Hamilton, un príncipe rebelde que nunca ha encajado en el mundo de la realeza. Obligado a seguir el camino que su familia ha trazado para él, Hamilton sueña con una vida de libertad, lejos de las responsabilidades del trono. Sin embargo, todo se complica cuando su corazón comienza a latir por Esmeralda, una humilde criada del palacio. Su amor prohibido pone en peligro no solo sus vidas, sino también el destino del reino.
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capitulo 21
Perdóname. (Hablo y ella me mira sin entender). Perdóname por lo que he hecho y por el sufrimiento que he sufrido.
te causó. Mira, sé que no tengo derecho a preguntarte esto y quizás no me perdones. pero siento que necesito decirlo.
–¿Perdón por qué? Por maltratarme desde que éramos más jóvenes, por casi hacerme asfixiada o por obligarme a casarme aunque no quería. (Ella habla con los ojos
lloroso).
–Lo siento por todo. (Hablo mientras tomo tu mano). Fui un idiota por tratarte así pero He cambiado, lo juro.
–¿Qué te hizo cambiar? (dice Esmeralda mirándome).
–Tú, tú me hiciste cambiar… (suspiro y cobro coraje para continuar). Esmeralda, meme enamoré Para ti, te amo y quiero que este matrimonio sea real, que realmente funcione.
–¿Y qué pasa con el acuerdo que hicimos? O mejor dicho, ¿qué pasa con la imposición que me hiciste cuando dijiste que tenía que casarme contigo? (Habla Esmeralda bajando la cabeza).
Esmeralda narrando...
Meses antes.
–No necesito la ayuda de una criada para mejorar. (El Príncipe Hamilton habla y el Príncipe Nicolás me entrega su arco).
–A ver, Esmeralda da en el blanco. (El P. Nicolás habla pero termino dudando, como el P.
Hamilton me mira, da miedo).
Ir. (P. Hamilton habla y apunto al blanco, sin mucha ceremonia en el blanco).
–Creo que ya tienes tu prueba, ahora tengo que irme antes de que el rey se enfade. (P. Nicolás habla y va al encuentro del rey).
–Fue suerte. (P. Hamilton habla incrédulo). Intentaré otra vez.
–Está bien, mi señor. (Hablo y sin dificultad acierto en el objetivo).
"Es realmente buena", piensa P. Hamilton.
–¿Dónde aprendiste? (Habla con admiración).
–Con mi padre, antes de morir fue un gran caballero del reino y me enseñó algunas cosas que sabía. (Estoy orgulloso de mi padre).
Han pasado más de 6 años desde que mi padre murió, dejándome completamente sola.
Mi madre murió cuando yo tenía solo 4 años, unos hombres entraron a nuestro pueblo, lastimaron y abusaron de mi madre, eran 3, ¿cómo lo sé?
Yo estaba allí, estaba escondida dentro del armario, vi todo, los vi lastimando a mi mamá sin poder hacer nada porque yo era una niña pequeña. Quizás no recuerdo bien tu cara pero recuerdo los gritos de mi madre, su llanto y sobre todo cada palabra que decía esa gente asquerosa.
–Aun así no necesito que me enseñes, prefiero esperar a mi hermano. (El Príncipe Hamilton habla y yo asiento).
–Vuelvo a mi puesto. (Digo que quiero ir pero el príncipe me detiene).
Esperar. (Habla y lo miro).
–¿Necesitas algo? (Hablo y parece que está pensando en algo pero por su expresión facial parece que no está seguro de lo que va a decir).
Lo miro mientras camina de un lado a otro mientras parece estar pensando en algo.
Para ser honesto, me siento muy incómodo estando a solas con él, ¿qué quiere?
–Señor, realmente necesito volver a mis deberes, no quiero que la reina se enoje conmigo otra vez. (Hablo y el príncipe me mira de arriba a abajo).
–Olvídate de tus quehaceres, salgamos ahora mismo. (P. Hamilton habla y lo miro confundido).
¿Como? Señor, tengo mucho trabajo para su boda con la señorita Quiuma. (Hablo y él se echa el pelo negro hacia atrás).
–No me voy a casar con Quiuma, ni permitiré que mi madre elija con quién estar o no. (Él dice, si no le apetece, ¿no podría simplemente cancelar la boda?). Y le advertí que si intentaba hacer eso terminaría faltándole el respeto.
–Tal vez si intentas hablar con la reina él te escuchará. (Digo esto, aunque sé que la bruja no dejará en paz a su hijo).
–No ayudará, incluso amenazaron con quitarme mi estatus principesco si no me casaba. (Habla pensativo). Así que haré lo que dijeron y me casaré.
–Lo sé, alteza, por eso termino lo que estoy haciendo, con su permiso. (Digo dándome la vuelta, a punto de salir).
–Esa noche te casarás conmigo. (Prince habla y dejo de caminar, volteándome rápidamente para mirarlo).
¿¿Como?? Lo siento, creo que no te escuché muy bien. (Hablo con incredulidad).
–Hoy te casarás conmigo. (Él habla en serio).
–No, no lo haré. (Hablo y su rostro muestra una mirada irritada, más de la que ya estaba).
–No te pregunté nada, doncella. (Habla con autoridad). Dije y obedecerás.
–No cuando se trata de algo como esto. (Digo señalándome a mí mismo). No cuando se trata de mi vida.
–Me importa un carajo lo que quieras o tu miserable vida. (Habla como si nada). Nos iremos pronto.
–¿Te golpeaste la cabeza? No es posible que quieras casarte conmigo sólo para fastidiar al rey y a la reina.
(Te lo digo, no puedo creer lo mimado que está). Por favor, no me pongas en medio de la pelea de la familia real, por favor.
No me voy a casar contigo.
–Escuche aquí. (Dice tomándome el cuello).
–Me estás haciendo daño. (digo poniendo mi mano sobre la suya, que aprieta mi cuello).
–Si sigues molestándome terminarás muerta como tu madre, ¿entiendes? (¿Cómo puede decir algo así?).
–No serías capaz de hacer algo así. (Hablo con los ojos llorosos).
–Ya que lo dudas. (Me tapa la boca y me aleja del campo de entrenamiento).
Sigue tirando de mi brazo muy fuerte, prácticamente me arrastra mientras me tapa la boca para evitar que la gente escuche mis gritos de desesperación y llantos.
El Príncipe Hamilton me llevó a un área vacía y me tumbó en el suelo. Me puso las manos encima de la cabeza.
–Por favor, déjame ir. (Digo llorando y lo empujo pero él es más fuerte que yo y cabe entre mis piernas).
Lo siento tratando de quitarme el vestido y yo lucho para que no pueda.
–¡Déjame ir! (Grito, luchando). ¿Por qué haces esto? (digo llorando).
Callarse la boca. (Se detiene por un momento, una de sus manos sigue sosteniendo mis brazos mientras la otra está dentro de mi vestido sosteniendo mi muslo).
–Escúchame bien. (Empieza). Solo hay maneras de que esto termine, o te casas conmigo y me quito la idea de mi madre loca, o te mato ahora y me caso con Francisca y a la mañana siguiente la encontrarán decapitada en medio del palacio.
¿Podrá matar a la señorita Francisca que no hizo nada malo en esta historia y por qué me arrastran?
Si pensaba que era un mal hombre, ahora estoy absolutamente seguro de que es muy malo y despiadado.
–La elección es tuya. (Dice sin dejar de tocarme). ¿Vamos hoy a la oficina de registro o te enviaré al infierno?
Momentos después...
–De eso estás seguro. (El juez de matrimonio pregunta por tercera vez).
–Ya dijimos que sí. (P. Hamilton habla con impaciencia).
–Escuché y las tres veces fuiste tú quien respondió, estás segura de que quieres casarte. (El juez habla y yo sacudo la cabeza afirmativamente). La señora llora como si la estuvieran obligando a hacerlo.
casarse.
–Son lágrimas de alegría. (P. Hamilton habla tocándome la cara y me alejo). Ella ya dijo que sí, solo haz tu tarea y termina con esto.
–Está bien, su alteza. (El juez habla estampando y entrega un documento al príncipe). Por el poder que me ha sido conferido, os declaro marido y mujer.
Finalmente. (P. Hamilton habla mientras estrecha la mano del juez). No le digas nada a nadie sobre este matrimonio.
–Como desee, su alteza. (El juez habla, soltando la mano del príncipe).
Después de casarnos, el príncipe me llevó a una casa que no está muy lejos del palacio y luego se fue, dejándome incrédulo por lo que acababa de pasar.
Después de horas regresó con un plato de comida, también trajo agua y un hermoso vestido de novia.
Aunque no tenía hambre, me obligó a comer y me observó mientras seguía sollozando.
–¿Sigues siendo puro? (Habla P. Hamilton rompiendo el enorme silencio que se hacía presente).
–¿Su Alteza? (Hablo sin poder mirarlo).
–¿Sigues virgen o ya has tenido sexo con un hombre como una mierda? (Él insiste en saber).
–Ssí. (Hablo).
–Sí, ¿qué?
–Ya… ya me entregué a alguien, pero no soy un pedazo de mierda. (Hablo con sinceridad).
–Si tuviste relaciones sexuales antes del matrimonio, es un desastre. (Él habla). ¿Cuántos años tenías?
–A los 19 estábamos comprometidos. (Hablo y él levanta las cejas).
–¿Cómo es que nunca he visto a tu prometido? ¿Por qué se esconde? (Por qué quiere saber de mi vida).
–Él vive en otro reino, entonces nadie lo ve en ese reino. (Hablo y se levanta).
–¿Dejaste Launstone para dárselo a un hombre que está en otro reino? (Dice, riendo ligeramente).
Vaya, realmente eres una puta.
–Yo no... (me interrumpe).
–Vete a dormir, mañana iremos temprano a Palacio. (Él habla y se va a acostar en una de las camas de la habitación y yo en la otra).
–Después de que me coronen rey, simularemos tu muerte y te daré suficiente oro para rehacer tu vida en otro reino, así no tendremos que fingir ser pareja. (P. Habla, ¿qué quieres decir con rehacer mi vida en otro reino? No quiero dejar Launstone).
Por la mañana...
Me despierto con la voz del P. Hamilton cerca de mi oído y me asusto.
–Es hora, date una ducha y prepárate. (Habla vistiendo su traje blanco).
Le obedecí sin cuestionarlo, después de la ducha que tomé con cierta dificultad logré ponerme el vestido y me cepillé el cabello, até una parte y me puse el enorme velo que me entregaron. Al cabo de unos minutos salimos hacia palacio en un carruaje que cogió desde allí el príncipe.
Llegamos rápido ya que el Palacio no estaba tan lejos, todo estaba decorado, todo era tan hermoso y había gente mirándonos mientras caminábamos hacia el altar, incluso desde la distancia podíamos escuchar sus susurros.
–¿Me dejó parada? (Habla la señorita Francisca mirando a la reina con los ojos llorosos).
¿No mientas más?
–Lo siento, llego tarde a mi boda. (El Príncipe Hamilton habla tan alto que todos los presentes se giraron y nos miraron).
"¿Qué hace el Príncipe Hamilton caminando hacia el altar con esta mujer y por qué está vestida de novia?" –escuché decir a alguien mientras nos acercábamos al altar.
–¿Qué estás haciendo, Hamilton? (El Rey Arturo habla incrédulo).
–Llegué a mi boda, llegué tarde porque estaba decidiendo qué zapatos serían los mejores. (Habla el Príncipe Hamilton, sonriendo con calma).
–¿Qué haces con esta mujer vestida así en nuestra boda? (Dice la señorita Francisca mirándome mientras las lágrimas inundan su rostro cada vez más).
¿Nuestro? Hasta donde yo sé, no me casaré contigo, aquí está mi novia. (Habla P. Hamilton, tomando mi mano y las lágrimas ruedan por el rostro de Miss Francisca).
–Esmeralda, ¿qué estás haciendo? (P. Nicolas habla mientras se acerca a mí y lo único que puedo hacer es mantener la cabeza gacha).
"¿El príncipe tiene otra novia?"
"¿Qué pequeña vergüenza es esta?"
"¿Cómo permitieron esto el rey y la reina?"
"La pobre fue cambiada por otra".
Empezamos a escuchar a la gente susurrar cada vez más.
¿Qué estás diciendo? (El Rey Arturo habla molesto).
–¿Qué falta de respeto es ésta? No te casarás con este esclavo plebeyo sin mi ¡autorización! (La Reina Eliza grita enojada).
"¿El Príncipe cambió a Francisca por una esclava plebeya?" –Dijo una mujer asombrada.
–No necesitamos autorización, mamá. (Habla P. Hamilton). Nos casamos anoche.
¡Mentir! (Francisca grita mientras llora).
–No, no lo es. (El P. Hamilton saca unos documentos de su bolsillo y el P. Nicolás los recibe).
–Estos son documentos oficiales, realmente se casaron. (Nicolas dice incrédulo y me mira. luciendo decepcionado).
–Creo que ya todo el mundo es consciente de esto. (Habla P. Hamilton, que parece divertido).
–¡Te juro que pagarás por esta humillación, te lo juro! (Francisca grita y sale corriendo mientras
medida).
–Olvídense de todas nuestras alianzas y asociaciones, destruiré este reino por esta humillación que mi hija esta pasando (El rey Baltazar Nkadamo habla furioso y va tras su hija).
–No lo creo, no pudiste haber hecho eso. Tú no... (Queen deja de hablar y cae inconsciente en el suelo. medio del altar).
Todos se levantaron preocupados por la reina, el príncipe Nicolás la levantó y la llevó dentro del palacio.