Emma Moretti, una joven de 25 años, italiana, Sin padres y bajo la tutela de un tío mafioso que la ve como moneda de cambio, su única salida es escapar antes de que la venda al mejor postor. Astuta, carismática y con un fuego interno que se niega a apagarse, Emma llega a Nueva York con la esperanza de empezar de nuevo… sin saber que su destino está a punto de cruzarse con el hombre más frio y deseado de la ciudad.
Adrián Blackwood es un magnate implacable. CEO de un emporio multimillonario, frío como el acero y tan hermoso como inaccesible. Acostumbrado a controlar todo lo que lo rodea, su mundo perfectamente calculado comienza a tambalearse cuando una joven no tan desconocida irrumpe en su vida… y en sus pensamientos.
Ella solo quiere esconderse. Él no puede evitar querer protegerla… a su manera.
Mientras el pasado oscuro de Emma la persigue, Adrián moviliza sus conexiones, su poder y sus propios demonios para mantenerla a salvo.
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Capítulo 20
...EL ATAQUE DEL MAGNATE ...
La noche caía sobre la ciudad como una manta de humo espeso, pesada y sofocante, las calles estaban plagadas de caos: incendios en almacenes, saqueos selectivos, explosiones que reverberaba por los callejones oscuros; Giovanni había soltado a sus sabuesos, y la ciudad lo sabía.
Pero Adrián Blackwood también.
— Quiero un mapa completo de los movimientos en los últimos cuarenta y cinco minutos. ¡Ahora! — rugió Adrián, parado en el centro de su oficina en la torre, la misma que Emma había recorrido en silencio tiempo atrás.
Su presencia era eléctrica, un huracán contenido tras un traje negro perfectamente entallado, su mandíbula tensa y la mirada gélida mostraban la furia silenciosa de un hombre que no perdonaba que se metieran con lo suyo.
Ethan, con un chaleco táctico, sostenía una tableta en la que se marcaban puntos rojos intermitentes — las zonas atacadas — y líneas azules — los convoyes de los hombres de Blackwood.
—Están atacando rutas secundarias, lo suficientemente lejos como para distraernos, pero lo bastante cerca como para ser un desafío — dijo Ethan, con calma letal —. Esto es una distracción, quiere que entremos en pánico.
— Pues vamos a darle el espectáculo — replicó Adrián. Tomó su abrigo y caminó hacia la puerta—. Quiero a todos nuestros hombres armados, vamos a calmar esta ciudad así más de uno deba morir.
— El Escorpión también está en el juego — comento Ethan con una mirada voraz, llena de malicia y sangre.
— Perfecto, así iremos acabando con esas plagas asquerosas — espetó Adrián con una sonrisa tan burlona como la del guasón.
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El humo se alzaba desde el puerto viejo, donde una de las rutas de tráfico había sido comprometida. Es que nuestro magnate era tan poderoso por comerciar tecnología de alto nivel a diferentes países, tenía su doble carta, vendía al gobierno, pero también a lideres mafiosos, sabiendo jugar muy bien en ambos bandos, pues su lema era solo soy un empresario encargado de vender mi mercancía al mejor postor.
Adrián bajó de su vehículo blindado sin esperar a que nadie le abriera la puerta, caminó entre fuego y balas con una serenidad intimidante.
Dos hombres de Giovanni intentaron detenerlo, no vivieron para contarlo.
— Ya tenemos controlada esta área, hay que enviar un grupo al embarcadero donde Giovanni tiene un contenedor que vale millones de millones. — dijo Ethan
— Quemen ese maldito contenedor. Que no quede nada — ordenó Adrián con voz seca, a uno de sus grupos elite, sabía lo que había dentro: armas. Drogas. — mientras Ethan les pasaba la información por la Tablet que cargaba en mano.
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Minutos después Adrián y Ethan se dirigían a una de las bodegas de Giovanni donde habían detectado movimientos irregulares y sobre todo tenían la información de que el Escorpio se encontraba allí.
Ethan estaba en el techo de un edificio cercano, supervisando a un escuadrón, cada movimiento estaba cronometrado, cada disparo, justificado.
— Objetivo a las tres — murmuró por el comunicador, un francotirador, colocado por Giovanni, cayó segundos después, la ciudad era su tablero, y él, el estratega perfecto.
Adrián entró a la bodega, era la única que aún quedaba en pie, de manera sigilosa él y sus hombres se fueron colando poco a poco, había varios hombres reunidos entre ellos el Escorpión, estaban armando estrategias para atacar de frente a Nuestro Magnate.
Ethan bajo rápidamente del edificio con su arma en los hombros, se posicionó en un lugar más estratégico para poder cubrir las espaldas de su amigo Adrián.
Una lluvia de disparos llego de manera desprevenida a los hombres de Giovanni, El escorpión corrió rápidamente para cubrirse, Ethan ayudaba a eliminar hombres con disparos certeros.
Los hombres que acompañaban a Adrián empezaban a controlar la situación y en un momento a otro El escorpión quedo de frente con Adrián ambos apuntándose con sus armas.
— Vaya, vaya, ahora no solo eres empresario, sino que también superhéroe, dijo Miguel Ángel Calderón, alias EL ESCORPIÓN.
— Que imbécil eres — dijo Adrián empuñando más fuerte su arma.
— ¿Qué vas a hacer, me vas a matar?, como le dirás a mi Hija que manchaste tus manos con la sangre de su padre — dijo burlonamente El escorpión.
— Ella lo entenderá, te lo advertí, dije que si te metías con ella no vivirías para contarlo.
— mi dulce hija no te lo perdonará nunca.
— Y quien dijo que los muertos hablan. — y esa fue la señal para que Ethan diera un disparo certero en la cabeza del escorpión.
— Uno menos. — fue lo que dijo Adrián antes de hacerle señas a sus hombres para que impregnaran el área en gasolina.
Uno de sus hombres prendió una mecha, las llamas se elevaron en cuestión de segundos, iluminando su rostro como si fuese un demonio renacido del infierno.
— Quiero que Giovanni entienda lo que pasa cuando se mete con lo más preciado que tengo — dijo mientras el fuego danzaba detrás de él.
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A medianoche, Ethan bajó al galpón donde se reunían todos los hombres de tácticas y operación de Adrián, tenía polvo y sangre en las botas, pero sus ojos brillaban con concentración, entró al camión de comando y desplegó las estadísticas de las últimas dos horas.
—Hemos acabado con el 60% de los contenedores y destrozado rutas de las zonas norte y este. Solo queda la zona oeste... y el puerto sur.
—Yo me encargo del puerto — dijo Adrián sin pestañear.
Ethan lo miró, sabiendo que no podía disuadirlo, cuando Adrián entraba en guerra, era una fuerza imparable.
El puerto sur estalló en llamas cerca de la una de la madrugada.
Adrián caminó por el muelle mientras los contenedores ardían, su teléfono vibró, era un mensaje cifrado.
Todo bajo control en la cabaña.
Respiró, solo entonces permitió que la tensión en su pecho aflojara levemente, pero sus ojos seguían llenos de furia., esto no había terminado, Giovanni había cometido un error que iba a pagar con creces.
— En esta ciudad ya ese maldito no es nadie. Esta noche marcamos el comienzo del fin — murmuró para sí mismo, mientras el fuego iluminaba su silueta.
Hasta ahorita lleva buena 💯 Trama 😍