Valien Daher, la heroína del imperio, rechaza firmemente el compromiso con el príncipe heredero. ¿Por qué? Porque ella es una reencarnada, ella sabe que su prometido la traicionará y eso la llevará a la muerte sin importar lo que ella hizo por su imperio.
Decidida a cambiar ese destino, Valien pide un compromiso, pero no con el príncipe heredero. Ella elige al archiduque Carl Pott, un hombre mayor y misterioso. ¿Podrá cambiar su destino siendo la esposa del archiduque?
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Sorpresas
—Ahora que sabes la verdad, puedes irte no voy a detenerte, no tengo ese derecho— se estaba levantando del sofá e inesperadamente, Valien lo detuvo, tomándolo de la mano.
—¿Estás seguro que quieres que me vaya?, mira que si dices que si, te perderás la oportunidad de conocer a la mujer de tu vida, estoy segura— muy segura de si misma, le decía mirándolo fijamente a los ojos, aunque en realidad era ella quien lo quería tener cerca, tal vez sonaba absurdo, pero quería al hombre que tenía frente sus ojos, no a ningún príncipe que vengaba a su amor, ni mucho menos al archiduque qué decían era un monstruo, sino a ese hombre que se había abierto tan sinceramente con ella.
—No mereces una vida como la mía, eres joven, hermosa. Querrás ir a fiestas, bailes, no puedo darte eso, estoy vetado de cualquier evento social, además de que el imperio entero cree que soy el malo, no estoy seguro, pero pueden tener razón— cayendo sentado otra vez sobre el sofá, con la cabeza agachada, le respondió. En estos momentos se podía permitir ser débil y humano, pues Valien le dio esa confianza.
—Eso no respondió mi pregunta, ¿quieres o no que me vaya de tu vida y desaparezca?, puedo hacerlo e irme al norte, el lugar que me dio su majestad, además podré vivir cómodamente toda mi vida con el dinero que me estarán dando, ¿de verdad crees no necesitar una esposa?— sus opciones eran inmensas, solo quería dejarle ver a Carl, que ella quería quedarse porque de verdad le interesaba.
—Así que mi hermano hizo eso. Quiero pensar que fue en un decreto real ¿cierto?, porque si fue en un pergamino, solo pasará a ser basura ya que no tienen validez ante los ministros, también debes saber que en el norte están las bestias que creo una maga muy poderosa, nadie ha podido domarlas y lo único que pudieron hacer fue encerrarlas, asumo que lo sabes ¿verdad?— no se miraba nada sorprendido ante las opciones que tenía su esposa.
—Es información inesperada, ahora entiendo muchas cosas— su rostro casi explota de lo caliente que se puso por el enojo que aquello le había causado, el emperador le tendría que dar explicaciones a Valien, pues todo parecía ser parte de sus planes.
—Valien, eres una guerrera, debes saber al menos de leyes en el imperio, todas las batallas se basan en desacuerdos que se tuvieron entre imperios, ¿acaso no sabías nada de eso?. Pelear una guerra no solo se basa en saber empuñar muy bien un arma o pelear a mano limpia, sino también tienen que ver mucho la palabra de los emperadores, sus ministros, los acuerdos y sus leyes, me sorprendes de verdad— daba un largo suspiro al ver la reacción de la “heroína del imperio”.
La rubia solo bajó la cabeza por lo avergonzada que se sentía, pero sin que se lo esperara, Carl tomó su barbilla y levantó nuevamente su rostro.
—Nunca bajes la cabeza por pequeñeces, incluso tu puedes aprenderlo todo, ahora me doy cuenta que el emperador también te mintió. Ojalá tuviera la manera de derrocarlo y terminar con todo esto ya— con suavidad fue tocando la mejilla de Valien y ella por supuesto que aprovechó este gesto.
—Esto responde mi pregunta— suspiró. —No me iré de tu lado Carl Pott, me quedaré aquí y seré tu esposa, me encargaré de enamorarte todos los días, si es necesario— sonreía feliz y ladina también.
—Es tu decisión, no te voy a negar que tú presencia llega a tranquilizarme— volteó su rostro a otro lugar, ya que se sentía avergonzado.
—Queda decidido, me quedo. Si tienes algún inconveniente con alguna otra persona, es mejor que me lo digas y así no vuelvo a cometer un error tan grande como el de antes— se expresó, aún sentía algo de culpa.
—No soy bueno socializando, así que puedes traer a quien sea, exceptuando a ese bastardo, solo debes tener en cuenta que no estaré presente en tus reuniones o fiestas— corroboró lo dicho, quería hablarle con la verdad a la que aceptó como su esposa.
—Ahora debo preguntar por algo importante, quiero saber ¿quién es la mujer que tienes en una de las cabañas en el archiducado?— su seriedad se hizo presente
—Exactamente, ¿de que mujer me hablas?— Valien sabía que Kiara no pudo haberle mentido, pero Carl de verdad parecía perplejo ante la pregunta.
—Escuché que tienes a una mujer viviendo aquí en el archiducado, que está en una de las cabañas que tiene a su alrededor, ¿quién es ella?— podía ser paciente, pero también tenía límites.
—Valien de verdad no entiendo, ¿de cual mujer hablas?, aquí en el archiducado hay un total de seis mujeres en las cabañas y otros seis hombres, para que estés enterada— su desconcierto no podía ser más sincero, simplemente no respondía porque no sabía a qué mujer se refería su esposa, pues Valien no especificó.
Valien simplemente se quedó petrificada ante tal confesión. Creyó todo el tiempo que solo estaba aquella mujer hermosa que se atravesó en el camino de su esposo, pero resulta que hay doce invitados en su hogar y ni siquiera lo sabía.
—¿Por qué están aquí?, no entiendo la relación que puedes tener con esas personas— aún en shock, preguntó
—Su majestad trajo a once y yo me encontré en el camino a la número doce, son espías del imperio al que le ganaron la guerra, están aquí como rehenes de la corona, es una manera de tener asegurada la corona de Siru, pues una de las rehenes, es la princesa de ese lugar— explicó
Por supuesto, la rubia no podía estar más sorprendida por lo dicho, jamás imaginó un escenario así, pensó cualquier cosa menos eso.
—¿Creíste de casualidad que aquella mujer era algo mío?— intentaba soportar la risa, cubriéndose la boca.
—Yo solo creí que pudiste haber preferido a alguien limpia, pura y casta, no a una guerrera como yo. Ahora veo que me equivoqué— su vergüenza estaba al límite.
Carl se acercó y abrazó muy fuerte a Valien, no podía creer el tipo de pensamientos que tenía una mujer que se mostraba segura de si misma.
—No seas tonta, solo no pensé en casarme nunca, además si hubiera querido a una esposa pura y casta, me hubiera mantenido igual, ¿no crees que sería lo justo?. Solo dije aquello, esa noche, porque era lo que se decía de las mujeres que son guerreras, no era por ti en específico, aunque si me sorprendió mucho darme cuenta de lo equivocado que estaba— besó suavemente sobre la cabellera de la rubia.
Te felicito por tan placentera obra 😉
me encanta la novela
muy buena trama y los personajes muy buenos