Isabel, una apacionada historiadora viaja al pasado luego de adentrarse sin saberlo a un vortice del tiempo y donde es atacada por una misteriosa entidad que la hace desmayarse recordando su vida pasada descubriendo que ella es la reencarnación de una poderosa Bruja y decide cobrar venganza de quienes la traicionaron en el pasado, pero en el proceso le sucederá una serie de malentendidos que harán de su vida más interesante al relacionarce directamente con el emperador Maximiliano de Londonkht, quien es un usuario de magia de sombra y cuya historia termina por su misteriosa desaparición.
¿Podrá Isabel cobrar venganza y de paso salvar la vida del emperador?.
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CAPÍTULO 23 Una interrupción no deseada
Un hombre se reclina en su asiento junto a la ventana de su habitación, completamente tranquilo. Murmura frases en un idioma desconocido, Pero de pronto, una sensación lo sacude. Algo no está bien. Se endereza, alerta, al ver cómo una niebla espesa y oscura se desliza por debajo de la puerta. Su mirada se fija en la figura que ahora se alza frente a él.
—¿Quién eres y qué quieres? —pregunta, con voz firme y poniéndose de pie.
Esperaba que me reconocerás sin tener la necesidad de presentarme considerando que tú y tus aliados buscan apoderarse de mi imperio habla Maximiliano liberando su magia de sombras.
El hombre retrocede, el miedo se ve reflejado en sus ojos. —¿Acaso eres... el Señor de las Sombras? —murmura, lanzando un ataque desesperado para escapar.
Pero las sombras de Maximiliano se alzan bloqueando cada intento de huida.
¿Qué pasa...? ¿Me tienes miedo? Dice con una sonrisa helada. No deberías. Y procede a extender una de sus manos materializando una llama azul que lanza con precisión. La explosión sacude la habitación, y tras la nube de polvo, dos ojos amarillos brillan con furia mientras libera su verdadera forma demoníaca: Garras afiladas, cuernos retorcidos, colmillos como dagas. Se lanza al ataque con velocidad brutal, pero Maximiliano desvía la carga de energía sin recibir ningún rasguño. Esto enfurece al demonio.
Eres un demonio escurridizo, Purt nombrandolo por su nombre. Escapar del infierno y ocultarte en mi mundo no lo esperaba. Admito que me tomó más tiempo del que esperaba encontrarte... pero mírate. Sin tus cómplices, no eres nada. Y pronto ellos también volverán al lugar del que nunca debieron salir.
—Purt ruge de furia... No eres más que un peón para Lucifer y cuando él se aburra, te desechara como algo inútil para él. Asegura el demonio lanzando unos cuantos ataques.
Vaya, si lo dices por experiencia propia, lo tendré en cuenta responde Maximiliano en tono burlon.
—Estas palabras enfurecen más al demonio, quien se duplica con un hechizo. Pero Maximiliano le hace frente y antes de que el demonio pueda reaccionar lo apuñalado con una espada mágica rodeada por un destello de llamas rojas y negras qué inmovilizar a Purt haciendo que su copia desaparezca.
Es entonces que el suelo comienza a temblar a medida que se agrieta y de las profundidades emerge una puerta de hierro macizo, adornada con símbolos infernales. Se abre lentamente liberando rayos y lamentos qué absorben la energía del demonio, arrastrándolo hacia el abismo.
Maximiliano observa como Purt a pesar de estar inmovilizado se resiste gritando —pronto mi amo tomará lo que le pertenece y no podrás evitarlo. Antes de desaparecer completamente y de inmediato todo se restaura a la normalidad.
Un documento con letras doradas aparece frente a nuestro protagonista y de este se comienza a borrar el nombre del demonio de la lista.
Uno menos. Faltan tres. Habla Maximiliano de manera indiferente.
Sé teletransporta al ducado de Isabel, directamente a su habitación , pero se encuentra con la sorpresa de que ella no se encuentra. Así que decide esperarla mientras le entrega a una de sus sombras su capa y guantes qué llevaba consigo. Observa más de cerca la habitación que no es tan grande como la de él, pero conserva un buen espacio, además que está muy bien ordenada que le da un toque encantador.
La puerta de la habitación se abre. Maximiliano se gira acomodando su cabello con elegancia.
Isabel queda embobada al verlo, pues él llevaba una camisa de lino blanca de manga larga, pantalón negro resaltando su porte baronil.
—¿Cómo entraste?... Pregunta en un tono tranquilo mientras procede a cerrar la puerta con seguro a sus espaldas. Esto hace sonreír a Maximiliano quien se acerca a ella sujetando sus caderas con firmeza.
Te extrañe, mi bella bruja susurra, dejando un camino de besos por su mejilla, cuello y hombros.
—Isabel sonríe y pregunta ¿como estuvo la cacería?.
Sin complicaciones, pronto me encargaré de los demás.
—Entiendo, necesito pedirte un favor, Esta tan inesperada petición por parte de Isabel hace qué Maximiliano levanté su rostro quedando a centímetros el uno del otro. —Quiero que me enseñes a controlar tus sombras dice ella en tono serio.
Maximiliano sonríe y procede a jugar con su labio inferior en señal de respuesta.
—Vamos, te hablo en serio.
Mm... ¿Y qué recibiré a cambio? Pregunta, acariciando sutilmente su pierna por debajo del vestido de ella llevaba puesto.
—Una sensación eléctrisante se apodera de su cuerpo. Lo que hace que ella ni corta ni perezosa levante sus brazos y los lleva al rededor de sus hombros mientras que rodea su cintura con sus piernas para guiarlo hacia la cama —¿Qué deseás? Susurra ella cerca de sus labios.
Vaya pregunta, en este momento deseo hacerte muchas cosas un poco indecentes qué estoy seguro de que te encantaran y puede que después hablemos de tu petición que por ahora pasará a segundo plano y procede a apoderarse de sus labios con un beso demandante y por supuesto que ella no opuso resistencia. El deseo y la pasión se habían apoderado de ellos al punto de que sus ropas les estorbaban, Isabel se entregaba a cada caricia, a cada palabra susurradas entre jadeos, pero justo cuando su momento alcanza su punto más intenso...
Un toque a la puerta los hizo detenerse. Maximiliano se separo con lentitud, como si cada centímetro de distancia fuera una ofensa personal.
¿Esperas a alguien? Pregunto con voz cargada de celos.
Isabel se quedó en silencio por un momento. Su respiración aún era agitada, sus labios rojos por el beso reciente. No—dijo, finalmente, aunque su tono no fue del todo convincente. Lo que hace que Maximiliano entrecierre sus ojos.
El golpe en la puerta resonó una vez más, con más insistencia esta vez.
—Señorita Isabel, disculpa que la moleste a esta hora, pero acaba de llegar un joven muy apuesto preguntando por usted. Dice la nana Amalia. Esto por supuesto encienden co más intencidad los celos en Maximiliano aunque no lo quiera demostrar.
Por su parte Isabel se levanta de la cama y procede a acomodar su cabello y vestido antes de abrir la puerta.
—En un momento salgo nana, gracias por avisarme, por cierto el joven te dijo su nombre, pues ella está segura de que no espera a nadie.
— Me dijo que era de la realeza, un príncipe mi niña. El príncipe heredero Alexander Wilson.
Entiendo en un momento bajo dice ella, lo que permite que su nana se retire.
—Lo voy a matar sentencia Maximiliano con furia en su voz.