Mil Años De Metamorfosis

Zen observaba a sus enemigos con una mirada fija y calculadora. Había emergido de la cueva listo para enfrentarse a la maga, pero ahora se encontraba rodeado por un grupo mucho más grande y organizado de lo que había anticipado. Aproximadamente 50 caballeros se alineaban en formación a su alrededor, sus armaduras brillaban bajo la luz del sol y sus espadas reflejaban destellos amenazantes. Comandando a estos guerreros estaba Elara, la maga que había logrado seguirle el rastro hasta aquí. Sus ojos brillaban con determinación y una intensidad que hablaba de su deseo de venganza.

**Los caballeros y el guerrero del aura**

Entre los caballeros, Zen notó una figura que destacaba. Era un guerrero imponente, su presencia era diferente a la de los demás. Este hombre no llevaba armadura pesada como los otros caballeros; en su lugar, vestía ropa ligera que permitía una movilidad superior y emanaba una energía palpable que Zen reconoció de inmediato: el aura.

El aura era una energía completamente opuesta al mana. Mientras que el mana era una fuerza de la naturaleza, fluía a través del mundo y permitía a los seres mágicos y a los magos conjurar hechizos poderosos, curar heridas y aumentar sus atributos físicos, el aura era algo mucho más íntimo y personal. Provenía del interior del individuo, una manifestación de su voluntad de vivir y de sus experiencias cercanas a la muerte.

Zen sabía que el aura era extremadamente rara. No todas las personas que enfrentaban situaciones de vida o muerte la despertaban; solo aquellos con una gran afinidad por la vida y una fuerza de voluntad indomable lograban desarrollarla. A diferencia del mana, que requería talento innato y un entrenamiento riguroso para cultivarse, el aura se fortalecía a través de las dificultades y las pruebas extremas que enfrentaba su portador. Cada batalla, cada momento de desesperación y victoria, hacía crecer el poder del aura, convirtiendo al guerrero en una fuerza formidable.

**Evaluando la situación**

Zen se tomó un momento para evaluar la situación. La maga y sus caballeros lo rodeaban, y aunque sabía que podía enfrentarse a ellos, no subestimaba el peligro que representaban. El guerrero del aura, en particular, era una incógnita. Sabía que estos guerreros eran capaces de realizar hazañas increíbles, como aumentar su fuerza y velocidad a niveles sobrehumanos, resistir ataques que habrían derribado a cualquier otra persona y, en algunos casos, incluso manipular el aura para atacar directamente a sus enemigos.

*Escapar podría ser una opción,* pensó Zen mientras consideraba sus posibilidades. Pero rápidamente descartó esa idea. Sabía que incluso si lograba perderlos por ahora, seguirían persiguiéndolo. Estos guerreros estaban claramente decididos a capturarlo o eliminarlo, y no se detendrían hasta cumplir su objetivo.

Decidido a enfrentar la amenaza, Zen se preparó para la batalla. *Aún no han hecho nada que justifique matarlos,* pensó, *pero si siguen presionando, eso podría cambiar.* Con una sonrisa oscura en su rostro, Zen decidió que les daría una lección que no olvidarían.

**El combate comienza**

Elara fue la primera en actuar. Con un movimiento rápido, levantó su vara y conjuró un hechizo que disparó una ráfaga de energía mágica hacia Zen. Este esquivó el ataque con facilidad, moviéndose con una velocidad que desmentía su tamaño. Al mismo tiempo, los caballeros cargaron hacia él, sus espadas levantadas y sus gritos de guerra resonaban en el aire.

Zen se lanzó hacia adelante, sus garras brillaban bajo la luz del sol mientras se preparaba para enfrentarse a los caballeros. Con un movimiento fluido, barrió el aire con su cola, derribando a varios caballeros de un solo golpe. Sus garras se movían como relámpagos, desarmando a sus oponentes y enviándolos volando por el impacto.

Los caballeros, aunque valientes, no eran rivales para Zen. Sus armaduras y armas, aunque formidables contra enemigos humanos, no podían soportar la fuerza devastadora de los ataques de Zen. En cuestión de minutos, la mayoría de ellos yacían en el suelo, heridos y aturdidos, incapaces de continuar luchando.

**El guerrero del aura entra en acción**

El guerrero del aura, viendo a sus compañeros caer, se adelantó. Sus ojos brillaban con una intensidad feroz mientras canalizaba su aura, una energía dorada y pulsante que envolvía su cuerpo. Con un grito de guerra, se lanzó hacia Zen, sus movimientos eran tan rápidos que parecían balas o inclusive más rapidos.

Zen quien estaba bastante confiado apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el guerrero estuviera sobre él, sus puños golpeaban con una fuerza y velocidad que rivalizaban con la suya propia. El aura del guerrero amplificaba cada uno de sus ataques, haciendo que cada golpe fuera como un martillazo. Zen, aunque no tenía heridas aparentes, se vio obligado a retroceder, usando toda su agilidad para esquivar y contrarrestar los ataques.

El combate entre Zen y el guerrero del aura fue feroz y brutal. Zen, aunque poderoso, se dio cuenta de que este guerrero era diferente a cualquier otro que había enfrentado. Sus golpes eran precisos y mortales, y la energía del aura le daba una ventaja que era difícil de contrarrestar. A pesar de la ferocidad del guerrero, Zen concluyó que este puede ser mas fuerte que el troll de esta manera zen decidiría utilizar alrededor de su 60% de sus capacidades. Sus garras comenzaban a conectar y rápidamente invirtió las tornas del combate

**La intervención de Elara**

Elara, viendo que su guerrero del aura estaba teniendo dificultades y perdió la ventaja que tenía, decidió intervenir. Con un grito de desafío, levantó su vara y conjuró un hechizo de barrera que rodeó a Zen, intentando atraparlo y restringir sus movimientos. Zen sintió la presión de la barrera mágica cerrándose a su alrededor, y con un rugido de furia, lanzó un golpe que rompió la barrera en pedazos.

La destrucción de la barrera envió una onda de choque que derribó a varios caballeros y forzó a Elara a retroceder. Zen aprovechó la oportunidad para atacar al guerrero del aura con renovada ferocidad. Con un golpe devastador, derribó al guerrero, quien cayó al suelo, jadeando y visiblemente herido.

**Reflexiones de Zen**

Mientras observaba a sus enemigos caídos y heridos, Zen reflexionó sobre la naturaleza del combate y su propia existencia. *Estos humanos son persistentes,* pensó, *pero no pueden compararse con mi poder actual.* Sin embargo, también se dio cuenta de que su fuerza y habilidades podrían atraer más atención y enemigos más poderosos en el futuro.

*El aura es una energía fascinante,* pensó mientras miraba al guerrero caído. *Proviene de la vida y de las experiencias cercanas a la muerte. A diferencia del mana, que requiere talento innato, el aura se fortalece con cada desafío que enfrenta su portador.* Zen se preguntó si algún día se encontraría con alguien cuyo aura fuera lo suficientemente fuerte como para representar una verdadera amenaza para él.

**Decisión de Zen**

Con sus enemigos derrotados, Zen decidió que era hora de moverse. Sabía que los humanos no se detendrían hasta que lo capturaran o lo mataran. Debía continuar su viaje hacia la capital de Mecaget y descubrir más sobre su pasado y su propósito en este nuevo mundo.

Mirando a los caballeros heridos y a la maga, que lo observaba con una mezcla de miedo y desafío, Zen sintió una chispa de compasión. *No hay necesidad de matarlos,* pensó. *Aún no han hecho nada que justifique tal acción.* Con una última mirada a sus enemigos, se dio la vuelta y comenzó a caminar, decidido a continuar su viaje y enfrentar cualquier desafío que se le presentara en el futuro.

Mientras se alejaba, escuchó un murmullo detrás de él. Se giró para ver a Elara de pie, mirándolo con una expresión de determinación renovada.

—Esto no ha terminado—dijo, su voz era firme y desafiante. —Volveremos por ti, y la próxima vez, no escaparás tan fácilmente.

Zen simplemente sonrió ante la declaración de la maga. *Dejen que vengan,* pensó, *estoy preparado para lo que sea que este nuevo mundo quiera lanzarme.* Con esa última reflexión, desapareció en la distancia, dejando a sus enemigos para lamer sus heridas y planear su próxima movida.

**El collar reacciona**

Una vez que Zen se fue del lugar, el guerrero del aura, cuyo nombre era Kael, intentó levantarse. Kael era un veterano de muchas batallas, habiendo despertado su aura durante una emboscada que casi le costó la vida años atrás. Desde entonces, había perfeccionado su control sobre esta energía, enfrentándose a innumerables desafíos que habían fortalecido su aura hasta niveles impresionantes. Aunque había caído ante Zen, Kael no estaba derrotado en espíritu.

Mientras Kael se ponía de pie, el collar que Zen había encontrado comenzó a emitir un brillo extraño. La energía del aura de Kael parecía resonar con el collar, haciendo que las runas brillaran intensamente.