Luca y Dimitri han estado colaborando durante años, formando un lazo inquebrantable entre las dos mafias. Pero cuando una nueva amenaza surge de una facción rival que podría destruirlos a ambos, se ven obligados a tomar medidas extremas para fortalecer su alianza: un matrimonio entre Luca y Anya. Luca no está interesado en casarse con la "niña malcriada" que siempre le ha causado molestias, pero Dimitri insiste en que es la única manera de unir las familias y evitar el desastre.
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Capítulo 24 : Bajo el Manto de la Noche
La noche había caído sobre la mansión Ivanov-Rossi, envolviendo todo en una oscuridad que parecía reflejar las tensiones entre las dos mafias. Dentro de la mansión, Luca estaba en su despacho, observando la documentación del cargamento recuperado. A pesar de la victoria sobre Aleksandr Petrov, una sensación de incertidumbre lo invadía. Anya había demostrado que podía enfrentarse a los peligros de su mundo, pero eso solo lo complicaba más.
Sentado en su escritorio, Luca se frotaba las sienes. Sus pensamientos volvían una y otra vez a Anya. No podía negar que había algo en ella que lo atraía, pero al mismo tiempo, le daba miedo lo que eso significaba. Desde la muerte de Dimitri, todo había cambiado. La niña malcriada que alguna vez había visto en Anya estaba desapareciendo, dejando en su lugar a una mujer decidida y peligrosa.
—Cazzo… —murmuró, frustrado consigo mismo—. No puede ser. No puedo permitirme esto.
Levantándose, caminó hacia la ventana, observando los jardines oscuros de la propiedad. La brisa nocturna apenas movía las ramas de los árboles, pero en su mente, la tormenta interna era imparable.
Mientras tanto, Anya estaba en su habitación, sentada frente al gran espejo de su tocador. Las palabras de Aleksandr resonaban en su mente: "Dimitri estaría orgulloso de ti". Aunque no lo mostraría frente a los demás, la mención de su hermano la había afectado profundamente. Dimitri había sido todo para ella, y ahora que él ya no estaba, sentía una carga aún más pesada sobre sus hombros.
Frente al espejo, sus ojos escudriñaban su propio reflejo. La joven despreocupada que había sido ya no existía. Ahora era la única Ivanov que quedaba para liderar la mafia rusa, y aunque había aprendido a adaptarse, sabía que este camino sería oscuro y solitario.
—Hermano… —susurró, cerrando los ojos—. Espero que estés viéndome. Lo que haré será por ti.
El silencio de su habitación la envolvía, dándole espacio para pensar en todo lo que había cambiado. Recordaba el día en que conoció a Luca, un hombre que desde el principio la trató como una niña molesta y despreciable. Sin embargo, cuanto más tiempo pasaba a su lado, más difícil era ignorar los sentimientos que surgían en su interior.
—No puedo dejar que esto me debilite —murmuró para sí misma, volviendo a abrir los ojos.
Sabía que enamorarse de Luca complicaría todo. No solo por la alianza entre sus familias, sino porque él aún no la veía como su igual. Pero en algún punto, había tomado la decisión de pelear por él, tanto como peleaba por el legado de los Ivanov.
Luca, incapaz de concentrarse en el papeleo, decidió salir a los jardines. El aire fresco le ayudaba a despejar la mente, o al menos eso esperaba. Caminaba lentamente, sus pensamientos siempre volviendo a Anya, a su hermano Dimitri, y a la guerra inminente con los Petrov.
—Devo fermarmi. Non posso pensare a lei in questo modo. (Debo detenerme. No puedo pensar en ella de esta manera.) —murmuró, frotándose la nuca con frustración.
Sus pies lo llevaron hasta el borde de una pequeña fuente de piedra. Allí, el sonido del agua fluyendo le daba un pequeño respiro a sus pensamientos. Pero incluso en la tranquilidad del jardín, la imagen de Anya volvía a él. Su determinación, su fuerza, y la forma en que había enfrentado a Aleksandr no dejaban de rondar en su mente.
—Она не может быть той, кого я хочу... (Ella no puede ser la que yo quiero…) —dijo en voz baja, su ruso algo torpe, pero suficiente para expresar el conflicto en su interior.
No obstante, sabía que no era solo su deseo lo que lo inquietaba. Era la responsabilidad que sentía hacia Anya, hacia su hermano muerto, hacia ambas mafias que ahora estaban unidas por un hilo tan frágil como su matrimonio. Sabía que si caía en la tentación, todo podría derrumbarse.
Pero, ¿hasta cuándo podría resistir?
Dentro de la mansión, Anya bajó las escaleras, buscando algo de paz en el salón principal. Sin embargo, cuando se acercó a las puertas del jardín, vio a Luca junto a la fuente. El hombre estaba solo, aparentemente absorto en sus propios pensamientos. Algo en su postura, en la forma en que miraba el agua, la hizo detenerse.
Durante un momento, solo lo observó desde la distancia. Parecía tan fuerte y seguro ante los demás, pero en ese instante, había algo vulnerable en él, algo que Anya no había notado antes. Esa vulnerabilidad la atraía tanto como su fuerza.
Sin pensar demasiado, cruzó el umbral de las puertas y caminó hacia él. Cuando Luca la escuchó acercarse, levantó la mirada, y por un instante, ambos se quedaron en silencio, sus ojos conectando en la penumbra.
—¿No puedes dormir? —preguntó Luca, rompiendo el silencio con una voz calmada.
—No —respondió ella—. Estaba pensando en Dimitri. Y en todo lo que ha pasado.
Luca asintió lentamente, entendiendo el dolor que ella sentía. Sabía lo que significaba perder a alguien cercano, y aunque no lo demostraba, también le dolía la muerte de Dimitri.
—Era un buen hombre —dijo Luca, su voz baja pero sincera—. No merecía lo que le pasó.
Anya asintió, tragando el nudo en su garganta. No quería mostrar debilidad, no ahora, pero la presencia de Luca le daba una extraña sensación de consuelo.
—Lo sé —murmuró—. Y ahora tengo que asegurarme de que su legado continúe.
Luca la miró, sorprendido por la determinación en sus palabras. Sabía que Anya había cambiado desde la muerte de su hermano, pero ahora veía algo más. Veía a una líder en formación, alguien que estaba dispuesta a luchar por lo que creía.
—Lo harás, Anya —dijo Luca, con una seriedad que no había mostrado antes—. Pero no tienes que hacerlo sola.
Anya lo miró a los ojos, y por un momento, las barreras que ambos habían construido comenzaron a desmoronarse. Sabían que el camino por delante sería difícil, que la guerra con los Petrov apenas comenzaba. Pero en ese momento, ambos entendieron que juntos eran más fuertes. Que, de alguna manera, habían comenzado a confiar el uno en el otro.
El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero esta vez era un silencio lleno de entendimiento. Aunque sus palabras eran pocas, la conexión entre ambos comenzaba a forjarse de una manera que ninguno de los dos había previsto.
Amor de Madre y fiereza de una Reina. Es una barbaridad./Rose//Rose//Rose/
Guauuuu. Palabras llenas de amor y una pasión a punto de estallar.