La dinastía Dickens ha estado viviendo con una maldición de procrear un solo heredero, pero no de cualquier persona. El final del hilo rojo de cada heredero de esta familia está conectada a alguien especial, que es destinada por los cielos, no importan los años que pasen, las situaciones en las que están, estás parejas se encontraran sin importar como. ¿Christopher será la clave para acabar con esta maldición que han tenido por casi 200 años? O ¿Sera el final de esta familia y su descendencia?
El hilo rojo conecta a todos aquellos que están destinados a estar juntos sin importar las circunstancias.
NovelToon tiene autorización de wanders para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La misma bolsa
👦Narra Cristopher👦:
Durante el desayuno, mi abuela estaba concentrada leyendo el periódico, al igual que mi padre, que también hojeaba las noticias del día.
“¿Qué lees, madre?” preguntó mi madre curiosa por saber qué era lo que capturaba su atención en la mañana.
De nuevo una noticia aterradora, en la mañana aprecio otra víctima del asesino del meñique, al parecer hoy iban a festejar el cumpleaños de la víctima, pero no fue así, su novio no pudo con el dolor y se suicidio un día después del funeral.
“Abuela, no me gusta verte triste” le dije con sinceridad, es sensible con este tipo de situaciones.
"No te preocupes, iré a ver a mi amiga que vive al otro lado del país para recuperarme un poco", dijo.
Justo en ese momento, mi teléfono interrumpió el momento con su insistente timbre.
📱“¡Aló!” respondí de manera directa, notando la voz de Josh al otro lado de la línea.
“Presidente, el señor Gómez quiere verlo” anunció Josh.
“Voy para allá” respondí rápidamente.📱
“Abuela, te vas con cuidado, se que no te gustan que los guardaespaldas te acompañen, pero solo llévate uno” le dije mientras me dirigía hacia la puerta, tomando las llaves de mi auto.
Llegué a mi oficina “¿Dónde está?” pregunté de manera directa al llegar, buscando al señor Gómez con una mirada fría y analítica.
“Lo esperan en su oficina” respondió Josh, siguiéndome hacia la dirección indicada sin atreverse a hacer más comentarios.
Entré en la oficina y me encontré con el señor Gómez, quien me saludó con cortesía, pero con una ligera tensión en el aire.
“Señor presidente, estábamos esperando por usted” dijo el señor Gómez con una mezcla de respeto y cautela.
“¿Qué lo trae por acá?” inquirí con voz firme, ya que mi tiempo era valioso y no debía malgastarse.
“Estaba comentando con mi hija sobre la necesidad de innovación en el sector de las aerolíneas” explicó el señor Gómez con cautela, consciente de mi reputación de ser directo y exigente.
“Y dígame, ¿cuáles son sus propuestas?” pregunté directamente.
“Necesitamos más presupuesto” respondió Julie con firmeza, lanzando su propuesta sin titubear.
“Aumentaremos los precios de los viajes y reduciremos un 20% el salario de los trabajadores” añadió, mirándome con una expresión que sugería que sus decisiones ya estaban tomadas.
“No veo la necesidad de hacerlo. Las aerolíneas han estado funcionando bien sin hacer esos absurdos cambios” respondí con calma, aunque mi tono revelaba mi desaprobación ante las sugerencias drásticas de Julie.
“Presidente, nos conviene a usted y a nosotros los accionistas. No nos caería nada mal un dinerito extra” insistió Dr, Gomez, haciendo hincapié en las ganancias potenciales.
“¿Y para qué quiero más dinero?” pregunté con sarcasmo, frustrado por la falta de consideración hacia los trabajadores y por la priorización de las ganancias sobre el bienestar de la empresa y sus empleados.
“Adelántate, papá” intervino Julie, intentando mantener la calma pero mostrando cierto desdén.
“Presidente Dickens, no veo por qué deberíamos darles prioridad a sus empleados” dijo Julie acercándose a mí, claramente decidida a defender sus puntos de vista.
“Hasta donde yo tengo entendido, usted no quería estar en este negocio” dijo, añadiendo con una sonrisa que intentaba ser persuasiva “Sabe, lo hago por usted”, colocando sus manos en mi entrepierna.
“Si está tratando de seducirme para que cambie de opinión, no lo haré. Le pido que se retire si no viene a decir algo productivo” respondí con firmeza.
“Ah, por cierto, tápese, no vaya a agarrar un resfriado” añadi antes de que Julie diera la vuelta para salir furiosa de mi oficina.
"Uy, hasta acá se sintió tu mala vibra," dijo Jackson con una sonrisa irónica mientras entraba a mi oficina después de que Julie se marchara.
"Lo siento si parecía tenso. Las discusiones sobre dinero y estrategia siempre son complicadas," respondí, tratando de suavizar la atmósfera.
Jackson asintió con comprensión mientras se sentaba frente a mí.
“Toma” dice Jackson, extendiéndome una bolsa.
“¿Qué es esto?” pregunto, sorprendido por el gesto inesperado.
“Tu regalo. Sé que te gusta mucho esa marca. Mañana no podré estar en tu fiesta de cumpleaños” explica Jackson con sinceridad, mirándome con una expresión amistosa.
“Gracias” respondo, aceptando el regalo con gratitud.
“Bueno, me voy. Solo vine a dejarte eso” mientras se levanta para dirigirse hacia la puerta como si estuviera listo para partir.
“¡Oye!” exclamo, deteniéndolo justo antes de que salga, pero mi teléfono suena.
📱“¡Aló!” contesté el teléfono, reconociendo la voz femenina al otro lado.
“¿Christopher? preguntó la voz.
“Hola, Liz” saludé.
“Daré un concierto hoy, espero que puedas venir” dijo en tono sexy.
“Claro, estaré allí” 📱respondí con sinceridad, apagando mi computadora portátil, tomando mi regalo y me dirigi hacia el teatro.
Sabía que Liz era excepcional tocando el piano, y esa era la única cualidad que realmente apreciaba de ella. Había reprendido a Josh por no haber terminado de comprar la fragancia que yo solo debía tener.
Sin embargo, él aseguró que lo había hecho.
“Y ¿qué te pareció?” preguntó Liz después de su concierto.
“Eres muy buena” respondí sinceramente, reconociendo su talento en el piano.
“Gracias. ¿Es un regalo para mí?” preguntó, mirándome con curiosidad.
“No, es para mí” aclaré rápidamente con frialdad, asegurándome de dejar claro el propósito del cumplido.
“Ah” respondió Liz, pareciendo un poco decepcionada por mi respuesta.
“Mañana podemos salir a comer algo, cuando salgas del trabajo” propuso Liz después de un momento de silencio incómodo.
“Estaré ocupado “respondí sin pensar, recordando repentinamente mis planes para el día siguiente.
“Ah, cierto. Mañana es tu cumpleaños” concluyó Liz, su voz reflejando un leve tono de resignación.
“Así es, pero no recuerdo habértelo dicho” le respondí, notando su reacción un tanto extraña.
“Claro que me lo dijiste, el día que te dije la fecha de mi debut” insistió Liz, con un tono que denotaba cierta incomodidad.
“Entonces, ¿cenamos esta noche?” preguntó, cambiando de tema rápidamente.
“No puedo, tengo que regresar a la empresa” respondí indiferente.
“Siempre estás ocupado, no tienes tiempo para mí” dijo Liz con un tono de frustración evidente.