El Oscuro Corazón De La Emperatriz

Tania, entró en la oficina con el corazón latiendo rápidamente. Había esperado este momento con ansias, ansiosa por discutir su regreso con el emperador. Sin embargo, la figura imponente de Teresa, se erguía ante ella, con una mirada que denotaba determinación y autoridad.

— su excelencia... Es un placer volverla a ver. Estoy lista para volver...

Teresa, con su porte elegante pero firme, respondió sin titubeos.

— por favor... Regrésate y toca pidiendo permiso. Sí dejó que el niño vea que una sirvienta no tiene educación, sería una mala representación de mi autoridad.

Tania se tragó las palabras que tenía en la mente e hizo lo que ordenó. Nuevamente estaba siendo reclamada con la autoridad de Teresa. Ella volvió y tocó la puerta. Su voz sonaba más suave y sumisa. Teresa no la dejó entrar hasta que pasó un pequeño tiempo. Pensando que ya era la hora de verla fuera de la vida de este palacio y de la vida de Gael. Una vez más, ella pidió entrar con toda la educación posible y Teresa la dejó pasar. Es cuando la emperatriz le reclama su falta de respeto.

— no se si esto lo hacía con Howard. Pero esta oficina también es mía ahora y debe respetar mi presencia.

— discúlpeme. No volverá a ocurrir. ¿Dónde está su majestad, el emperador? —preguntó Tania, con una mezcla de respeto y urgencia en su voz.

— está ocupado en una reunión. No hay molestarlo por asuntos que yo puedo resolver.

Tania sintió un ligero escalofrío, pero no se dejó abatir.

— entiendo, pero necesito hablar con su excelencia sobre mis funciones como Nana. El emperador fue quien me contrató.

La emperatriz la miró con una seriedad que no dejó lugar a dudas.

— si hay que hablar sobre tu puesto, lo haremos aquí. Fui yo quien decidió la suspensión de hace un mes atrás, así que es conmigo con la que tienes que hablar. incluyendo que no me importa si Howard te contrató. Ambos somos iguales ante el poder.

Tania se sintió como si le hubieran echado un cubo de agua fría. La angustia se apoderó de ella, y aunque su mente trataba de encontrar las palabras adecuadas, su voz sonó vacilante.

— debo de esperar al emperador. Él es quien me contrató y tiene la autoridad de decidir que hacer conmigo.

— no —replicó Teresa, su tono firme como el acero. Se había cansado de la terquedad de ver a Howard— como emperatriz, tengo el mismo derecho. No se necesita más que lo que yo decida. Aveces me asusta la obsesión que tienes con mi esposo y no cumples tus funciones de Nana como debería...

— majestad... ¿Que...

— no eres necesaria en este palacio. Si eres inteligente, te irías de inmediato.

Tania tragó saliva, su corazón se hundía en su pecho. Nunca había imaginado que la emperatriz tomaría una decisión tan drástica o que al menos tuviera el derecho.

— le ruego que considere mis sentimientos. No puedo decirle al príncipe Gael que su Nana ya no estará con él. No quiero que se sienta triste — dijo Tania, intentando mantener la compostura.

En ese instante, sus ojos se dirigieron hacia Gael, quien estaba sentado despreocupadamente en el escritorio de su madre, garabateando en un cuaderno. Su rostro no mostraba preocupación alguna por la conversación tensa que se desarrollaba a su alrededor. Era como si la noticia de que su Nana ya no sería su cuidadora no le importara en absoluto.

— parece que el niño no te necesita —dijo Teresa, con una expresión que revelaba su decisión inquebrantable.— no hay que esperar a mi esposo para dar la misma respuesta. Sí el príncipe no necesita de una Nana, no es necesario tenerla de adorno.

Tania, sintiéndose cada vez más impotente, intentó una última vez hacer valer su voz.

— por favor, debo hablar con el emperador. Él siempre ha sido justo y comprensivo. No es correcto que me despida sin su consentimiento.

— las decisiones en este palacio son tomadas por ambos, y yo soy tan capaz como él de decidir lo que es mejor —respondió Teresa, manteniendo su mirada fija en Tania.

Tania sintió que la tierra se desmoronaba bajo sus pies. La emperatriz había hablado con una certeza que dejó claro que no habría más discusión. Las lágrimas amenazaron con brotar, pero las reprimió con determinación.

— entiendo... —musitó Tania, su voz quebrándose ligeramente— solo quería lo mejor para él.

—Y yo también. Por eso tomó esta decisión.

En ese instante, Constantine llega a la entrada con unos sobres en manos, pidió permiso antes de pasar y al ser concedido deja los documentos en el escritorio.

— majestad. ¿Desea que escolte a la señorita a la salida? Párese muy pálida y podría desmayarse.

— yo estoy bien. Puedo ir por mi cuenta. Majestad.— se dirigió a Teresa, con un rostro decepcionado pero no derrotado— rezo para que su majestad no tenga problemas con el emperador.

Teresa estaba cansada de escucharla hablar sobre Howard. así que de una amenaza ligera le dió.

— te oigo una vez más mencionar a mí esposo y te corto uno y varios dedos. Hay leyes donde lo permiten si un sirviente se le olvida su posición. He sido muy dócil pero ya no más.

Constantine continuo por Teresa .

— señorita. La emperatriz se encarga de sacar desechar lo que ya no sirve en el palacio, el emperador lo entenderá perfectamente, por favor, no insistas en discutir con la emperatriz. Recuerde su posición. Vamos, la acompaño directamente a la salida.

Constantine ofreció con sus manos una señal para que saliera de ahí. Tania no podía replicar más contra la emperatriz, no ahora. Pero no era su derrota, al contrario, buscará la manera de devolverle cada humillación que Teresa le causó. Mientras que Constantine la siguió para que no se desviara a la reunión del emperador para esperarlo. A lo que ella le dice en el camino a la salida.

— debes estar feliz ¿No?

— mucho.

— deseo que dure todo lo posible.

— mientras no vea tu mugrosa cara, soy feliz.— ella le ofreció una mirada llena de odio.

Tania salió del palacio con la cabeza llena de pensamientos y el corazón pesado. Las palabras de Teresa, resonaban en su mente como un eco doloroso. Constantine se despedía con la mano muy feliz desde la entrada.

Ella se había sentido despojada de su papel, de su propósito. La relación que había forjado con Gael, el pequeño príncipe, había sido profunda y significativa, pero ahora, con la decisión de Teresa de que ya no la necesitaba, todo se desmoronaba. Pero juraba que esto iba a ser su motivo para destruirlo, desde fuera si era posible.

Al mismo tiempo, en el interior del palacio, Teresa se acercó a Gael, quien seguía en el asiento de ella.

— Gael, pequeño...

— lo sé, mamá... Tania ya no estará más conmigo...

Teresa suspiró, sintiendo el peso de la responsabilidad.

— lo sé, hijo. Pero a veces las personas-.. ¿Que?...

— si mamá... Tania no es la misma... La veo diferente, ya no me sonríe como antes... Por eso... Ya no me sentí cómodo cuando la vi.

— mi niño.— Teresa se acercó y lo cargó en sus brazos, y le explicó.— te prometo que no hará más falta su presencia... Quiero darte todo el cariño que te tengo.

— lo sé mamá... Por eso quiero quedarme contigo.— ríe con mucha inocencia.

Más tarde. Teresa se encontró con Howard, en una de las estancias del palacio. El emperador estaba revisando documentos cuando Teresa entró, decidida a hablar sobre Tania.

— Howard... ¿Estás ocupado? Necesito contarte algo sobre la Nana.— Él levantó la mirada, prestando atención.— he despedido a Tania. No será más la cuidadora de Gael.

Howard asintió, como si estuviera esperando esa noticia.

— es lo correcto, Teresa. Si Gael ya no la necesita, es mejor que ya no esté aquí. Además, el vínculo que estás creando con Gael es mas importante que nada. Él ahora ríe con más alegría, nunca lo había visto así. Y todo gracias a ti. Ven, ya terminé... Vayamos a la habitación.

Howard la tomó de la mano y la jaló para que se sentará sobre sus piernas. Le subió la barbilla y la tomó en la cintura.

— hagamos que todas las noches sean como las anteriores de esta semana... Tú y yo entrelazados cuerpo a cuerpo... ¿Que te parece la idea?

— lo que ordene su excelencia.— lo beso un poco en los labios para darle más motivos de irse de la oficina.

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A medida que pasaban los días, Teresa recibió una invitación para una reunión con algunas amigas de la aristocracia. En la lujosa sala donde se celebraba el encuentro, las risas y los murmullos llenaban el aire. Sin embargo, un tema inesperado surgió en la conversación. Una duquesa, con aires de superioridad, comentó sobre un rumor que circulaba.

— majestad... No quería hablar sobre este tema, pero... He oído sobre un posible divorcio entré usted y el emperador.— dijo en un tono curioso.

Teresa sintió que el aire se le escapaba.

— ¿Divorcio? ¿De dónde sacaste eso?—preguntó, con una seriedad que hizo que la duquesa se encogiera.

— oh, solo lo escuché por ahí, de una sirvienta.— respondió la duquesa, intentando restarle importancia. Pero Teresa no estaba dispuesta a dejar pasar esa insinuación.

— cualquier sirvienta que se atreva a difamar mi nombre merece que le corte la lengua.— declaró con firmeza, recordando una antigua ley que aún resonaba en su mente, pero que seguía vigente.— porque mi matrimonio no está cerca de divorcio. Al contrario, está creciendo y llegará con un integrante más. No permitiré que se hable de mí de esa manera. La última vez fui indulgente, pero esta vez no habrá perdón.

— lo lamento su majestad. No fue mi intención darle una mala información. Castigaré a la sirvienta que difamo eso. No recuerdo su nombre, pero es nueva.

— ¡Oh, pero su excelencia, ¿Es cierto?!... ¡¿Está embarazada?!— mencionó otra, muy emocionada.

Teresa bebió un poco de té asintiendo. A los que él grupo la felicita por aquella noticia. Teresa no comentó nada porque las palabras salieron de su boca sin pensarlo con claridad.

” no estoy embarazada... Solo fue un mal momento de decir esa mentira para que dejarán el rumor del divorcio. Además, quiero saber quién fue la que dijo ese rumor. El divorcio ya no está presente en esta línea de historia que yo cambie. Pero algo sabe que dentro de unos meses, Howard me iba a pedir el divorcio como decía en la historia original."

— duquesa... Más tarde, quisiera conocer la mujer que habló sobre mi de esa forma. No sabe su nombre pero si su apariencia ¿No?.

— s-si... Lo haré.

Mientras la tensión llenaba el ambiente, Tania, que había llegado para cuidar a los gemelos de la duquesa, escuchó la conversación desde la distancia. Su corazón se encogió al oír el nombre de Teresa y la mención de un divorcio que, según ella, no existía. La duquesa, sin saber que Tania había sido parte del palacio la presentará más tarde ante su majestad.

Aquella Nana que ahora cuidaba de los gemelos, pensaba con claridad.

“ debe estar mintiendo... Escuché que Howard te iba a pedir el divorcio hace meses atrás. Lo escuché cuando se desahogaba con Constantine. De tu mal comportamiento. De que acabo con tu reputación de emperatriz buena, lo hago... Por nada más que yo sé que mientes"

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muchas gracias por leer no olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo ❣️