Ivette Mora es una madre de dos hijos que prefiere pasar su vida sola, el maltrato y desamor que sufrió con el padre de sus hijos dejó huellas en lo más profundo de su ser, en una jugada del destino se cruza con Gustavo Martínez y viven una historia de amor plena. Pero un error hará perder la confianza, allí empezará la difícil tarea de reconquistar a su amor o dejar que todo se pierda.
Una historia de amores y desencuentros.
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El regreso a la rutina.
La segunda noche en hotel Gustavo recibe una llamada de su hija quien se escuchaba muy molesta
-hola hija ¿Cómo estás?
-No tan bien como tú - respondió sarcásticamente.
Gustavo percibió su molestia -¿Sucede algo?
-Solo decirte que está bien que tengas nueva pareja y todo, pero no te olvides que tienes hijos.
-¿por qué me dices eso?
- No sé, simplemente hoy es el segundo día que no llegas a casa.
-Pero ustedes son grandes y yo tengo derecho a descansar.
-Yo simplemente te lo digo para que lo sepas porque parece que te has olvidado.
Él no les dijo que viajaría con Ivette, pero lo más probable es que lo sospechara.
Ella pudo ver que su rostro tenía un poco de preocupación.
—amor ¿está todo bien?
—Sí, todo bien.
— Tu rostro dice otra cosa.
—Es qué mi hija no quiere saber nada que yo tenga otra pareja, para ella solo vale su mamá.
—Dale tiempo, no todos tienen el mismo proceso.
—tus hijos no necesitaron tanto tiempo.
—hay una gran diferencia mi amor. Mis hijos nunca tuvieron un padre presente y solo te han conocido a ti.
Gustavo suspiró con un poco de cansancio emocional. —no sé si en el tiempo lo va a entender.
—tranquilo, debes entender que ella tiene a su mamá y creció con ustedes dos juntos, debe ser difícil para ella ver una tercera persona, sobre todo si ustedes fueron felices.
—ella es adulta debe entender que el amor se nos acabó.
—vuelvo a repetir, Dale tiempo en todo caso yo nunca te haré elegir entre tus hijos y yo. Ellos siempre deben estar primero en tu vida, como para mí mis hijos.
—lo sé, pero me gustaría compartir juntos, no quiero que pases una navidad o un año nuevo sola otra vez.
—Habrá otros años amor, hora disfrutemos el momento. ¿Te parece?
—Eres tan especial en todo. Me transmites una paz y una tranquilidad única.
La semana de vacaciones pasaba entre playa durante el día y visitas a distintos lugares de esa ciudad durante las noches, se sacaron innumerables fotos juntos, los jóvenes eran esquivos a las fotos se sacaban pocas, pero a pedido de Ivette qué quería tener recuerdos a veces se dejaban tomar alguna qué otra foto, cada noche terminaba con Ivette acompañando a sus hijos hasta que se durmieran y luego iba a su habitación para gozar su tiempo con Gustavo. Fueron vacaciones hermosas, el tiempo pasó rápido y ya era momento de regresar a sus hogares, en otras palabras volver a la rutina.
De regreso después de horas de viaje Gustavo los dejó en su departamento, le ayudó a subir sus maletas de viaje, los hijos de Ivette venían cansados, así que fue darse una ducha para descansar, Ivette no quería que Gustavo se fuera, esa semana había dormido junto a él, se sentía bonito despertar con quien amas.
Por primera vez le pidió quedarse — ¿te gustaría quedarte conmigo hoy?
—Amor, no es posible, aquí todos saben que vives con tus hijos y no quiero que hablen mal de ti.
—Ok, entiendo —Respondió ella con la voz desanimada.
—Mi vida yo te amo, no lo dudes, como tú dices habrá tiempo para todo — Continuó diciendo — Igual si me invitas me quedo a cenar — esbozando una sonrisa.
—Obvio que sí, quedate a cenar.
Llegó el momento de despedirse y fue una sensación extraña, ambos querían seguir juntos pero cada cual debía volver a su rutina.