EL AMOR DE LA CEO

-          Pues al parecer no está haciendo un muy buen trabajo que digamos, de lo contrario lo sucedido hoy no debió pasar, ¿cómo es posible que la señorita Alame salga con tan poca seguridad?, déjeme decirle que su profesionalismo deja mucho que desear. – Refuta Sergio ahora molesto.

Luciana quería intervenir para explicarle a Sergio que en realidad esa fue su idea y que Franco no estaba de acuerdo, pero este no le dio la oportunidad de hablar.

-          Tiene toda la razón, es mi total responsabilidad, así que con su permiso nos retiramos, debo cumplir mejor con mi labor, de nuevo le agradezco su ayuda y usted también debería irse para secarse, no se vaya a enfermar, permiso. – Se despide Franco intentando mantenerse bajo control. – Señorita. – Añade con claro gesto de frustración.

-          Sergio ve a cambiarte por favor, espero agradecerte esto en otra oportunidad, siento mucho lo sucedido, te debo una invitación a comer y de nuevo gracias. – Dice Luciana apenada para retirarse seguido por Franco, que se ve a leguas está a nada de explotar.

Una vez en el auto Franco no le dirigió la palabra para nada, ella está segura que se está conteniendo lo más que puede, pero se pregunta cuanto más puede aguantar.

-          Señor llegamos. – Indica Elías que se ha mantenido en completo silencio, pues conoce perfectamente a su jefe y en ese momento cualquiera puede ser carne de cañón.

-          Acompaña a la señorita adentro, subiré en unos minutos. – Responde Franco y baja del auto, pues en el parecía un león enjaulado.

Luciana intento hablarle, pero Elías intento detenerla.

-          Señorita créame, no es el momento, en un rato estará más calmado. – Recomienda Elías, pero como Luciana es terca, decide seguirlo para disculparse, pues su profesionalismo fue cuestionado por su culpa, sin saber que ese no era el motivo del enojo de Franco.

-          Franco, espera. – Dice Luciana, pero Franco no se detiene. Así que ella tampoco se rinde y va tras él. – Espera. – Grita, pero como Franco va a pasos largos, ella sabe que ya no lo puede alcanzar, así que sin mas no le queda otra opción que usar sus dotes actorales y hacer como que tropieza y casi cae, Franco al escuchar su grito obviamente se giró y al ver la escena corrió rápido hacia ella para sostenerla.

-          ¿PUEDE SER MAS CUIDADOSA? – Grita Franco, no entiende como ella no tiene el más mínimo cuidado consigo misma.

-          ¿POR QUÉ GRITA? – Responde ella también gritando.

-          ¡NO ESTOY GRITANDO! – Dice Franco gritando más fuerte y Luciana se pregunta si es que está loca o el esta sordo. Pero teniendo en cuenta las circunstancias decide ceder primero esta vez, pero que no se acostumbre, piensa para sí misma, sin saber que ha encontrado su némesis.

-          Calmémonos, ¿está bien?, entiendo que es mi culpa que hayan cuestionado tu profesionalismo, aun cuando todo fue mi culpa. – Inicia mediadora Luciana, pero se ve inmediatamente interrumpida por un aún más enojado Franco.

-          ¿DE VERDAD CREE QUE ES POR ESO QUE ESTOY ENOJADO?, él tenía toda la razón, es mi irresponsabilidad, pero a causa de ella usted casi resulta lastimada, dígame, ¿cómo debería sentirme al respecto? – Cuestiona Franco, cada vez más enojado, hasta que se ven interrumpidos por dos señoras mayores que van pasando y es cuando se percatan que están haciendo un espectáculo en la calle.

-          Deberías ser más gentil con tu novia, no importa lo que haya hecho, lo pueden hablar tranquilamente. – Dice una de las señoras mirándolo mal a lo que Franco no sabe que responder, primero la señora está equivocada no es su novia y segundo él tiene toda la razón de estar enojado, pero Luciana que no quiere que lo sigan regañando por su culpa, responde rápidamente.

-          Gracias señora, pero en realidad él tiene razón, casi me lastimo por mi imprudencia así que por eso está enojado, por favor no lo malinterprete. – Dice Luciana amablemente, haciendo que Franco quede impactado y las señoras mueran de ternura.

-          ¡Ohhhh! un novio cariñoso, aun así, debes tenerle más paciencia mira ella como te defiende y entiende que se equivocó. – Menciona la otra señora, mientras Luciana asiente poniendo ojos de ternero degollado. Si bien no es su novia puede funcionar para calmar un poco su ira.

Franco sin salir por completo de su sorpresa solo agradece a las señoras y toma a Luciana en brazos para llevarla al departamento, el todavía cree que ella se pudo haber lastimado el pie nuevamente cuando se tropezó, sin saber que todo fue un acto de ella.

-          Muchas gracias señoras, lo tendré en cuenta, con permiso. – Dice y se va con ella en brazos.

-          ¿Qué haces?, bájame, yo puedo caminar. – Dice Luciana apenada.

-          No hasta que no vea que tu pie está bien, ¿Cómo puedes ser tan imprudente?, acaso olvidas que hace apenas unos días tenías el pie lastimado, ¿Por qué corres con esos zapatos que parecen más un arma mortal? – Cuestiona Franco hablándole informalmente posiblemente sin darse cuenta, pero Luciana si lo nota y determina que efectivamente debe estar muy enojado ahora mismo, así que ya no dice más y se deja llevar, de todas formas, su pie está bien, pero obviamente no va a confesar su gran actuación.