó un hombre alto e intimidante el cual se apresuró en recibir el equipaje luego de abrir la puerta. Dafne entró al auto y empezó a entrar en calor, quería llegar rápido a su casa y poder descansar cómodamente.
-Llegamos.
Dafne escuchó la voz de su esposo y le sonrió, ella se bajó emocionada y al ver el lugar donde iba a vivir quedó impactada. Era una mansión de más de mil seiscientos metros.
-¿Te gusta?
Ella parpadeó y trató de ocultar su sorpresa.
-Claro, es hermosa. ¿Solo estaremos tú y yo?
-Por supuesto. Vamos.
Él la tomó de la mano y la guio dentro de la casa donde el lujo abundaba, ella no sabía donde poner los ojos sin que se llenara de emoción, se había casado con un hombre multimillonario.
-Mañana te daré un nuevo teléfono y te mostraré la casa.
-Esta bien.
Los dos caminaron hasta la habitación donde cayeron profundamente dormidos. Cuando amaneció Dafne sintió como se había ido todo el cansancio, observó su habitación y quería saltar de la emoción, era enorme, había muebles que se notaban que eran lujosos, había una ventana de vidrio que dejaba ver hacia el jardín, ella corrió y abrió el armario y era otra habitación llena de ropa masculina y femenina, una pared completa llena de zapatos y bolsos hermosos, todos de diseñador.
-¿Estoy soñando?
Ella siguió su recorrido y entró al baño que también era enorme, no podía creer todo lo que veía, quería mostrarle a su madre el lugar que ahora era su hogar. Cuando ella volvió a la cama tratando de procesar todo, Samael entró junto con una empleada que le llevaba comida.
-Buenos días. ¿Amaneciste bien?
Ella se levantó y trató de acomodar su cabello, él besó su frente y le dio una sonrisa gentil.
-Si, me siento renovada.
-Me alegro. Escucha, esta es Clair, es la única que habla español del personal de servicio, así que todo lo que quieras o necesites, pídeselo a ella.
-Hola, es un gusto conocerte, soy Dafne.
-Igualmente señora. De ahora en adelante no dude en pedirme cualquier cosa.
-Vale, ¿Podrías simplemente llamarme por mi nombre? es que no me siento muy cómoda si me dices señora.
Clair miró a Samael y este lo aprobó, Dafne empezó a comer su desayuno y luego recorrió la mansión. Después de conocer todo el lugar ella miró a lo lejos y logró ver una pequeña casa con el mismo toque de la mansión.
-¿Qué es esa casa que se ve a lo lejos?
-Oh, solo es un lugar donde a veces se quedan los invitados cuando la mansión está muy llena.
-¿Puedo verla?
-Quizá en otro momento, tiene tiempo de estar abandonada así que debe estar inhabitable.
-Entiendo.
Dafne logró comunicarse con su madre y le mostró el lugar, sus padres se sorprendieron y volvieron a recordarle a su hija que siempre que quisiera podía volver a casa. Dafne y Samael continuaron con su luna de miel, él la llevó a muchos lugares, ella tomó fotos y las subió a sus redes sociales, quería presumir de su nueva vida y de su apuesto esposo a todos, aunque no era de las que hacía eso, sentía que ahora de verdad tenía algo que quisiera mostrarle al mundo. Después de unos meses ella logró conocer a la abuela de su esposo, era una mujer mucho más intimidante que Samael, su mirada era fría y su voz seca, no podía creer que él tuvo que crecer con alguien así y sintió un poco de lástima.
-Entonces ¿Cuándo tendrán hijos?
Dafne escupió el té que estaba tomando y Samael le dio unos pequeños golpes en la espalda.
-¿Estás bien?
-Si…
-Abuela, como ya te lo había comunicado, ni Dafne ni yo tenemos planes de tener hijos.
-¿De qué tonterías hablas? Si no es para tener hijos ¿Entonces para que te casaste?
La anciana observó despectivamente a la joven haciéndola sentir incómoda, el rostro de Samael se oscureció y se levantó con brusquedad mientras tomaba la tomaba de la mano.
-Vamos, esposa. La reunión de hoy ya acabó.
Los dos salieron del lugar dejando a la anciana enojada gritando insultos mientras los apuntaba con el dedo.