Sin Compromiso

El rubio en frente mío quiere deslumbrarme con toda esta parafernalia del restaurante caro. A lo largo de mi vida, desde que me hice una mujer hecha y derecha, muchos tipos han querido hacerlo, pero yo no caigo tan rápido pues ya caí en ese juego una vez, hace 6 años cuando tenía 19 años. Creí en las dulces palabras de mi para entonces jefe, me dijo que lucharía por nuestro amor, más lo único que quería era tener mi cuerpo, una vez obtuvo lo que quiso se casó con una que si era de su clase social porque para él yo solo era la zorra trepadora que quería ganar estatus buscando casarme con él. Realmente que ilusa fui al creer que él me amaba tanto como yo a él. Recuerdo que después de llevarme a la cama, me despidió sin justificación, o bueno sí, me dijo que no quería que le fuera a hacer shows delante de su futura esposa.

- ¿Qué intenciones tienes conmigo Sasha? - me atrevo a preguntar sin tapujos.

- ¿Eres siempre tan directa? - pregunta elevando una ceja.

- Es lo mejor, así no hay engaños de ambas partes.

- Está bien, me gustas Latifa, la verdad es desde que te vi he querido estar entre tus piernas, pero sí, realmente no quiero compromisos de ninguna índole.

Es bastante directo cuando se lo propone.

- ¿Y qué te hace pensar que invitándome a cenar a un lugar como estos... - hago un recorrido con mis ojos por todo el espacio - voy a aceptar acostarme contigo?

- Digamos que quise tener un lindo detalle.

Sonrío ante su pretensión. Es demasiado sexy y la verdad es que yo también le tengo ganas. No perdemos nada, somos adultos y pues solo será un acostón, después si te vi ni me acuerdo.

- Está bien - veo sus ojos brillar - que solo sea un acostón, luego hacemos como que nada pasó - lo veo sorprenderse ante mi desfachatez.

- Eres una mujer demasiado directa gatita, eso me gusta.

Terminamos de cenar y nos dirigimos a un hermoso y elegante edificio, bajamos del auto una vez ingresamos al parking, me toma de la mano y nos dirige al ascensor. Veo que marca el último piso antes del botón que indica a la azotea. Una vez el ascensor abre sus puertas, veo un hermoso apartamento de lujo. La sala de estar se conecta con el comedor y la amplia cocina que es separada apenas por una isla, dando el aspecto de un lugar muy espacioso. Al fondo veo unas escaleras que supongo irán a las habitaciones, debajo de las escaleras hay tres puertas, el lugar es demasiado bonito.

- ¿Quieres beber algo? ¿Vino? ¿Otra cosa?

- Creo que un vino está bien, gracias.

Lo veo ir hacia la cocina mientras yo me siento en uno de los sillones de la sala de estar. Lo veo venir con dos copas y una botella, me ofrece una y sirve un poco de vino, espero a que él se sirva el suyo para poder beber.

- Hagamos un brindis - dice de pronto.

- ¿Por qué brindamos?

- Por ti belleza, por tu naturaleza tan jovial.