Jade Chandler, después de morir en su mundo como una villana, reencarna en el mundo moderno en el cuerpo de una nerd que es maltratada por su prometido y familia.
—No me toques maldito enfermo.
—Callate, te he repetido miles de veces que cuándo yo hablo tu cierras la maldita boca zorra.
recibido una bofetada de su asquerosa mano y yo solo lo miro con una sonrisa mientras sostengo mi mejilla.
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Capitulo:22
EMMA:
Abro los ojos a un nuevo día y tomo asiento en la cama mientras observo mi plano vientre.
—¿Sabes que es lo peor de todo bebé?
Le pregunto mientras doy pequeñas caricias.
—Lo peor es que ni siquiera pude disfrutar concibiendote, que mala jugada ¿Verdad?
La puerta es tocada interrumpiendo nuestra plática.
—¿Estás despierta?
La voz de Alexandro hace que mi corazón comience a latir con velocidad.
—Si.
Menciono y la puerta es abierta dejando entrar su cabeza.
—Buenos días ¿Dormiste bien?
—Si, como un bebé.
—Me alegro, la cita medica es en una hora, ya el desayuno está listo, te espero abajo.
—De acuerdo.
Es lo último que digo y el se retira cerrando la puerta tras él.
Con un suspiro me levanto y me dirijo al baño a hacer todas mis necesidades y luego me tomo una refrescante ducha.
Minutos más tarde estoy frente al espejo ya cambiada y observo mi vientre... Ni para el lado, ni para el frente se puede observar nada... ¿A los cuantos meses comienza a notarse?
Me pregunto, pero antes de hacerme más preguntas salgo de la habitación y me dirijo a la cocina donde me espera mi desayuno.
Al llegar Alexandro me mira de arriba abajo.
—Vaya, cada día estás más hermosa.
—Gracias.
—Aquí está su desayuno señorita Emma, espero que le guste.
Dice Martha colocando una bandeja frente a mí, observo hotcakes con mermelada, frutas y jugo.
—Se mira muy delicioso Martha, gracias.
Ella solo asiente y se retira mientras yo comienzo a comer de inmediato para que no se nos haga muy tarde.
(...)
Tiempo más tarde estamos frente a un establecimiento muy grande.
—Ya llegamos ¿Estás nerviosa?
Pregunta mientras toma una de mis manos y las entrelaza.
—No ¿Y tú?
Lo miro y este solo me mira de reojo.
—La verdad es que sí.
Murmura y al entrar una chica nos recibe.
—Buenos días ¿Señor Moretti?
—Sí.
—Segunda planta a la derecha, la doctora Jiménez los espera.
—Bien, gracias.
La chica nos entrega un ticket y Alexandro camina con dirección a la caja endemoniada y abro los ojos.
—Alexandro, ni muerta me subo a esa cosa.
—¿Al ascensor? Pero... Es la forma más rápida de llegar.
—Yo no subiré a esa cosa, si quieres ve tú, yo iré por las escaleras.
Me suelto de su manos y camino con dirección a las escaleras.
El hombre me sigue y yo lo miro por encima del hombro.
—¿Es enserio?
—Muy en serio, primero muerta antes de subirme ahí.
—De acuerdo, de acuerdo... Tu mandas.
Dice llegando hasta mi para dejar un sueve beso en mi mejilla.
—Me encanta tu cabello, cuándo recién te conocí pensé que te lo pintabas.
Dice subiendo las escaleras a mi ritmo sin dejar de mirarme.
—¿De verdad? ¿Qué fue lo primero que pensaste la primera vez que me viste?
Lo miro cuando le hago la pregunta y él solo sonríe.
—Que chica más hermosa... Recuerdo que te pusiste roja cuándo te diste cuenta que te miraba fijamente.
Sonrío pensando que a la persona que vió fue a la verdadera dueña de este cuerpo, no a mí.
—Mmm, es que soy irresistible, no lo puedo negar.
Digo con orgullo y él solo se ríe tomando mi mano nuevamente hasta terminar de subir las escaleras.
Observo como Alexandro está igual, es como si no estuviera subiendo unas largas escaleras, mientras yo, tengo la respiración agitada y algunas gotas de sudor.
—Creo que necesitas ejercicios Emma.
Dice con burla y la verdad me dan ganas de golpearlo.
Caminamos hasta una chica que supongo es la secretaria y observo que mira a Alexandro con una sonrisa coqueta ¿Qué les pasa a estas mujeres? ¿Acaso no respetan?
—Tenemos una cita con la doctora Jiménez.
Menciono y ella me ignora abiertamente.
—Hola guapo.
Sonríe y enseña más sus enormes pechos.
—¿No escuchaste? Mi mujer te habló.
Oh, dijo mi mujer, que lindo se escuchó eso.
—Lo lamento señor, no escuché ¿Qué dijo señora?
Se nota su manera despectiva de hablarme y yo frunzo el ceño mientras me acerco a ella.
—Escuchaste claramente, solo que me ignoraste a propósito para coquetear con mi esposo ¿Sabes cómo se le llama a ese tipo de mujer?
—¿Quién te crees para hablarme de esa manera?
Dice la chica con enojo.
—No ¿Quién te crees tú para alzarme la voz?
Le pregunto ya enojada.
—¿Qué es este alboroto?
Sale una señora vestida de blanco mientras nos mira a los tres con rostro serio.
—Su empleada le ha faltado el respeto a mi mujer, Jiménez, eso es algo que yo no puedo tolerar.
La mujer me mira por unos segundos para luego asentir.
—Pasen, y tú, estás despedida.
—Pe... Pero... Señora... Yo...
La miro con una sonrisa burlona y me cuelgo del brazo de mi hombre.
—Hay querida, te quedaste sin el pito y sin la flauta, que lastima por ti.
Le digo sin dejar de reír mientras me alejo de su presencia.
Al entrar a la habitación la doctora nos indica que tomemos asiento y ella lo hace frente a nosotros.
—Lamento que hayan pasado este mal rato, eso no volverá a ocurrir.
—Eso espero, no quiero que mi mujer vuelve a pasar por eso otra vez.
Dice mi hombre con voz sería y la mujer asiente.
—Tiene mi palabra Moretti.
Luego de la doctora hacerme una serie de preguntas me hace colocar una fina bata especial y me hace recostar en una camilla.
—¿Estás lista?
Me pregunta ella y yo asiento mientras miro el rostro serio de Alexandro.
Este solo me mira y deja un beso en mi frente mientras sostiene mi mano con algo de fuerza.
La doctora me coloca un frío gel en el vientre y luego me pone un extraño aparato mientras concentra su vista en la pantalla.
—Ahí está su bebé, y ese sonido es su corazón.
El sonido se escucha en toda la habitación haciendo que sonría sintiendo felicidad, aunque no veo nada de bebé, solo observo una mancha negra que la doctora señala
Me encantó esta hermosa parte, amo los arcos de bebés y más cuando están pendientes a ellos