Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
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Una inocente sentencia
Unos cuantos años atrás...
Cuando Mónica y Leonardo estaban en la mejor etapa de su relación, conociéndose y disfrutando junto a Sofía la pequeña hija de Mónica, de momentos en familia...
Mónica y Leonardo le habían prometido a Sofía llevarla al parque acuático, y obviamente habían cumplido, se hallaban precisamente en uno de esos momentos en los que estaban tomando un descanso junto a una de las piscinas, cuando un joven se acercó a ellos, y saludó a Leonardo con una sonrisa gentil y segura. Su nombre Erick Blackwood, un joven de apenas veinte años, quien había logrado destacar rápidamente en el ámbito universitario, y cómo buen observador Leonardo no había dudado en agregarlo a la nómina de los empleados de su empresa que era innovadora en proyectos de energía sustentable, aún cuando el muchacho seguía cursando sus estudios, Leonardo supo notar su potencial.
El estilo desenfadado y la energía jovial de Erick contrastaban con la elegancia relajada de Leonardo, pero ambos parecían compartir una camaradería y respeto muy profesional.
-Leonardo, ¡qué gusto verte por aquí!- exclamó Erick mientras extendía su mano para saludarlo.
-Erick, ¡qué sorpresa!- respondió Leonardo, estrechando su mano con cordialidad- Te presento a Mónica y Sofía.
-Mucho gusto, es un placer, Erick- saludó Mónica, sonriendo.
-¡Hola!- dijo Sofía, observándolo con los ojos bien abiertos.
-Hola, princesa- la saludó Erick sonriéndole ampliamente, con la típica simpatía que lo caracterizaba, y le guiñó un ojo a la pequeña antes de volverse hacia Leonardo.
-Así que, ¿este es el famoso equipo que escuché mencionar en la oficina?- bromeó el joven, guiñándole el ojo a Leonardo.
Leonardo rió y asintió.
-Sí, este es mi equipo favorito- afirmó con un tono cariñoso que hizo sonreír a Mónica.
Después de unos minutos de conversación sobre la empresa y algunos planes, Erick se despidió de todos y se alejó, dejando a Sofía observándolo fijamente mientras él se marchaba.
-¿Quién era él, Leo?- preguntó Mónica con curiosidad.
-Un joven con un gran futuro- respondió Leonardo, sonriendo- Lo conocí en una charla en la universidad de tecnología donde yo estudié. Erick ha sabido manejarse bien en el mundo empresarial, aunque aún le falta mucho por aprender.
En ese instante, Sofía se giró hacia ellos con una expresión seria.
-¿Sabes, mami?- dijo la niña, Mónica la observó- Cuando yo sea grande, él va a ser mi novio- declaró, con la convicción que solo una niña podría tener.
Leonardo y Mónica intercambiaron una mirada divertida antes de reír suavemente. Mónica la tomó de la mano y le dijo, con una sonrisa traviesa:
-¿Así que ya te decidiste, Sofi?
-Sí, mamá- afirmó Sofía- Es que tiene una sonrisa muy bonita y huele rico.
Leonardo no pudo evitar reír y revolverle el cabello.
-Bueno, Sofi, quién sabe… pero por ahora, Erick está un poco ocupado con el trabajo- comentó.
-Lo sé, pero algún día…- respondió Sofía, como si hablara de un sueño lejano.
A medida que el día continuaba, el parque se llenaba de más momentos preciosos: Mónica y Leonardo lanzándose en carreras para llegar primeros a la piscina, Sofía enseñando orgullosa sus “piruetas” en el agua, y las risas al compartir helados bajo la sombra de una palmera. Era el tipo de día que todos querrían revivir, lleno de promesas, diversión y pequeños sueños de una niña.
Dos años después del primer encuentro con Erick...
Mónica y su amiga Isabella estaban en la sala de la casa de Mónica, mientras Sofía, Ian, Lucas y Marco jugaban en el jardín. Las dos mujeres disfrutaban de una taza de té y una conversación relajada.
-No sabes la última ocurrencia de Sofía- dijo Mónica con un tono que era mezcla de diversión y vergüenza.
-¿Qué hizo ahora?- preguntó Isabella intrigada- Esa niña siempre tiene algo nuevo en mente.
Mónica suspiró con una mezcla de ternura y exasperación.
-Ayer cuando acompañamos a Erick al aeropuerto, le dijo frente a todos, que va a casarse con él cuando sea mayor.
- ¡No puede ser!- exclamó Isabella sin poder evitar la risa- ¿ Y qué dijo Erick?
- Se puso completamente rojo y no sabía si reírse o esconderse- respondió Mónica- Fue tan gracioso verlo incómodo. Claro, que trató de explicarle a Sofi con dulzura que eso no era posible, pero ya conoces a Sofía, no acepta un “no” como respuesta.
-Bueno, al menos la niña tiene buen gusto- comentó su amiga- Erick es un hombre muy guapo y sumamente encantador.
-Sí, y eso es parte del problema. Sofía está fascinada con él- dijo Mónica- Desde que lo conoció, no para de hablar de él como “su príncipe Erick”- Isabella arqueó una ceja.
-¿Príncipe Erick? ¿Eso no es de alguna película de Disney?
-Exactamente. Desde que vio La Sirenita, está obsesionada con la idea de los príncipes. Y ahora resulta que Erick tiene el “nombre perfecto”.Para ella, debe ser una señal del destino.
-¡ Ah, claro! - dijo Isabella entre risas- porque todo lo que Sofía ve es un cuento de hadas. La imaginación de los niños no tiene límites.
-Es adorable, pero me preocupa un poco. No quiero que termine decepcionada cuando se dé cuenta de que los cuentos de hadas no son reales.
-Mónica, no te preocupes tanto. Sofía apenas tiene siete años- le dijo su amiga- Es normal que idealice cosas y personas. Esto es solo una fase.
-Lo sé- replicó Mónica- pero es que ella habla tan en serio. Es como si de verdad creyera que su vida ya está escrita, y que ellos terminarán juntos.
Isabella sonrió con ternura.
-Eso es parte de su inocencia, y hay que disfrutarla mientras dure- comentó- Antes de que te des cuenta, crecerá y empezará a mirar a chicos de su edad. Erick solo es “su príncipe” porque coincide con el nombre.
- Supongo que tienes razón. Aunque no puedo negar que a veces es divertido verla tan decidida.
-Y a Erick, ¡lo tienen de protagonista de su cuento sin que él lo pidiera!
-Pobre chico- dijo Mónica- se está ganando el cariño de Sofía de maneras que no esperaba.
-Bueno, mientras sea un príncipe solo en su imaginación, todo estará bien.
Ambas rieron juntas, mientras observaban a los niños en el jardín, tan felices y despreocupados como cualquier niño de su edad.
El tiempo avanzaba de manera peculiar. A veces parecía que los días se deslizaban entre los dedos de la familia de Mónica y Leonardo como arena, mientras que otras veces cada momento se sentía eterno, cargado de significado. Sofía y Marco, al igual que Ian y Lucas, crecían rápidamente, cada uno desarrollando su personalidad y dejando su huella en la familia. Erick seguía formando parte de sus vidas, aunque ahora lo hacía desde la distancia. Su viaje a Suiza había fortalecido su carrera, y cada visita que hacía a la familia, era normalmente en los cumpleaños de los niños, los cuales se convertían en un evento esperado por todos.
Con el paso de los años, la relación entre Erick y Leonardo se consolidó. No solo se respetaban como socios en los negocios que compartían, sino también como amigos. Sus conversaciones iban desde proyectos empresariales hasta los pequeños detalles de la vida diaria, reforzando un lazo que ninguno había previsto. Mónica y Leonardo habían podido compartir la dicha de un nuevo embarazo, el cual trajo consigo gemelos cuando Sofia tenía trece años, así que a partir de ese momento se convirtió en hermana de Marco, y también de Alex y Paúl.
Diego, amigo de Mónica, y el único padre que Sofía había tenido desde que estaba en el vientre de Mónica, encontró una oportunidad de trabajar en una prestigiosa clínica en la misma ciudad donde vivían Mónica y Leonardo. Esto le permitió estar cerca de su hija adoptiva y ayudarla a superar los momentos de tristeza que aún le provocaba la distancia con Erick. Aunque Sofía crecía rodeada de amor, su añoranza por Erick no desaparecía, sino que parecía fortalecerse con el tiempo.
Durante las visitas de Erick, Sofía nunca perdía la oportunidad de recordarle las palabras que había pronunciado cuando tenía apenas seis años: que sería su novia cuando creciera. Erick, al principio, se reía y tomaba esas declaraciones como la dulce inocencia de una niña. Sin embargo, a medida que los años pasaron, la sonrisa de Sofía al decirlo dejó de ser infantil, y su mirada transmitía una firmeza que le incomodaba.
Mónica, observadora y protectora como siempre, no tardó en notar el cambio. La relación entre Erick y Sofía empezaba a transitar un terreno peligroso, especialmente ahora que Sofía se había convertido en una joven llena de gracia y determinación. Mónica intentó hablar con su hija en varias ocasiones, recordándole que Erick era mucho mayor y que la diferencia de edad podía ser un problema. Pero Sofía, con la convicción de una adolescente segura de sus sentimientos, no estaba dispuesta a escuchar razones.
Erick también comenzó a sentir que la situación podía complicarse. Aunque había visto crecer a Sofía como una hermana pequeña, ahora no podía ignorar el hecho de que la niña soñadora de antes se había convertido en una joven que despertaba admiración. Su incomodidad creció con cada visita, y aunque intentaba mantener las cosas ligeras y distantes, Sofía siempre encontraba la manera de acercarse más de lo que él consideraba prudente.