Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 24
Luca
Hoy no fue un día cualquiera. Mi padre había decidido que era el momento de llevarme a su trabajo, para que viera cómo funcionaba la abogacía desde dentro. Se suponía que debía ser algo informativo, algo que me ayudaría a decidir si quería seguir ese camino. Pero, en lugar de sentirme motivado, solo sentí más presión sobre mis hombros.
Estuve todo el día rodeado de abogados, escuchando hablar de casos complejos, leyes, y decisiones que, honestamente, no me interesaban en lo más mínimo. No quería ser uno de esos tipos trajeados, discutiendo en los tribunales. A mí me gustaba la idea de la libertad, de poder hacer lo que realmente quisiera sin tener que estar atado a una mesa de trabajo o a un escritorio todo el día.
Pero más allá de todo eso, no podía dejar de pensar en Danara. Estaba en mi mente, como un eco constante. Cada conversación que escuchaba en la sala de reuniones, cada papelería que pasaba por mis manos, todo me recordaba a ella. Me preguntaba qué estaría haciendo, si estaría pensando en mí o si estaría con sus hermanos, como siempre, sin prestarme mucha atención.
Era extraño, pero la ansiedad que sentía en este lugar, rodeado de gente que esperaba que yo tomara una decisión sobre mi futuro, desaparecía cuando pensaba en ella. Era como si su presencia, aunque distante, me diera calma. Como si, de alguna manera, ella pudiera entenderme sin necesidad de hablar demasiado.
Por fin, en un descanso, logré tomar mi celular y mandarle un mensaje. De inmediato, me respondió.
*"¿Cómo va el día?"*
Su mensaje fue simple, pero me hizo sonreír. A veces, lo que más necesitaba era algo tan sencillo. Decidí llamarla. No podía esperar más para hablar con ella, para escuchar su voz.
—Hola —dije en cuanto escuchó el teléfono.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —su voz sonaba tranquila, pero podía notar una chispa de curiosidad.
—Sigo aquí, en la oficina de mi padre —respondí con un suspiro—. La verdad es que siento que estoy atrapado en una jaula de abogados. No quiero esto para mi vida, Danara. Siento como si me estuvieran presionando a seguir un camino que no quiero.
Hubo una breve pausa al otro lado de la línea. Luego, me respondió con algo que no me esperaba:
—¿Y has considerado que tal vez nunca le diste una oportunidad real? Quizás no te está presionando tanto como tú crees, pero ¿has pensado en lo que realmente quieres? Yo sé que lo que sientes es difícil, Luca, pero siempre podemos intentar ver las cosas desde otro ángulo.
Me quedé en silencio por un momento. Sus palabras fueron como un golpe en la cabeza. De alguna forma, ella tenía razón. Yo siempre había asumido que no quería ser abogado solo porque no me atraía la idea, sin darme la oportunidad de explorar realmente qué implicaba esa carrera.
—Nunca había pensado en eso de esa forma —le dije, sintiendo una sensación extraña en el pecho—. Me has hecho darme cuenta de que tal vez ni siquiera he intentado ver todo el panorama.
Me sentí algo avergonzado. Danara tenía razón. Aunque ella fuera más joven que yo, y aunque no tuviera tanta experiencia con las decisiones importantes de la vida, siempre me hacía reflexionar de una forma que nadie más podía. Ella, con su forma simple pero sabia de ver las cosas, me hacía cuestionar mis propios miedos e inseguridades.
—Luca, no tienes que decidir ahora. Solo tienes que darle una oportunidad, ver si te gusta. Si no es lo tuyo, entonces siempre podrás encontrar algo que sí te apasione. Pero no dejes que la presión de los demás te haga decidir algo que no has explorado por ti mismo —dijo ella, como siempre, con una tranquilidad que me hacía sentir más seguro de mí mismo.
Sentí una oleada de orgullo. Orgullo por ella. Porque, aunque no lo dijiera de forma rimbombante ni con grandes palabras, Danara me entendía mejor que nadie. Ella tenía una visión tan clara sobre las cosas, una madurez que me sorprendía cada vez más, y me ayudaba a ver el mundo de una manera completamente nueva.
—Gracias, Danara —dije con sinceridad—. De verdad, gracias por estar ahí para mí.
—No tienes que agradecerme, Luca —respondió suavemente—. Estoy aquí porque quiero estarlo, y sé que tú también siempre estarás para mí.
Sus palabras me llenaron de calidez. En ese momento, comprendí que, aunque mi futuro fuera incierto, al menos podía contar con ella para enfrentar cualquier cosa que viniera.
Colgué el teléfono con una sonrisa en el rostro, más relajado que cuando había llegado al trabajo. Quizás las cosas no fueran tan fáciles, pero Danara me había hecho ver que todo lo que necesitaba era el tiempo y la disposición para explorar nuevas posibilidades. Al menos, no estaba solo en todo esto. Y eso, por alguna razón, me daba la fuerza que necesitaba.
Le había dado la oportunidad a la abogacía, pero también sabía que tenía que darle la oportunidad a lo que mi corazón me decía. Y en este momento, mi corazón me decía que no tenía que preocuparme tanto. Había algo más importante en lo que centrarme.
Danara, mi novia, me había dado la perspectiva que no había tenido hasta ahora. Y, aunque todo seguía siendo un mar de incertidumbres, una cosa era clara: a su lado, todo parecía más sencillo.