Comenzando Amar

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones. Andy estaba más ocupado que nunca con el restaurante y las reuniones con Andrés, su abogado, para preparar todo en caso de que Evelin decidiera llevar el asunto de la custodia a juicio. Yo lo apoyaba en todo lo que podía, pero me preocupaba verlo tan tenso, aunque intentara disimularlo con su actitud relajada y su sarcasmo de siempre.

Una noche, después de cerrar el restaurante, nos quedamos en su apartamento. Yo me había acurrucado en el sofá con una manta mientras él terminaba de responder unos correos en su laptop. Lo miré en silencio, observando el ceño ligeramente fruncido en su rostro. Andy casi nunca se dejaba afectar por nada, pero esto claramente lo tenía agotado.

—Ven aquí —le dije suavemente, dándole una palmadita en el sofá a mi lado.

Él soltó un suspiro, cerró la laptop y se dejó caer a mi lado, apoyando su cabeza en mi regazo. Le pasé los dedos por el cabello en un gesto tranquilizador.

—Hoy fue un día largo —murmuró, cerrando los ojos por un momento.

—Lo sé. Y mañana será otro —respondí con una sonrisa—. Pero al menos ya estás en casa y puedes descansar.

Andy entreabrió un ojo y me miró con diversión.

—¿Descansar? Contigo aquí, dudo que pueda hacer eso.

Rodé los ojos, aunque no pude evitar sonreír.

—No me refiero a ese tipo de descanso. Hablo de relajarte un poco.

Él se acomodó mejor y suspiró.

—A veces quisiera que todo esto se resolviera de una vez. No quiero que Charlotte tenga que pasar por el estrés de un juicio, pero Evelin está decidida a complicarlo todo.

—No estás solo en esto, Andy —le recordé—. No importa qué pase, yo estaré aquí.

Andy tomó mi mano y la besó con ternura.

—¿Qué haría sin ti, amor?

Sonreí, sintiendo un calor agradable en el pecho.

—Probablemente estarías perdiendo el juicio con tanta presión encima.

Él soltó una carcajada y me abrazó con fuerza.

—Definitivamente.

Nos quedamos así un rato, disfrutando el momento de paz en medio de todo el caos. Sin importar lo que Evelin intentara, estábamos juntos en esto. Y yo no iba a dejar que nada ni nadie dañara a Andy o a Charlotte.

[...]

Narra Andy.

Esa tarde, habia discutido nuevamente con Evelin, Andy se sintió frustrado y agotado. Había pasado días sin poder ver a Charlotte, y eso lo estaba matando. Había llegado con la esperanza de que al menos podría verla, pero Evelin lo rechazó tajantemente, diciendo que no tenía derecho a verla. Las palabras de su exesposa lo habían golpeado, y la impotencia le nublaba la mente.

—¿Cómo puede hacerme esto? —murmuró Andy, golpeando el volante de su coche mientras conducía hacia la casa de Arie.

El tráfico era espeso, pero sus pensamientos estaban más enredados que cualquier atasco. La situación con Charlotte lo estaba consumiendo. Cada vez que trataba de hacer lo correcto, Evelin ponía más obstáculos, sin importar lo que Andy había hecho por su hija.

Al llegar a la casa de Arie, Andy ya no podía ocultar lo mal que se sentía. Apenas entró, la vio sentada en el sofá, leyendo un libro. Cuando levantó la mirada y vio su expresión, se acercó rápidamente.

—¿Qué pasó? —preguntó Arie, poniéndose de pie de inmediato al notar su tono.

—No la pude ver. Evelin no me dejó. —Andy dejó escapar un suspiro frustrado, hundiéndose en el sofá. — Dijo que no tengo derecho. Ni siquiera sé qué hacer con todo esto.

Arie se arrodilló frente a él, poniéndole una mano sobre la pierna en un gesto de consuelo.

—Lo siento mucho, Andy. Sé lo importante que es para ti. Pero no dejes que te derrumbe. Charlotte necesita saber que siempre vas a estar ahí para ella, y aunque ahora sea complicado, eventualmente lo lograrás.

Andy la miró, agradecido por sus palabras, pero aún con la cabeza llena de preocupaciones. Arie era su refugio, su apoyo, y eso lo ayudaba más de lo que podía expresar con palabras.

—Tienes razón —dijo finalmente, mirándola con una leve sonrisa—. No puedo dejar que esto me controle.

El silencio se alargó por un momento hasta que algo pasó por la cabeza de Andy. Un pensamiento que, aunque simple, podía ser la solución a muchas cosas.

—Oye, ¿te has dado cuenta de que siempre estamos viviendo entre tu casa y la mía? —le dijo a Arie, mirando hacia los lados como si lo acabara de notar.

Arie levantó una ceja, sorprendida por la pregunta.

—Bueno, sí... es verdad. Pero no me parece algo tan raro. Siempre estamos aquí porque, bueno, tú trabajas mucho y te queda cerca. Y yo... soy un poco desordenada en mi casa.

Andy sonrió ligeramente.

—Sí, lo sé. Pero creo que podría ser hora de cambiar eso. Hace un tiempo compré una casa cerca del restaurante, pero nunca la usé. Está vacía, y ya que siempre estamos aquí, ¿por qué no mudarnos juntos? Así no tienes que estar siempre cambiando de lugar. Podríamos empezar a construir algo en común.

Arie lo miró sorprendida, procesando lo que le acababa de proponer.

—¿Mudarnos juntos? —repitió, casi sin creerlo.

Andy asintió, sin dejar de mirarla a los ojos.

—Sí. Creo que es el momento adecuado. No tiene sentido seguir viviendo entre dos casas si estamos siempre el uno con el otro. Además, así tendríamos un lugar para nosotros, para los dos. Sin más idas y venidas.

Arie no pudo evitar sonreír, algo en su interior despertó una emoción que hacía tiempo no sentía. La idea de vivir juntos, de compartir ese espacio con Andy, la llenaba de felicidad.

—¿Estás seguro? —preguntó, todavía un poco incrédula pero emocionada.

Andy la miró, tomando su mano con suavidad.

—Totalmente seguro. Quiero que estemos juntos. Todo el tiempo. Y si podemos construir una vida juntos, lo haremos. Esto no es solo por Charlotte o por nosotros, es por el futuro que quiero contigo.

Arie se acercó a él y, sin pensarlo dos veces, lo abrazó. Era la respuesta que él esperaba. Y por fin, todo parecía encajar, como si los dos hubieran estado esperando este momento. La idea de compartir su vida, de vivir bajo el mismo techo, les daba una sensación de estabilidad que ambos necesitaban.

—Entonces, sí —dijo Arie, sonriendo—, acepto. Vamos a mudarnos juntos.

Andy la abrazó más fuerte, sintiendo que finalmente estaba tomando el control de su vida, con Arie a su lado, y también con la esperanza de que las cosas con Charlotte eventualmente se resolverían.