Me casé a la fuerza y al mismo tiempo enamorada. Hasta el día de hoy lo amó, pero mi matrimonio es un fracasó. Y no sé si es mi culpa o es de ambos.
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No le gusta que la atrapen.
— Mami. — Mi princesa corrió a abrazarme. — ¿Quieres jugar con nosotros.?
— ¿A qué están jugando.? — Le pregunté.
— A las atrapadas.
— A tu madre no le gusta que la atrapen.
— Pero a ti eso no te importa. ¿Verdad.? — Hablé en doble sentido. En éste lugar me siento atrapada. Sólo puedo salir cuando es necesario y no deja que ejerza mi profesión.
Cómo si esos tres años de kinder, seis de primaria, tres de secundaria, tres de preparatoria y cuatro de universidad no me hubieran costado.
— Mami vamos a jugar. —Me agachó a su altura. — Le diré a papá que no te atrapé. — Dijo suavecito.
— Está bien.
Los tres nos pusimos a jugar. Fue divertido. Hacer esto de ves en cuando me hace olvidar mis problemas.
En la noche después de la cena arrope a mi bebé y me fuí a mi habitación. Tyler estaba esperándome.
— ¿Qué haces aquí.? Sabes que tienes prohibido entrar. — Me molesta mucho que entré aquí cuándo se le da la gana. No respeta mu espacio.
— Sólo vine a decirte que mañana en la noche tenemos una cena con nuestros amigos. — ¿Nuestros amigos.? No entiendo porqué habla en plural. Ellos son sus amigos no los míos.
— ¿No pudiste decírmelo en la tarde o mañana temprano.? — ¿Tenía que meterse aquí cómo un ladrón.?
— No. — Respondió muy firme.
— Bueno. Ya lo dijiste. Puedes irte. — El se acercó y me abrazó.
— Mañana ve de compras. No quiero que uses un vestido viejo. Tampoco debe ser muy revelador. — Sus labios estaban a escasos centímetros de los míos. Por un momento me sentí tentada a besarlo.
— Si es todo vete ya. — Agaché mi rostro para evitar su mirada. Es increíble lo que provoca con sólo verme a los ojos.
— Hasta mañana. — Me soltó y salió de mi habitación. Me obseve en el espejo. Estaba roja por los nervios. Tres años fingiendo que no siento nada por el y aún me pasan estás cosas.
Al día siguiente salí con mi hija. En el centro comercial me encontré con Irina, mi mejor amiga.
— ¿Cómo está la niña más hermosa.? — Le dijo a mi princesa.
— Bien madrina. — Irina y Andrew son los padrinos de bautizo. Ella es una tía cariñosa. Ejemplar no tanto. Desde que su novio la engañó dejó de creer en el amor. Ahora sólo sale con chicos para divertirse. Aunque a estás alturas hasta yo siento que no creó en el amor.
— Y bien. ¿Qué elegiremos para ti.? — Decía mientras veían los vestidos.
— Hija siéntate aquí. — Le dije y la dejé un poquito lejos. — ¿Tyler te mando.?
— Si. — Respondió muy sincera.
— Ese imbécil. — Me enojé. Parece que hasta mi guardarropa quiere controlar.
— Sólo quería que te ayudará a elegir.
— Y de pasó eligieras algo nada revelador.
— Supongo.
— Lo odió.
— Si claro. — Dijo con sarcasmo.
— ¿Qué insinuas.?
— No insinuó nada. Yo sé que no lo odias. A pesar de todo lo que hizo todavía lo amas. — Me miró a los ojos y cuándo hace eso no le puedo mentir.
— No voy a responder.
— No necesito que lo hagas. — Siguió viendo vestidos. — Esté es precioso. — Sacó uno. Vi el precio y casi me desmayó.
— No lo compraré. — ¿Para que.? Sólo lo voy a usar una vez.
— No lo harás tú. Tyler lo paga.
— Elegiré algo menos caro.
— Tanta mujeres deseando tener un esposo que las mantenga y tú qué lo tienes no lo aprovechas.
— Esas mujeres deberían sentirse orgullosas de poder pagarse sus cosas. No es bonito depender de un hombre hasta para comprarse una liga de cabello.
— Yo sería feliz con tu vida. Tienes un esposo guapísimo, una hija bellísima, una casa de sueños y una tarjeta sin límites. Felicidad pura..
— Se te olvidó decir que mi esposo no me ama, qué soy una cornuda, que la casa dónde vivo no es mía, y que la tarjeta la paga el, razón suficiente para no usarla prácticamente nunca. Mi hija es lo único hermoso que tengo.
Ella ladeó los ojos.
— Eres cornuda porqué quieres. Tan fácil que sería acostarte con el. — ¿Fácil.? Ella no sabe lo que dice. Sería fácil si no lo amará. Me acotaría con el por puro placer, pero lo amó, y en esa situación voy a demostrarlo. Algo que no quiero que sepa.
— Sólo me acostaría con el sí fuera un caso de vida o muerte. — En esa situación tal vez no dudaría. Pero no creó que llegué.
— Si yo fuera tú por lo menos aprovecharía su tarjeta.
— Adelante. Gasta todo lo que quieras. — Total, será ella no yo.
— ¿Enserio.?
— Si.
— Olvídalo. Compremos el vestido que necesitas y después vemos.
— Princesa ven. — Mi hija se acercó.
— Dime mami.
— ¿Dónde viste el vestido que te gustó para mí.?
— Por aquí mami. — Me guío a una boutique. En el aparador estaba ese vestido. Era negro, manga larga, con la parte de abajo morada.
— ¿Te gusta mami.?
— Es hermoso.
— ¿Lo compramos.? — Revisé el precio y también era costoso. Pero tenía órdenes especificas de comprar esté vestido.
— Lo compramos princesa. — Entré a la boutique y lo compré. Después compramos zapatos y dos vestidos más. Nos dió hambre y fuimos a la cafetería, tomamos unas malteadas y después volvimos a casa.
...Tyler....
Regresé a casa para recoger a Zuri. Subí a su habitación y toqué la puerta.
— Adelante. — Entré. Ella estaba terminado de maquillarse. — Te ves ...
— Aquí no necesitas fingir. La hipocresía guárdala para la cena. — Se levantó y pude apreciar su hermoso cuerpo. Ese cuerpo que me vuelve loco.
— Te dije que no comprarás nada revelador. — La abracé y dejé un beso en su mejilla.
— Adriana lo eligió. — Tomó mis manos intentado quitárselas de encima.
— Hola mami. — Mi niña entró. — Te ves hermosa. Papi. ¿Verdad que se ve hermosa.?
— Si. — Solté a Zuri y cagué a mi hija. — Tu madre es la más hermosa.
— Dale un beso papá. — Aproveché la presencia de mi hija y me adueñe de los labios de Zuri. Ella se quedó inmóvil. Siempre que la besó hace lo mismo. A veces siento que no vivo con una humana. Tal vez se volvió un robot.
Ella se alejó de a poco.
— Vamos a llegar tarde. — Forzó una sonrisa.
— ¿A dónde van.? ¿Puedo ir con ustedes.?
— No princesa. Tú debes dormir. ¿Porqué no estás en la cama.?
— Quería ver cómo quedaba mamá.
— Ya la viste. Ahora ve a dormir.
— Está bien Papi. Hasta mañana. — Me dió un beso y después le dió uno a su mamá..
— Hasta mañana princesa. — Zuri le devolvió el gesto. Me alegra que aunque me odié a nuestra hija si la quiera.
Si pude analizar que perjuicio es cuando no se aclaran las cosas.SE TORNAN TURBIAS.