Arlo pasó la vida feliz al lado de su esposa, la única mujer con la que estuvo y la única mujer a la que amó. Pero siempre tuvo el deseo secreto de estar con otras mujeres. Tras una complicación respiratoria, muere y reencarna a sus 17 años de edad, una año antes de ponerse de novio con Ema, su esposa. En esta segunda vuelta planea, antes de emparejarse, estar con tantas mujeres como pueda. Pero una simple modificación en la historia provoca que su unión no se concrete.
Arlo deberá mover cielo y tierra antes de que sea demasiado tarde y se vea obligado a pasar el resto de su (segunda) vida sin su alma gemela.
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Elixir
_ ¡Alumbrá bien! Me estás apuntando para otro lado. _ Protestó Rubén. Llevaban cinco minutos de un silencio que solo se interrumpía cuando el padre lanzaba algún correctivo al hijo, o algún insulto al aire protestando por no poder resolver la falla del auto.
Así como Arlo estaba iluminando a su padre, aunque lo hiciera mal según el criterio de éste, necesitaba que el hombre hiciera lo mismo con él. Rubén, con su conocimiento, debía señalarle a su hijo el camino correcto. Para no parecer desesperado, no quiso comentarlo ni bien se pusieron a arreglar el coche, pero pasados esos cinco minutos sin que él emitiera palabra, decidió lanzarse.
_ Che pa, hay algo que quiero comentarte. _
_ Decime._ Dijo con la cabeza metida en el capot del auto.
_ No, es que... hace unos días pasó algo, y no se si tomé la mejor decisión. O sea, para mí en un principio estuvo bien, pero después todos me hicieron dudar._
_ Y pero, ¿Qué paso? ¿Es un tema del colegio?
_ Es con una piba._ Su padre no apartó la mirada del motor, pero pausó lo que estaba haciendo, demostrando interés y atención. Arlo lo tomó como buena señal y continuó._ El otro día me mandó a llamar. Me invitó a salir después del colegio, y yo le dije que no.
_ No estás apuntando bien. _
_ ¿Que? _
_ La linterna. Parate un poco más allá. Desde donde estás no me alumbras un pomo._
_ Ah._ Dijo Arlo un poco decepcionado, pues creía que su padre se estaba refiriendo a su asunto con Kim. Se movió a donde le había indicado, y esperó pacientemente una respuesta referida a su problema. Su padre solía tardar mucho en dárselas si es que mientras estaba ocupado haciendo algo más, como era el caso.
_ No entiendo cual es el problema. A veces aceptamos las invitaciones, a veces las rechazamos. Esta mina, ¿a vos te parece linda?
_ Y... no te voy a decir que no, está bastante buena. Pero tiene pinta de ser terrible hija de puta. No solo pinta, fama. Anda por todos lados con un grupo de pibes que la escoltan como si fuera la presidente, parecen sus sirvientes. Yo no quiero terminar así.
_ ¿Vos sos tan pelotudo como ellos?
_ No. Por eso la rechacé.
_ Rechazar a una mina que te parece linda por miedo a terminar mal te convierte en un pelotudo. Y además en un cagón._
La forma en la que Rubén daba consejos solía ser difícil de digerir, pero algo de lo que se podía estar seguro cuando se acudía a él, es que hablaba con la verdad.
_ Pero no me quiero enganchar para que me haga mierda. No estoy buscando esto.
_ ¿Y qué estás buscando? ¿Qué es lo que querés?.
_ ¡Coger! Salir a fiestas, divertirme, ¡aprovechar que tengo diecisiete años! Hasta conocer a la indicada quiero pasarla bien, no perder tiempo con nadie._
_ ¿Y quien dijo lo contrario? La mina te invitó a tomar algo, no a comer en la casa de los padres. Si me decís que está buena, y encima es así de mandada, ¡aprovechá! Lo único que tenés que hacer es dejarle en claro las cosas desde el principio.
_ Bueno, si, tiene sentido. _ Gracias a esa charla, en unos minutos había entendido como resolver un problema que en su vida pasada había sido el causante de su tormento durante su intento de relación con Kim. La clave estaba en decirle las cosas frente a frente. No tenía por que ser extremista, bastaba con que la chica no tomara el control. _ Gracias pa, eso voy a hacer.
_ Es cuestión de que seas un poco más mandado. ¡Una vez que te empiezan a dar bola las minas! Ahora subite al auto y fijate si lo podés arrancar.
Arlo apagó la linterna y se metió en el auto. Giró la llave, que hizo contacto. El motor comenzó a sonar. Rubén suspiró aliviado, y le indicó a su hijo que bajara del coche.
_ Dale, vamos a comer. _ Pero antes de entrar a la casa, tomó a su hijo del brazo. _ Y escuchame una cosa, todavía estás muy chico para andar preocupándote por "la indicada". Vos ahora cansate de coger, después la persona correcta va a llegar sola. Arlo imaginó muy claramente a Ema, y sonrió. Luego, entró a la casa, siguiendo los pasos de su mentor.
******
El viernes comenzó de una manera bastante aburrida para Arlo. No tenía ganas de estar en su casa, así que fué hasta el Campo Municipal sabiendo que probablemente no podría hacer deporte, pero con la intención de entretenerse un rato viendo practicar a los demás. En efecto, apenas puso un pie en el sector donde se reunía su escuela, lo abarcó su profesor y le dijo que bajo ningún concepto iba a hacer ejercicio. No discutió, pues todavía le quedaban algunas molestias, y entendía que mientras menos se expusiera al peligro, más rápido se recuperaría.
Arlo se sorprendió al ver como su profesor, esta vez presente durante toda la clase, se ocupó de separar a cada curso, y los hizo hacer actividades diferentes. Probablemente, tras la guerra de la primera semana, había decidido tomar cartas en el asunto para que no hubiera otra secuencia violenta. Toda esta situación se le aclaró a Arlo cuando Dante, el gran deportista, se le acercó en uno de sus descansos.
_ Y, ¿cómo va? ¿Muy embolado?
_ Y, un poco. Verlos jugar y no hacer nada me molesta.
_ Me imagino. Igual desde el partido contra los herreros el profe se puso re rompe pelotas, y no nos deja hacer nada.
_ Y bueno, tiene lógica.
_ Si, pero una bronca como quedaron las cosas. Necesitamos una revancha.
_ ¿Perdimos?
_ Si, pero solo por dos goles, y porque hicieron trampa. Así son los de Herrería. Pero bueno, ya se las vamos a cobrar. Yo traté de organizar una revancha en una plaza. Pero todos tienen miedo de que el asunto se nos vaya de las manos otra vez.
_ Mejor esperar hasta los juegos Olímpicos. Así les ganamos enfrente de todos.
Como si imaginara ese posible escenario, Dante puso una cara de gran satisfacción. _ Tenes razón. Lo bueno se hace esperar. Bueno, voy a seguir entrenando._
Y motivado por su nuevo objetivo de destruir a los rivales en frente de todos, entró eufóricamente a la cancha. El que no estuvo eufórico fue Arlo, que continuó viendo a su curso entrenar, hasta que decidió que se había aburrido. Entonces dejó su puesto bajo la sombra del árbol y comenzó a caminar. Por primera vez, pudo hacer lo que tanto había querido: explorar otros sectores del campo, para ver a los otros colegios. Pasó por donde estaban los estudiantes de la Mixta, los chicos del Wallace, y por su parada favorita: el predio reservado para las chicas del Santa María.
Sin dudas verlas ejercitar eran un sueño hecho realidad para cualquier adolescente. Casi todas eran hermosas. Eran como un grupo de amazonas. Por suerte, la reacción de las muchachas fue la esperada. Varias le lanzaron miradas de interés y sonrisas pícaras. Gestos que, como cualquier hombre de bien, Arlo devolvió. Entonces, le vino a la mente la charla con su padre.
_ ¡Que tipo sabio! Al que tiene experiencia hay que escucharlo._ Dijo en voz baja, y luego se alejó del sector en donde estaba, ya que no quería pasar mucho tiempo mirándolas a riesgo de quedar como un acosador.
A pesar de que no estaba haciendo mucho esfuerzo, la caminata le había dado calor, así que se fue al baño para refrescarse. Ya estaba a unos metros de los vestuarios, cuando una voz, por desgracia sumamente reconocible, lo llamó._ Hola amor, que lindo encontrarlo por acá._
Evidentemente, en lo que a se refiere personalidad, Kim no le resultaba nada simpática a Arlo, que a pesar de tener fresco el recuerdo de la charla de la noche anterior, le dedicó una mirada seria.
_ Hola, no sabía que teníamos gimnasia el mismo día.
_ Yo tampoco. Imagine mi sorpresa, cuando lo vi merodeando por el campo, yendo de colegio en colegio. ¿Qué pasa, está aburrido? Si quiere lo puedo entretener.
El muchacho no entendía la capacidad de su admiradora para transformar una conversación coloquial en una de índole sexual con tanta velocidad. Sin embargo, eso podía ser una ventaja, solo tenía que saber aprovecharla._ Vení. Hablemos un toque._ Y le hizo un gesto para que fueran al toldo de los vestuarios, a resguardo del sol.
_ Voy._ Dijo emocionada de que finalmente él le propusiera algo.
Una vez en el fresco microclima producido por la sombra, Arlo pudo observar bien a Kim, antes desdibujada por el brillo de la luz del sol. Estaba aún más atractiva que de costumbre. Tenía un top escotado y unos shorts. El sudor por el ejercicio le daba un sexapil que impedía a Arlo concentrarse. No le cabía duda de que la deseaba mucho. Pero antes de comer, tenía que dejar las cosas claras.
_ Voy a ser directo, así que no me interrumpas. No me gusta nada lo que dicen de vos en el colegio. Tenes pinta de ser una chupasangre, y mi sexto sentido me grita que no te dirija más la palabra. Pero hay algo que es un hecho, y es que estás buenísima. Te quiero dar como cajón que no cierra, y si no lo hago probablemente me arrepienta. Pero que quede claro: lo único que quiero hacer con vos es coger. No pienses que voy a ser uno más de esos pibes que están atrás tuyo todo el día como boludos. Si aceptas estos términos, increíble, si no, vas a tener que olvidarte de mí.
Hasta él mismo estaba impresionado por lo que había dicho. Podía salir terriblemente bien, o terriblemente mal. Lo único seguro era que, por primera vez, Kim se había quedado sin palabras. Cuando finalmente había procesado todo, una sonrisa sirvió de adelanto para saber como recibiría aquellas declaraciones.
_ Dios mío. Usted no tiene ni idea... de lo mucho que me acabo de mojar con lo que me dijo. Como uste' diga amor, soy toda suya si eso es lo que quiere.
Acto seguido, hizo un movimiento que sin lugar a dudas no estaba en los cálculos de Arlo. En el peor de los casos, esperaba una cachetada y una posterior llamada a sus lacayos para que lo cagaran a trompadas. En el mejor, se imaginaba a Kim invitándolo a su casa luego de gimnasia. Pero una vez más, había subestimado lo atrevida que podía ser. Sin meditarlo, la chica se abalanzó hacia él, y comenzó a besarlo. Todo ocurrió muy rápido.
Saltaba a la vista que siempre había existido una tensión sexual entre ellos. Pero algo se sentía diferente. El cuerpo de Arlo tomó el control, arrastró a Kim a los baños y, posteriormente, a las duchas. Las clases no habían terminado, así que no había nadie ahí.
Sin mediar palabra, comenzó a sacarle la poca ropa que tenía, dejando al descubierto su hermoso cuerpo moreno. Al verla desnuda, su cerebro dejó de funcionar definitivamente, la sangre se había ido a otro lado. Lo que en su primera vida no había conseguido tras un año de rogarle y estar detrás, estaba por lograrlo gracias a su firmeza al hablar. Kim estaba completamente excitada, y comenzó a sacarle la ropa.
Con él último ápice de civilización que le quedaba antes de volverse una bestia por completo, Arlo alcanzó a preguntar: _ ¿Tenes preservativos?_
_ En... en la entrada del baño hay._ El tono desesperado encendió a Arlo más de lo que ya estaba. Así que corrió hacia los lavatorios rogando que nadie entrara en ese preciso momento, y tomó un condón.
Se podían cuestionar muchas cosas sobre Kim, y Arlo podía encabezar la fila de los críticos. Pero en ese instante, cuando besaba sus tetas y agarraba con fuerza su culo, solo podía agradecer al universo. Era una sensación nueva. Un deleite visual y auditivo. Kim tampoco podía creerlo. Esa chica había estado con decenas de personas a pesar de su corta edad, pero jamás había experimentado lo que estaba sintiendo en esas duchas. Le pareció demasiado bueno para ser verdad. En el cuerpo de un joven atlético y fornido, se contenía una bestia sexual con la experiencia propia de un hombre adulto que sabía donde tocar, donde agarrar, donde besar y donde lamer. No imaginaba que, justamente, esa era la combinación que presentaba Arlo.
Tras un encuentro agitado y rebosante de placer, salieron de las duchas despeinados y con sonrisas imborrables en sus rostros. Sin embargo, mientras se vestía, Arlo recordó el papel que le tocaba.
_ De ahora en adelante, buscame para esto y nada más. Nos vemos "mi amor"._ Dijo imitando el acento de Kim, y salió del baño antes de que ella pudiera regular la respiración para contestarle.
Sin preverlo ni esperarlo, había tenido su segunda primera vez. Diametralmente opuesta a la original: más romántica, tardía y suave. Esta había sido salvaje y falsa, pues no era realmente su debut sexual. Lo que no era falso era que finalmente había experimentado la sensación de estar con más de una mujer. Había probado el elixir, y al mirar nuevamente para el sector donde trotaban las chicas del Santa María, decidió que bebería de él tanto como pudiese.