Algunas pasiones no nacen para ser compartidas… nacen para poseerlo todo.
Alice siempre fue diferente. Bajo su apariencia dulce y su mirada de miel brillante, esconde un alma indomable, rebelde y peligrosa, capaz de amar hasta los extremos más oscuros. Desde el instante en que lo vio —al heredero más temido de una de las mafias más poderosas—, su mundo dejó de girar de manera normal. No era una elección... era una obsesión silenciosa, un lazo invisible que ella no estaba dispuesta a soltar.
Entre secretos, traiciones y sentimientos que rozan la locura, Alice demostrará que algunas sombras no buscan protección… buscan controlarlo todo.
En una historia donde la pasión y la obsesión se entrelazan con el peligro, el amor no es un refugio: es un campo de batalla.
¿Hasta dónde llegarías por convertirte en la dueña de su sombra?
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Capítulo 4 – Un año de risas, un año de amor
No sé qué es un año. No entiendo los días, las horas ni los relojes, pero puedo sentir algo especial en el aire. Algo diferente… como si el sol hoy quisiera abrazarme más fuerte.
Hoy la casa huele a cosas dulces. Hay muchas risas, pasos corriendo, voces conocidas. Mamá me vistió con un vestido suavecito, que se siente como una nube. Me puso un moño que me hace sentir bonita, aunque yo solo quiero quitármelo para ver cómo sabe.
Gateo por el suelo. Me gusta el suelo, es fresco y se siente seguro. Allá está Valentín, con su sonrisa grandota y esa pelotita que me lanza una y otra vez. Me río cuando rueda hacia mí. Él me aplaude como si acabara de hacer algo extraordinario.
—¡Esooo, Alice! —grita, con emoción que me hace reír otra vez.
De pronto, alguien me levanta. Es Alan. Sus brazos son fuertes, su voz grave, pero su mirada… su mirada es como una mantita caliente. Me sostiene como si fuera la joya más importante del mundo.
—Eres la reina de esta casa, ¿lo sabías? —me dice en voz baja—. Nadie va a tocarte un pelo. Lo juro.
No entiendo sus palabras, pero sí su corazón. Late rápido, como el mío cuando me emociono.
Escucho música. Mi papá tararea mientras exprime unas cosas naranjas que huelen rico. Tiene el cabello mojado y la camiseta arrugada, pero siempre se ve fuerte. Me da un beso en la frente al pasar y me guiña un ojo. Él es como una montaña que me protege.
Axel baila con una cuchara de madera y me hace reír. Alex solo observa. Me mira con ojos tranquilos, como si pudiera entender lo que pienso aunque yo no hable todavía. Benjamín me entrega algo de colores: ¡mi primer dibujo! Lo abrazo, aunque casi lo rompo sin querer.
Luego llega mamá con algo redondo y lleno de lucecitas. Todos se agrupan. Me ponen al centro. Las voces cantan. No sé qué canción es, pero suena feliz. Me aplauden, me sonríen. La llama de una velita baila frente a mí y todos me animan a apagarla. Mamá sopla por mí y todos gritan contentos.
No entiendo nada… pero me encanta todo.
Me pasan de brazo en brazo. Me llenan de besos, de caricias, de amor. Siento como si flotara. Como si el mundo entero hoy estuviera hecho solo para mí.
Después me quedo en el regazo de mamá, con la pancita llena, los ojos pesados, el corazón contento. Me canta algo suavecito en el oído y yo me dejo llevar.
Hoy cumplí un año. No sé lo que significa...
Pero si esto es crecer, entonces quiero seguir haciéndolo en este hogar, donde el amor me arropa y la risa siempre me espera.
Y aunque todavía no puedo hablar, en mi silencio ya empiezo a recordar. A guardar cada momento.
Porque este es mi mundo…
Y estoy lista para conquistarlo.
Aunque sea solo una bebé, me siento tan bien con ellos, con mi gran familia