La Venganza Del Sigma

POV Oliver

En mi habitación, me senté al borde de la cama, sosteniendo la caja de antidepresivos. Con manos temblorosas, saqué una pastilla y la tragué, siguiendo el ritual que se había vuelto parte de mi rutina diaria. Mis pensamientos eran un torbellino de autocrítica y desesperación.

-¿Qué mierda estoy haciendo con mi vida?- Susurré para mí mismo, sintiendo el peso de mis acciones aplastarme.

Me llevé las manos al rostro, intentando calmar mi mente agitada. La sensación d repugnancia me invadía, un manto pesado que no podía sacudirme. Me sentía sucio, como si toda mi esencia estuviera contaminada.

Por un breve instante, después de aquella primera noche con Allen, había sentido una especie de control sobre mi destino. Creí que había tomado las riendas, que había convertido mi dolor en poder, pero la ilusión se desmoronó rápidamente. El segundo encuentro con Allen había sido el inicio de otro juego perverso, un ciclo interminable de dominación y sumisión del que no podía escapar.

-¿Qué he hecho?- Me pregunté, casi en un susurro.

La imagen de Allen sobre mí, su risa burlona, sus palabras hirientes, todo se mezclaba en mi mente, creando un eco insoportable. Cada recuerdo era una daga que se clavaba más profundo en mi conciencia.

La repugnancia no era solo por lo que Allen me había hecho, sino por cómo había respondido. Me había convertido en lo que más odiaba, usando mi cuerpo como una herramienta de venganza y placer vacío. Y ahora, estaba atrapado en un juego que no podía ganar, una espiral descendente de la que no veía salida.

Me levanté de la cama y me dirigía al espejo. La persona que me devolvía la mirada no era la que yo recordaba. Había cambiado, y no para mejor. Mis ojos ahora estaban apagados y vacíos. Mi rostro mostraba las marcas de estrés y la desesperación, señales de una batalla interna que estaba perdiendo.

-Necesito salir de esto…- Me dije a mí mismo, pero la determinación se sentís hueca. No sabía cómo hacerlo, ni si tenía la fuerza para intentarlo. Me sentía perdido, atrapado en una prisión de mi propia creación.

Me dejé caer en la cama, mirando el techo mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas, Me sentía más solo que nunca, y la oscuridad que me rodeaba parecía impenetrable.

Pensaba que mi vida no podía desmoronarse más. Me sentía atrapado en un ciclo vicioso de desesperación y autodesprecio. Lo que tenía con Allen era algo insostenible, y no entendía cómo pude haber caído nuevamente en juegos así. Tal vez era la vaga ilusión de que alguien al menos podía desear mi cuerpo, no lo sabía, pero no estaba bien con ello.

Alguien tocó la puerta de mi habitación, El sonido fue suave al principio, casi tímido, pero luego se hizo más insistente. Me levanté con dificultad, mi mente nublada por los antidepresivos y el cansancio. Abrí la puerta, y allí estaba Allen, su rostro una mezcla de determinación y algo que no pude identificar de inmediato, pero ya me imaginaba lo que venía.