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Simplemente Ágata

Simplemente Ágata

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa
Popularitas:5.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Ore Bren

Ágata Dolan, tiene 26 años y es una famosa CEO en el mundo automovilístico, un enredo desafortunado le hara cambiar su punto de vista sobre el amor

NovelToon tiene autorización de Ore Bren para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Ecos del Pasado

La madrugada llegó sin aviso, como una sombra más que se coló entre los pliegues dorados de la mansión Conti.

Los últimos invitados comenzaron a irse, arrastrando con ellos sus perfumes caros, sus palabras vacías y sus promesas envenenadas. Las risas, que horas antes resonaban como un canto de victoria, ahora flotaban en el aire con la fragilidad de un cristal a punto de romperse.

Yo me mantuve junto a las escaleras del vestíbulo, observando cómo el mundo se alejaba lentamente. Cada salida era una oportunidad de leer entre líneas: una mano que no se estrechaba, un beso en la mejilla más largo de lo habitual, una mirada esquiva que delataba algo más profundo que el cansancio. La noche había cumplido su propósito: revelar grietas.

Ciro se apoyó en la barandilla a mi lado. Su camisa ya no estaba perfectamente planchada y el primer botón se había rendido al calor de la tensión. Pero su mirada seguía siendo aguda, protectora. Desconfiada.

—¿Qué te dijo Dalmasso?, me preguntó, con voz baja, aunque estábamos prácticamente solos.

—Que el juego cambió. Y que no tengo tanto tiempo como pensaba.

—¿Vas a confiar en él?

—Confiar no. Pero usarlo… absolutamente.

Ciro asintió, aunque su ceño se mantenía fruncido. No le gustaba depender de hombres como Dalmasso, y con razón. Pero yo había aprendido que, en esta guerra, incluso las piezas más sucias podían valer oro si se colocaban en el lugar correcto.

Nos fuimos de la mansión Conti, hacia la mia, ya las chicas debian de esperarme allí, al llegar Ciro me ayudo a bajar del auto y entramos, yo Subí lentamente las escaleras hacia el ala norte de la casa.

Mis hermanas ya se habían retirado a sus habitaciones Necesitaban descansar. Lo que vendría requería claridad mental y nervios de acero. Pero yo no podía dormir. No todavía.

Entré a mi despacho, un cuarto oscuro con estanterías altas y cortinas gruesas. Sobre el escritorio descansaban documentos que no debía tener, mapas de rutas comerciales encubiertas, transcripciones de llamadas cifradas y fotografías tomadas desde muy lejos… o desde demasiado cerca.

Pero lo que más me interesaba no estaba en los papeles.

Era el retrato colgado en la pared, detrás de la estantería corrediza. Un óleo antiguo, de tonos sepia, que mostraba a una mujer de ojos intensos y sonrisa contenida. Mi madre.

—¿Qué harías tú ahora? susurré, tocando el marco con la yema de los dedos.

Ella había sido la verdadera arquitecta de todo esto. Nosotros solo éramos los herederos de una guerra que empezó mucho antes de que entendiéramos el precio del poder.

Su legado era una mezcla de sabiduría, traición y sacrificios que aún pesaban sobre nosotros como un sudario invisible.

Cerré los ojos por un momento. Recordé su voz, firme incluso en la ternura, y su advertencia final antes de desaparecer de nuestras vidas:

"Nunca subestimes a los que sonríen en el silencio. Son los que entienden que el control no se grita: se susurra."

De pronto, un zumbido me sacó del recuerdo. Era mi teléfono privado. Solo cinco personas tenían ese número. Al ver el remitente, un escalofrío me recorrió la espalda.

Era Él.

Ese mensaje era una deuda que no esperaba pagar tan pronto. Un favor que juré usar solo si todo colapsaba. Y quizás... todo ya lo estaba haciendo.

Abrí el mensaje.

"Lo sé todo. Y aún quiero ayudarte. Pero mi lealtad tiene un precio. El mismo que tú cobraste hace años."

Mi respiración se volvió lenta. Este no era un aliado cualquiera. Este era un fantasma de mi pasado, una sombra que yo misma había enterrado… o al menos eso creía.

Cerré el teléfono y apagué las luces. No necesitaba más respuestas esta noche. Solo preparación.

Porque si él volvía al tablero… la próxima jugada podría costarnos más que el trono.

Podría costarnos el alma, y no sabria como seguiria mi relación con Ciro de ahora en adelante.

1
Yohana patricia Aguancha
Será el expromeridl
Guillermina Ortiz Perez
mafioso llorón y pendejo 😡😡😡
Guillermina Ortiz Perez
Aime en mi país es nombre de mujer
Silvia Gonzalez
mmm que mujeres tan fogosas buen comienso de esta historia bendiciones escritora
Mirtha Montenegro
esta buena
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