¿Quién podría enamorarse de un misterioso hombre que solamente lo ve por las noches?
Rocío Martínez, una joven que se sacrifica día a día por su humilde familia. Con un primer amor que solamente le dejó inseguridades.
Sam Warren, un hombre que creció con todo el dinero del mundo, mujeriego y solitario. Que jamás a recibido afecto y amor de su familia.
Cómo estas dos personas tan diferentes pueden llegar a amarse incondicionalmente y enfrentarse a todos con tal de proteger su amor y a su familia.
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Tercer encuentro.
Al terminar de limpiar, llega el señor Augusto, quien revisa cada rincón como queriendo encontrar algún detalle para despedirme, pero como hice un trabajo perfecto, él me dice: "Muy bien, ahora ve y limpia los sanitarios de los últimos cinco pisos de arriba".
_ ¿Los últimos cinco pisos?_ le pregunto.
_Sí, y si no te apresuras, tendrás que quedarte toda la noche para poder terminarlos, ya que cada piso tiene cinco sanitarios.
¿Cinco sanitarios? Digo en voz alta.
_Y agradece que esta vez solo serán los últimos cinco pisos del edificio, porque mañana por lo menos tendrás que hacer el doble si no quieres ser despedida._ me dice ese hombre que provoca miedo.
Veinticinco sanitarios tuve que limpiar, veinticinco sanitarios los cuales dejé relucientes para conservar mi nuevo empleo. Y al terminar el último, veo la hora y ya eran las 10:00 p.m.
¿Cómo pudo pasar tan rápido el tiempo? Pasé toda la tarde limpiando sanitarios y sin haber probado un bocado.
Así que salí del edificio, donde solo quedaba el personal de seguridad, porque al parecer todos ya se habían regresado a sus casas.
Corrí por esas calles para tomar el autobús, ya que el último que sale hasta mi casa sale justo a esta hora. Gracias a una señora que estaba subiendo al autobús muy amablemente le pidió al chofer que me esperara porque me vio que venía corriendo tratando de detenerlo.
_ Muchas gracias._ le digo al chofer al subir al autobús, logrando recuperar el aliento, ya que estuve corriendo por lo menos unas ocho cuadras para poder llegar a tiempo.
Luego me siento al lado de la señora que, gracias a ella, no tuve que regresar a pie hasta mi casa, donde de inmediato comenzamos a platicar, ya qué era una señora muy simpática.
_ ¿Dónde trabajas, mi niña?_ me pregunta la amable señora.
_ En el edificio de los Warren.
_Pero si en ese edificio todos los empleados salen muy temprano de sus trabajos._ me dice sin entender por qué andaba sola a estas horas.
_Yo ni siquiera sé cuál es mi horario, ya que hoy fue mi primer día de trabajo, donde estuve encerrada limpiando sanitarios hasta que logré terminar._ le respondo a la señora que, luego de haber platicado por dos horas, se baja a solo cuatro cuadras de mi destino.
Para luego yo también bajar del autobús cuando ya era medianoche, donde tenía que caminar varias cuadras para llegar a mi casa. Pero antes voy donde el señor Carlos, que estaba por cerrar su local, para pedirle algo de comer, ya qué las tripas rugían como un león.
Como siempre, tan amable, me regaló algo de comer, y yo le ayudé a terminar de ordenar y limpiar el local como forma de agradecimiento.
Después fui a mi casa para comer lo que el señor Carlos me había regalado con una taza de té caliente que, seguramente, mi madre me había preparado.
Mientras caminaba, volví a ver al misterioso hombre que lleva una máscara en su rostro, sentado en la calle. Esta vez, al pasar junto a él, le dije: "Buenas noches, ¿comiste algo hoy?"
Al verme, él levanta su rostro cubierto por esa máscara y me responde: "No, ¿y tú?"
_ La verdad es que tampoco he comido hoy._ le respondo mientras me siento en el piso junto a él para luego abrir la bolsa con comida que el señor Carlos me regaló.
_¿Compartirás tu comida?"_ me dice ese misterioso hombre.
_ Sí, cenaremos lo que me regaló el señor Carlos.
_¿Me estás diciendo que comes sobras?
_ Sí, siempre como lo que el señor Carlos me regala, porque no tengo dinero para comprar y porque sé que su comida es muy limpia y estas sobras son la comida que preparó, pero que no pudo vender.
_Ya comprendo, disculpa mi pregunta, es que jamás pensé que una chica como tú no tendría dinero para comer."
_ Y yo tampoco me imaginé que un hombre como tú hablara tan bien, ya que tienes una forma extraña de expresarte.
_No sé a qué te refieres, muero de hambre, ¿me darás algo o solo platicarás toda la noche?_ me dice ese misterioso hombre mientras estira su mano para recibir algo de comida.
_ ¿Quieres un trozo de carne o un trozo de pizza?_ le pregunto porque eso era lo que venía en la bolsa.
_Carne._ me responde para yo luego comer el trozo de pizza.
_ ¿Te puedo hacer una pregunta?_ le digo al hombre que solo se levantó un poco su máscara para darle un mordisco al trozo de carne, donde luego lo guarda en su bolsillo envuelto en una servilleta de papel que le había entregado para él. Quizás lo guardaría para el día de mañana ya que no debe tener qué comer siempre.
_Dime cuál es tu pregunta._ me dice sacándome de mis pensamientos.
_ ¿Por qué nunca antes te había visto por aquí?
_Llegué hace poco a la ciudad, siempre me ha gustado vivir en diferentes lugares._ me responde mientras se levanta del piso para luego estirar su mano para ayudarme a levantar.
Yo tomé su mano, donde debo reconocer que fue muy extraño, ya qué jamás en toda mi vida había tomado unas manos tan suaves y delicadas como las de ese misterioso hombre.
_Te acompañaré a tu casa ya qué es muy peligroso que camines sola a esta hora de la noche.
(Miro el reloj)
_¡Dios mío, ya son casi las dos de la madrugada!_ digo mientras corro a mi casa, ya qué mi madre debe estar muy preocupada porque no ha sabido nada de mí durante todo el día.
Al llegar a casa, mi madre aún estaba en pie, esperando muy preocupada por mí. Yo le pedí disculpas y luego le expliqué todo lo que me había sucedido el día de hoy con lujo y detalle, ya que mi madre siempre me ha sabido escuchar, aunque ella esté molesta conmigo.
_Hija mía, usted se me viene directo a la casa después de su trabajo._ me dice mi madre, refiriéndose a que no debo hablar con extraños a altas horas de la noche.
_Sí, mamita, le prometo que con mi primer salario le compraré un teléfono usado para que esté más tranquila cuando me retrase._ le digo mientras le doy un fuerte abrazo.
_Bueno, hijita, ahora vaya a descansar que debe volver a su nuevo trabajo en un par de horas._ me dice mi santa madre mientras me da la bendición y un dulce beso en la frente.