Phoebe es obligada por su padre a casarse con un frío y anciano hombre por dinero.
En tanto que el terminó comprando una esposa, y aunque esta le reclamara que fue obligada, el alega que nunca le puso un arma encima para aceptar.
Siendo ese el caso, donde su relación con una enorme diferencia de poder y edad prevalece por lo alto, donde deberá acostumbrarse a su nueva vida, ¿Podrá ella encontrar la felicidad?
¿Podrá su corazón al final sentir amor?
O la vida, caprichosa por naturaleza, al igual que el destino, ¿Le deparará algo más que moverá su mundo de pies a cabeza?
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Reglas
Phoebe se encontraba en su habitación, absorta en sus pensamientos, cuando la puerta se abrió lentamente, revelando la figura de Ángelo al umbral. Ella se hallaba vestida con un camisón blanco que le daba un aire etéreo, y su cabello rubio caía en cascada sobre sus hombros, dándole una apariencia angelical de mirada inocente.
Ángelo, al verla así, quedó momentáneamente cautivado. Sus ojos se encontraron con los de Phoebe, y en ese instante, el mundo exterior pareció desvanecerse. Un silencio tenso llenó la habitación mientras él se acercaba a ella con determinación.
Sin decir palabra, Ángelo la tomó suavemente por el rostro, sus dedos rozando su piel con un toque tembloroso. Phoebe podía sentir el latido acelerado de su corazón, mientras sus miradas se entrelazaban en un vínculo que trascendía las palabras.
El labio de ella tembló, como si luchara por encontrar las palabras adecuadas para decir en ese momento, pero cuando ella estaba a punto de hablar el apoyo su pulgar sobre su labio.
— No vine para escucharte hablar dijo Ángelo. ¡Siéntate!, exclamó él molestó.
Phoebe se sentó en el bode de la cama, y lo observó en silencio. Mientras él se acomodaba en una butaca a unos metros de ella.
— Me considero un hombre razonable, pero me gusta tener todo en orden. Mi casa, mi dinero, mi mujer, mis reglas. En esta casa no hay lugar para las confusiones, eres joven y hermosa. Eso tiene sus ventajas pero también sus desventajas. Espero que honres tus votos matrimoniales, vestirás como yo te diga. Iras donde yo te diga y harás lo que yo te diga. Rompe mis reglas y pagarás las consecuencias ¿me has entendido?, pregunto Ángelo.
— Sí señor, respondió Phoebe.
— Mañana después del desayuno el chófer te llevará de compras, ya le he explicado a la diseñadora lo que quiero, traerás solo lo que ella indique ordenó Angelo.
— Entendido, exclamó ella.
— Ahora acuéstate dijo él poniéndose de pie para abandonar la habitación, Phoebe se quedó viendo la puerta, sabía que esa era su habitación su ropa y cosas estaban ahí. Temía por su seguridad ¿y si escapaba?, se preguntó. Se puso de pie y se acostó como él le había ordenado.
Para sorpresa de ella cayó rendida y se durmió profundamente.
Cuando despertó estaba sola al mirar la cama noto que alguien había dormido del otro lado.
Luego del desayuno, Alda le informó que el chófer la esperaba para llevarla a su cita.
Las dos horas pasaron a toda velocidad. Phoebe no tenía ni idea de que se pudiera pasar tanto tiempo en una sola tienda. La mujer que la había recibido era la dueña y diseñadora y se trataba de una mujer alta de pelo plateado impecablemente vestida.
—Usted debe de ser Phoebe. El señor Della Giovanna la describió perfectamente. Soy la señora Pasquale
le había dicho al abrirle la puerta.
Phoebe se había sonrojado por enésima vez en aquella mañana mientras la mujer y sus ayudantes la habían desnudado por completo.
—Es usted diminuta. No sé qué vamos a hacer comento la señora Pasquale una y otra vez.
Ella había pedido la cuenta de la cantidad de ropa y calzado que se había probado.
—Le dejo aquí ropa informal. Podrá apañarse con ella hasta que lo que ha encargado llegue a casa del señor Della Giovanna en un par de días. A lo que se refería la chica era a una pila muy bien doblada de ropa y a una bolsa de fin de semana de cuero también llena de ropa. Phoebe descubrió que lo que le había entregado para ponerse era una camisola de seda en color caramelo, una falda beis y ropa interior a juego. Completaban el conjunto unas sandalias de tacón bajo muy italianas, muy sencillas y muy elegantes.
Luego de pasar por el salon de belleza, donde Phoebe casi había llorado al ver su largo cabello ser cortado, finalmente estába lista para regresar a su prision