Una historia de amor paranormal entre dos licántropos, cuyo vínculo despierta al encontrase en el camino. el llamado de sus destinados es inevitable.
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Llamado de almas
El cumpleaños de Aelis se acercaba, y con él, la Luna llena. El aire estaba cargado de una energía especial, como si el destino estuviera preparando el terreno para lo que estaba por ocurrir. A medida que los días pasaban, la atracción entre Aelis y Eirik crecía, pero también lo hacía la tensión. Había algo inevitable entre ellos, algo que ni siquiera el alfa podía evitar.
La noche antes de su cumpleaños, Aelis decidió darse una ducha. El agua caliente deslizándose sobre su piel la relajaba, calmando sus nervios y la ansiedad que sentía por lo que estaba por llegar. Pero al salir de la ducha, envuelta en una toalla, se encontró con algo que no esperaba. En el centro de la habitación, Eirik la esperaba, de pie, con la mirada fija en ella.
Era como si el tiempo se hubiera detenido. Los ojos de Eirik brillaban con una intensidad desconocida, como si estuviera luchando contra una fuerza que le pedía acercarse. Aelis lo miró fijamente, su corazón latiendo fuerte en su pecho, como si supiera que este momento definiría todo lo que seguiría.
Sin decir una palabra, dio un paso hacia él, y antes de que pudiera reaccionar, sus cuerpos ya estaban muy cerca. La energía entre ellos era palpable, el aire cargado de una electricidad que hacía que Aelis se sintiera viva de una manera que nunca antes había experimentado. Eirik, con un movimiento rápido, levantó su mano y tocó suavemente su rostro, su piel cálida contra la de ella, despertando una ola de deseo en su interior.
Aelis cerró los ojos por un momento, sintiendo la caricia de sus dedos sobre su piel. Un escalofrío recorrió su cuerpo y, sin pensarlo, se acercó aún más. Sus labios se encontraron en un beso suave, pero lleno de la tensión que había acumulado entre ellos durante semanas. El beso creció en intensidad, sus bocas buscando algo más, algo que ambos sabían que estaba ahí, esperando ser descubierto.
Eirik la abrazó, sus manos deslizándose por su espalda, sintiendo el calor de su cuerpo a través de la toalla que aún la cubría. La presión de su cuerpo contra el de ella la hizo suspirar, y Aelis respondió al toque con la misma intensidad, sus dedos enredándose en su cabello mientras lo acercaba aún más.
Eirik la tomo en sus brazos y la llevó hasta la cama, tenía los ojos oscuros de deseo y en ellos se reflejaba Hades, esto hizo que Aelis sintiera un fuego arder en su zona íntima, la necesidad de que Eirik apagara ese fuego.
El Alfa beso sus labios con hambre, embriagado de deseo, bajó hasta su cuello y lamió la zona donde llevaría la marca de pareja, esto hizo a Aelis gemir de placer, encendiendo aún más al Alfa.
Este la miro con una sonrisa llena de picardía y le dijo: lo siento cachorra, pero hoy no te escapas.
Eirik continuó con su asalto de besos, explorando cada rincón del cuerpo de Aelis con una mezcla de deseo y adoración. Sus labios se posaron en sus pechos, que masajeó con manos firmes mientras la miraba con ese brillo oscuro que hacía temblar el suelo bajo sus pies.
Cuando descendió más, Aelis comprendió sus intenciones y trató de cerrar las piernas, pero una risa grave escapó de los labios del alfa, quien no le permitió huir del deseo que había encendido.
Sus besos se tornaron más intensos, provocando un torbellino de sensaciones en Aelis. Su espalda se arqueó al sentir el calor de su boca en su intimidad, y todo su cuerpo se tensó bajo la marea de placer que él despertaba con cada movimiento de su lengua.
No tardó en rendirse a esa tormenta deliciosa, dejándose llevar por una explosión que la dejó temblando sobre las sábanas. Eirik la contempló un instante, con una mezcla de satisfacción y ternura en la mirada. Luego le besó los labios con suavidad, antes de retirarse a su habitación a enfriar el fuego que él mismo había encendido.
En su habitación su lobo Hades le insistía en que debía marcarla, presentía que algo o alguien quería apartarla de su lado, esto inquieto a Eirick, pero no podía marcarla así sin más, debía esperar a que su loba hiciera su primer cambio para poder completar su unión, aunque es su corazón él ya sabía que era de ella. Esa noche se fue a la cama con la satisfacción de haber probado a su mate, pero con la incertidumbre instalada en su pecho.