Soy Sandra Mehias mi familia era una de las mas poderosas del país, pero debido a un mal negocio hecho por mi padre quedamos sin nada, mi esposo Fabriccio Berlusconi un poderoso empresario dueño de empresas Berlusconi.
Nuestro matrimonio siempre estuvo cargado de amor, aunque en ocasiones teníamos problemas como en cualquier matrimonio habíamos logrado formar un hogar estable para nuestros hijos: Maria Alejandra de 16 años e Iker de 14 años, ambos la luz de mi vida.
Pero un día todo cambió el cuento de hadas que había creado desapareció y mi matrimonio de 20 años fue marcado por una tragedia. Acompáñame a descubrir secretos ocultos y traiciones que marcaron el fin y el inicio de mi vida
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Capítulo IV Banca rota
Volvimos a la casa después del sepelio de Fabriccio donde esa mujer llamada Melisa hizo acto de presencia junto a sus dos hijos, los cuales tenían la misma edad que mi hija, nos toco compartir con ella ese momento tan doloroso y tan íntimo.
"Iremos a nuestra habitación", dijo Mariale visiblemente afectada.
"Vayan hijos, traten de descansar", respondí abrazandolos diciéndoles que todo estaría bien.
Amanda se encontraba con nosotros en ese momento, también se despidió de ellos dándole todo su apoyo. Si no fuese por ella no se como hubiera podido soportar todo lo que me ha pasado en apenas tres días.
Una vez estuvimos solas fuimos al estudio que era de Fabriccio. "Esto no puede estar pasando", dije desmoronandome finalmente.
"¿Qué piensa hacer?", pregunto Amanda con preocupación.
"¿De qué hablas?", pregunté intrigada.
"Sabes muy bien a lo que me refiero... esa mujer se hizo presente por una razón y estoy segura que reclamará los derechos de sus hijos". Explicó mi amiga.
"Se que así será, pero al ser yo la esposa de Fabriccio soy heredera al igual que mis hijos de los bienes de Fabriccio, aunque si resulta cierto que esos niños son hijos de él estoy consciente que también les corresponde una parte", dije con determinación.
"No se amiga, pero yo que tu hablaría con un abogado, sabes bien que nunca confie en Fabriccio y ahora menos que nunca, ese hombre pudo haber hecho cualquier cosa.
Amanda siempre había desconfiado de mi esposo y ahora le doy toda la razón, pues Fabriccio había demostrado ser un traidor. "Mañana hablaré con el abogado, hoy estoy muy cansada y queriendo despertar de esta pesadilla".
"Sabes que cuentas conmigo para lo que sea y si necesitas algo solo pídelo", dijo con sinceridad en sus palabras.
Amanda también era una mujer adinerada, sus padres les dejaron a ella y a su hermano mayor una gran empresa, pero mi amiga nunca le interesó el negocio de su familia, así que ella se dispuso a vivir de lo que su hermano le enviaba del negocio y de lo que su esposo le daba.
Nuestra conversación continuo con la insistencia de Amanda de que me asesorará con un abogado, hasta puso a mi disposición los de su empresa, pero yo aun confiada pensé que Fabriccio no seria capaz de dejar desprotegidos a sus hijos.
Ese mismo día por la tarde recibí la llamada del abogado de Fabriccio quien me dijo que había un testamento y que al día siguiente daría lectura del mismo. Al escuchar la palabra testamento recordé lo que me dijo Amanda y ahora estaba temerosa de lo que pudiera pasar, ya que Fabriccio nunca me hablo de un testamento, pero que me sorprendía si hubo muchas otras cosas más de las que tampoco me hablo.
El día de la lectura del testamento llegó con un aire de tensión palpable. Estaba nerviosa, cuando llego al despacho del abogado donde se daría la lectura del testamento. Al entrar al despacho encontró ahí a Melisa, "¿Qué hace ella aquí?", pregunté confundida.
"La señora Larrazabal es parte del testamento del señor Berlusconi, por lo tanto debe estar presente en la lectura". Explicó el abogado a quien acaba de conocer, ya que Alfredo no se encontraba presente.
"¿Donde esta Alfredo?, el es el abogado de la familia", pregunté presintiendo algo malo.
"El señor Berlusconi contrato mis servicios, lo que haya pasado con el antiguo abogado lo desconozco". Dijo el sujeto de forma respetuosa.
El abogado, un hombre de rostro serio que apenas había conocido, comenzó a leer las palabras que cambiarían el rumbo de mi vida.
"Fabriccio, en su último deseo, ha decidido que todos sus bienes serán transferidos a la señora Larrazabal y los hijos que tiene con ella..." La voz del abogado resonó en la sala, y cada palabra parecía un golpe en mi pecho. A medida que se iban revelando los detalles, me di cuenta de que no solo había dejado a Melisa una casa, sino también cuentas bancarias sustanciales y propiedades.
Sin embargo, lo que más me impactó fue la revelación de que Fabriccio había estado en bancarrota. Había ocultado de ella no solo su situación financiera, sino también el hecho de que había transferido todos sus activos a Melisa como una forma de proteger a su nueva familia. Sentí cómo el suelo se desmoronaba bajo mis pies al darme cuenta de que no solo me encontraba sin nada, sino que también estaba llena de deudas por las decisiones ocultas del que consideraba mi esposo.
La confrontación con Melisa fue inevitable. "¿No permitiré que te quedes con lo que por derecho le corresponde a mis hijos? ¡No te quedaras con todo mientras yo me quedo con las migajas y las deudas!" grite, dejando salir toda la rabia y el dolor acumulados.
Melisa, sorprendida por mi furia, intentó defenderse: “No sabía nada sobre su situación financiera. Solo recibí lo que él me dejó…”. Pero esas palabras no eran suficientes para calmar el torbellino emocional que sentía en mi interior.
"No eres más que una descarada, una mujer sin dignidad que por tantos años se conformo con ser la otra, se conformo con recibir solo pequeños momentos de sobras", dije manteniendo mi elegancia.
En medio del caos emocional, el abogado interrumpió tratando de calmar la situación. "Señora por favor, mantenga la calma..."
"Usted cayese, seguramente le pagaron muy bien para montar este circo, pero tenga por seguro que cuando la verdad salga a la luz tanto usted como esta arpía pagaran con cárcel lo que están haciendo junto con todo aquel que esté involucrado en esta situación". Tome mi cartera y salí de aquella oficina dispuesta a hacer lo que fuera necesario para recuperar lo que por derecho le pertenecía a mis hijos, lástima que Fabriccio ya estaba muerto, porque de lo contrario haría que pagara con su vida esta ofensa.
Llame inmediatamente a Amanda pata pedirle ayuda para hablar con un abogado, ella inmediatamente acepto y me envió una dirección donde nos encontraríamos con quien me ayudaría a salir de esta situación.
Ella tiene q andarse con cuidado, porq una resbalada y lamalvada exsuegra le quita los niños