Mi nombre es Alexander Dy Galyz, hijo mayor de Violeta de Dy Galyz, más conocida como "La Rosa Negra", la poderosa y enigmática líder colombiana radicada en Monza, Italia. Soy consciente de que mi historia está entrelazada con la de mi madre, una mujer que ha dejado una huella indeleble en el mundo, tanto en su vida personal como profesional.
A mis 24 años, soy ingeniero de sistemas, y con ello, el sucesor de un legado que mi madre ha construido con esfuerzo, sacrificio y una inteligencia que la ha convertido en una mujer respetada y temida por igual. Mi madre, a sus 41 años, ha logrado lo que pocos pueden imaginar: ha creado un imperio en Italia y ha conseguido un respeto absoluto en los círculos más altos de la sociedad.
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La Salvación de Paloma
En medio del caos y la oscuridad del contenedor, Alexander Dy Galyz encontró algo que lo golpeó aún más que la brutalidad que había presenciado: una joven. Su piel pálida, marcada por el abuso, sus ojos azules como el cielo, y su cuerpo frágil, casi etéreo, destacaban entre las sombras. Paloma, de apenas 18 años, estaba al borde de la desesperación, pero en su mirada, Alexander vio algo que no esperaba: fuerza.
Cuando sus ojos se cruzaron, algo en Alexander cambió. La rabia que lo consumía por la barbarie de los carteles fue reemplazada por una necesidad urgente de protegerla, de devolverle la dignidad que le habían robado. Paloma, con su rostro de inocencia y su espíritu quebrantado, estaba más allá de cualquier dolor físico. El daño a su alma era lo que realmente le había marcado. La joven había sido secuestrada, despojada de su libertad y probablemente sometida a un destino que ni siquiera Alexander quería imaginar.
Sin embargo, algo en ella lo impactó profundamente. Los ojos de Paloma no estaban completamente vacíos, como los de otras víctimas que había visto. A pesar del sufrimiento, había una chispa en ellos. Algo que decía que no todo estaba perdido, que aún había esperanza. Y él, Alexander Dy Galyz, se comprometió a ser el guardián de esa esperanza.
“Estás a salvo ahora,” dijo suavemente, acercándose a la joven con la seguridad de quien tiene el poder de cambiar su destino. Su voz, aunque grave y seria, llevaba consigo una promesa, una protección que solo alguien como él podía ofrecer. Paloma no entendía completamente lo que sucedía a su alrededor, pero pudo sentir que había algo diferente en el hombre que la había rescatado. Alexander, el hijo de la Rosa Negra, era conocido por ser un líder frío y calculador, pero esa imagen de hombre de poder se desvaneció por un momento al mirar a la joven a los ojos. En ese instante, era solo un hombre que había prometido salvarla.
Tras un breve contacto visual, Paloma cayó en los brazos de Alexander. No era solo el alivio físico lo que la hizo derrumbarse en sus brazos, sino el hecho de que finalmente estaba a salvo. Su miedo había sido tan grande que parecía haberla consumido por completo, pero la presencia de Alexander era el refugio que necesitaba para creer que su vida aún tenía sentido.
Con gran cuidado, Alexander la levantó del suelo y la llevó con sus hombres a un lugar seguro. Sus ojos permanecieron en la joven mientras se alejaban del infierno en el que había estado atrapada. Sabía que, aunque no podía deshacer lo que había pasado, podría darle una vida nueva, alejarla del infierno del narcotráfico y ofrecerle la oportunidad de ser amada y cuidada.
Paloma, a pesar de su dolor, encontró en él una figura protectora. Alexander, al igual que su madre, era una persona de gran poder, pero con su corazón tan intenso y decidido a proteger a los suyos, la joven comenzó a ver algo más en él. Un líder que no solo había rescatado su cuerpo, sino también su alma.
A partir de ese momento, Paloma sería parte de la familia Dy Galyz, bajo la protección de Alexander, quien cuidaría de ella con dedicación. No solo se había convertido en una víctima más, sino en un símbolo de lo que los Dy Galyz podían hacer por aquellos que necesitaban salvación.
Mientras Paloma comenzaba su nuevo capítulo, Alexander se comprometió a hacer todo lo que estuviera a su alcance para garantizar que ningún mal tocara a esta joven. Ella no solo sería rescatada del narcotráfico, sino que también aprendería a vivir una vida llena de amor y esperanza, rodeada de la fuerza y protección de los Dy Galyz.
Paloma, con su hermosa mirada azul, se convirtió en una de las muchas vidas que Alexander juró proteger. Sin saberlo, ella sería una de las personas clave que cambiarían la historia de la familia Dy Galyz.