" El Mundo Necesita Un Villano"

La mirada de Ravenna parecía atravesar el alma de Frederick, quien sintió un escalofrío recorrer su espalda al darse cuenta de que ella no era una joven ordinaria. Cuando Ravenna detuvo su lectura y levantó la mirada, sus ojos se encontraron en un silencioso cuestionamiento.

- Ravenna: No te ayudé para que me debieras un favor.

Dijo Ravenna con una ceja levantada de manera juzgadora.

- Ravenna: Y con las hierbas que Sandor traerá, tendrás suficiente para que tu herida sane por completo. Y no digas que aún estás débil, porque no es así... Es increíble lo rápido que te has recuperado. Lo que me sugiere que estas acostumbrado a este tipo de lesiones.

Los ojos de Frederick se abrieron con sorpresa por la lectura tan acertada que Ravenna había hecho sobre él. Su expresión arrogante se desvaneció, reemplazada por una fría mirada.

- Frederick: Entonces, si sabes quién soy.

 Murmuró Frederick. Ravenna esbozando una sonrisa burlona dijo.

- Ravenna: Ni siquiera soy de aquí. ¿Por qué debería saber quién eres? De hecho, no me importa. Así que acepta este grano de amabilidad y vuelve a tu vida, o lo que sea que hagas.

Frederick se sintió más confundido. Ella lo había ayudado sin saber quién era, sin pedir nada a cambio, y además le estaba mostrando lo arrogante que había sido al asumir que todos lo conocían. Aun así, la curiosidad y el interés que Ravenna había despertado en el incremento.

Con una expresión lamentable, preguntó.

 - Frederick: ¿Pero darme tu nombre es mucho pedir? Quiero al menos saber eso...

Ravenna lo miró a los ojos, pareció tener un recuerdo fugaz en ese momento, sus párpados se cerraron con pesadez como sí tratará de negar algo, luego desvió la mirada y dijo.

- Ravenna: Ravenna.

Una sutil sonrisa se dibujó en los labios de Frederick mientras repetía.

- Frederick: Ravenna...

Entonces cuando Sandor regresó con las hierbas, Ravenna preparó unos ungüentos y se los entregó a Frederick. Sin decir una palabra más, Ravenna retomó el camino y comenzaron a alejarse con Sandor.

Sin embargo, Frederick caminó a su lado, Sandor al notar su presencia lo miró con disgusto y preguntó.

- Sandor: ¿Qué estás haciendo?

- Frederick: Caminando, ¿no es obvio?.

Respondió Frederick con calma. Sandor miró a Ravenna como si esperará que ella dijera algo, Ravenna sin sacar su mirada del camino dijo.

- Ravenna: deberías esperar al menos un día más si no quieres que eso se abra.

- Frederick: estaré bien.

Dijo Frederick, Ravenna no le dió mayor importancia y continúo con su camino.

A medida que avanzaban, Frederick aumentó su velocidad para seguirles el paso.

Después de pasar otro día caminando tras ella, Ravenna se detuvo para pasar la noche, al igual lo hizo él.

Ravenna encendió el fuego y, después de mirarlo directamente a los ojos durante un largo momento, dijo.

- Ravenna: No quiero asumir nada, pero a esta altura ya es evidente. ¿Por qué nos estás siguiendo?

Frederick se tomó un momento para responder, mirando a Ravenna con sinceridad.

- Frederick: Lo siento si causé alguna molestia, pero después de todo lo que has hecho por mí, siento que debo pagártelo de alguna forma y la única forma de hacerlo es estando a tu lado.

Ravenna en silencio contempló algunas posibilidades, luego se recostó contra un árbol y mientras cerraba los ojos dijo.

- Ravenna: haz lo que quieras, pero sí te vuelves una molestia me desharé de ti, después no digas que no te lo advertí.

Frederick sonrió ampliamente entendiendo a esas palabras como sí Ravenna aceptará su presencia.

En un rincón obscuro, Sandor observaba la escena con atención, sin decir una palabra pero mostrando una clara desconfianza hacia el recién llegado.

Al amanecer, Ravenna se preparó para continuar su camino, con la expectación palpable en el aire al pensar en los pocos kilómetros que la separaban de la fortaleza de Reichstag.

Frederick, sintiendo la urgencia de comprender sus próximos pasos, se acercó a Ravenna con una mirada inquisitiva.

- Frederick: ¿Qué es lo que vamos a hacer?

Ravenna guardó silencio por un momento, su expresión impasible dejando entrever la intriga que la fortaleza despertaba en ella. Sin embargo, optó por no responder a la pregunta de Frederick, dejando en el aire la incertidumbre sobre sus intenciones.

A medida que avanzaban, Frederick notó el rumbo que estaban tomando. La fortaleza de Reichstag se alzaba imponente en el horizonte, y un escalofrío recorrió su espalda al comprender hacia dónde se dirigían. Sin embargo, decidió abordar el tema con Ravenna.

- Frederick: No es una buena idea involucrarse con esa familia.

Ravenna se detuvo un momento, con un semblante frío y determinado.

- Ravenna: No necesito tus consejos.

 Respondió con firmeza y agregó .

- Ravenna: Si vas a ser una molestia, mejor vete.

Una sonrisa juguetona se dibujó en el rostro de Frederick, encontrando graciosa la seriedad con la que Ravenna tomaba cada situación.

- Frederick: Tranquila…

Dijo con tono ligero.

- Frederick: Te protegeré si algo llega a pasar, y trataré de no ser una molestia para ti.

Finalmente, Ravenna llegó al destino que había perseguido durante meses.

La fortaleza de Reichstag se alzaba imponente frente a ella, una masa de piedra y hierro que parecía resistir el paso del tiempo y las adversidades. Sus altos muros, coronados con almenas afiladas, se erguían como guardianes vigilantes, protegiendo celosamente su interior de cualquier intruso.

Nunca antes había visto algo tan impresionante. Las banderas ondeaban con fuerza, llevando los colores de la familia que gobernaba el lugar. Las murallas estaban adornadas con escudos y lanzas, y a lo lejos, se podía escuchar el eco de los preparativos militares, el sonido de las armas siendo afiladas y el clamor de los soldados entrenando.

Sin embargo, la imponencia del lugar no la detuvo. Con paso firme, Ravenna avanzó hacia la entrada enrejada, donde numerosos guardias custodiaban el lugar.

Sin vacilar, Ravenna demandó con determinación.

- Ravenna: Necesito hablar con el señor de este lugar. Déjenme pasar.

Los guardias la miraron con incredulidad, una joven encapuchada cuyo rostro permanecía oculto bajo las sombras y que se veía como una pordiosera, se presentaba ante ellos con una demanda que evidentemente estaba fuera de su alcance. Una mezcla de desconfianza y burla se reflejó en sus rostros mientras soltaban carcajadas.

- Guardias: ¿Pero acaso estás loca? El Duque no hace caridad. Regresa por donde viniste antes de causar más problemas.

Las risas burlonas de los guardias llenaron el aire, mientras señalaban a Ravenna con gestos despectivos. Para ellos, la idea de que alguien como ella pudiera acceder a hablar con el Duque era simplemente absurda.

Las miradas sombrías de Frederick y Sandor se asomaron por detrás de Ravenna, su molestia era palpable al escuchar cómo los guardias la trataban con desprecio.

Frederick se acercó a ella y le susurro.

- Frederick: ¿quieres que me deshaga de ellos?, será una tarea sencilla…

 Ravenna lo detuvo con un gesto antes de que pudiera decir algo más. En cambio, volvió su mirada hacia los guardias con una expresión firme pero respetuosa.

- Ravenna: Caballeros, realmente necesito hablar con el Señor. ¿Podrían al menos comunicar el mensaje entregándole esto?

Dijo sacando el anillo que su madre le había ebtrgado.

Su tono era calmado pero decidido, sin mostrar ninguna señal de intimidación frente a la hostilidad de los guardias. Sin embargo, su insistencia solo pareció enfurecer más a los guardias, que comenzaron a alzar la voz y aumentar el escándalo.

En ese momento, un hombre de cabello rubio y ojos rosas llegó hasta el lugar montado en un caballo, emanando una autoridad innegable.

- Duque: ¿Se puede saber qué significa este escándalo?

Los guardias se irguieron con firmeza y saludaron al Duque, reconociendo su presencia con respeto.

- ¡Bienvenido Duque!

La atmósfera estaba cargada de tensión mientras los guardias explicaban la situación al Duque, quien se aproximó montado en un majestuoso caballo.

Ravenna, con su rostro oculto bajo la capucha, dirigió su mirada hacia el Duque, encontrándolo también mirándola con desconcierto.

En ese momento, una fuerte brisa atravesó el patio, moviendo la capucha de Ravenna y revelando su rostro ante todos los presentes.

El Duque, al verla claramente, pareció impactado por la revelación y abrió la boca con sorpresa, como si estuviera viendo un espectro del pasado.

El Duque descendió de su caballo y se dirigió hacia la reja donde estaba Ravenna, como si estuviera siendo atraído por una fuerza inexplicable. Sus pasos eran lentos y cautelosos, como si temiera que el momento se desvaneciera antes de que pudiera comprenderlo completamente.

Finalmente, cuando llega frente a Ravenna, con voz temblorosa murmuro con incredulidad y emoción contenida.

 - Duque: ¿Hermano?