Volviste A Mi

Desvíe mi mirada hacia la ventanilla y contemplé la inmensidad del mundo.

Entre tantas personas que existen, yo todavía tenía que seguir queriéndolo a él, y ya estaba empezando a creer que él sería el único amor que yo amaría en esta vida.

—Nuestro vuelo tardó mucho, tanto que llegaremos casi amaneciendo a casa, creo que lo mejor sería que nos tomemos el día de descanso, necesito ser diligencias personales no podría asistir a la empresa— su voz me sacó de mis pensamientos.

Lo miré con el corazón encogido y unas inmensas ganas de llorar, por lo que aparté la vista con rapidez y a sentir sin soltar ni una sola palabra, sabía más que nadie que se hablaba, seguramente mi voz se quebraría y todo sería el carajo.

No quería parecer débil frente a él, algo de orgullo y molestia también me dominaban en ese momento.

El resto del vuelo fue en silencio. Las cosas únicamente que interrumpieron la densidad del silencio incomodidad fueron las azafatas cuando nos avisaron que pronto tocaríamos tierra.

Quise decirle muchas cosas antes de que bajáramos el avión, pero tan pronto la compuerta se abrió, Dante bajó, que ni siquiera mirarme ni decirme alguna palabra, todo lo hizo tan rápido como si estuviera huyendo de mí.

El que esté actuando tan distante y frío, como si nada hubiese pasado entre nosotros, es el precio que debo pagar después de tanto insistirle en que se alejara. Era lo que yo quería y fue lo que él me dio, aunque en realidad nunca quise que se alejara.

POV DANTE.

Estoy haciendo exactamente lo que me pidió.

Me alejo de ella tal como quería aún que esto me esté matando por dentro, por correr a ella y besarla, tocarla, decirle cuánto la amo y cuanto deseo que deje todo el miedo que la está consumiendo para que pueda dar paso a esa oportunidad que ambos necesitamos.

Pero no, no puedo.

Por muy difícil que pueda ser me tengo que contener de hacer todo lo que quiero.

Me encuentro en mi apartamento terminando de organizar los documentos para la junta de mañana.

Dejo caer todo en la cama con desdén y me uno a ellos, me acuesto sobre la cama y llevo una de mis manos a la parte de atrás de mi cabeza y la otra está en mi pecho.

Detallo con curiosidad la silueta del techo mientras en mis pensamientos sigue ella.

Cierro los ojos y trato de dejar mi mente en blanco, ya no deseo seguir torturándome pensando en ella.

[•••]

El día en la empresa fue más atariado, entre documentos y conferencias.

Agradezco que sea así, porque he estado todo el día con Ela en la sala de juntas, y la he visto pocas veces a la cara, y aunque ella no me está viendo no tiene ni idea de cuánto me afecta su cercanía.

Ya hemos terminado todo lo que teníamos pendientes el día de hoy y ya me quiero ir, necesito irme.

Recojo mis documentos y todo en la sala de juntas poniéndome de pie.

—¿Ya te vas?—su pregunta me saca del trance en el que estaba.

La veo y me está viendo detenidamente con sus hermosos ojos avellanas.

—Si, ya he terminado mis deberes aquí por hoy—

—¿Me puedes llevar a mi apartamento por favor?— dice poniéndose de pie. —Aunque, si no puedes no te preocupes, tomare un taxi—

Asiento terminando de recoger las carpetas.

—Esta bien, vamos—

Estar aún más cerca de ella y en un espacio tan pequeño como lo es estar en el auto es muy jodido.

Bajamos en el ascensor hasta el estacionamiento y le abrí la puerta del auto para que entrara, apesar de todo soy un caballero.

Cerré la puerta detrás de élla y rodee el auto para ponernos en marcha.

POV ELA.

El silencio aquí dentro del auto es abrumador, podía sentir lo pensativo que estaba.

Se volvió a mirarme y me encontró mirándolo, de inmediato volvió sus ojos en la carretera y me sentí algo avergonzada por eso, y por recordar lo que pasó entre nosotros aquella noche.

Es una tortura pensar en sus dulces besos y sus ardientes caricias cada noche, y lo que mas duele es esta indiferencia que me está dando, no me dice nada y eso me está matando.

—Gracias por traerme—

Lo veo asentir y el silencio vuelve hacer presente cuando se estaciona enfrente de mi apartamento. Ninguno de los dos sabía que decir para romper esa extraña incomodidad que había surgido de repente.

—¿Quieres pasar a mí apartamento y acompañarme a cenar?—

—Si—

Salimos del auto y entramos el apartamento.

Al llegar me quité el blazer y los tacones, descansando por fin mis pies. Caminé descalza por la sala hasta la cocina, siendo muy consciente de que Dante venía detrás de mí.

Le hice señas para que tomara asiento en la pequeña barra que estaba en la cocina, pero nego con la cabeza dándole la vuelta al mesón.

—Permiteme ayudarte—

—Hace años que no cocinamos juntos. ¿Que te provoca?—

—Te parece bien panqueques con miel y chocolate?—

—Si, pero las mías con chocolate encima—

Ríe.

—Tu y tus raras combinaciones de siempre—

—Hay costumbres que por más años que pasen no se pierden— dije lavandome las manos para empezar a cocinar.

Nos pusimos manos a la obra y pude sentir que había viajado en el tiempo. Cuando cocinábamos juntos, tan sincronizados como siempre y dándonos miradas fugaces me hizo olvidar todo, es como si nada hubiera pasado y aún siguiéramos como antes—

En este momento solo somos él y yo.

Y todo es tan perfecto, como siempre lo soñé y como debía ser.

De un momento a otro se acercó tanto a mí que me dejó helada, el que estuviera tan cerca de mí me hizo estremecer y aceleró los latidos de mi corazón a unos muy acelerados.

Tanto era su aprocimidad que pude sentir con claridad el roce de su cuerpo con el mío. Ese acto revolucionó todo mi ser.

Se alejo y lo observé mientras él volteaba los panqueques.

Por Dios santo, ¿Porque he sido tan obstinada y tonta todo este tiempo? ¿Porque no me lancé a sus brazos y lo me contó tal locura? En mi mente sonaba esas frases una vez.

*El ser humano enamorado lo único que comete son errores*

Y yo no fui la excepción. El pasado es eso, un tiempo que ya pasó. Lo qué más vale es el presente y todo lo que podemos cambiar para hacer un futuro mejor.

Y yo ya me estaba cansando de mi propia actitud, necesitaba yo también dar ese paso.