Ella solo quería obtener el trabajo soñado, ser maestra titular del Colegio Internacional para señoritas, pero solo consiguió ser la suplente, pero no solo eso, nunca pensó tener que soportar a los padres, caprichosos y llenos de poder que harían que la despidieran.
El haría cualquiera cosa para complacer a su pequeña hija, incluso conseguir a su querida maestra.
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Para que pensarlo
Camille
Quise tomarme el día sin problemas de la casa. No quería dejar a Alison, pero cuando fue a la habitación mi hija dormía sobre el pecho de Franco mientras Ghinger estaba abrazada a él sobre su cama. No diré que ver esta imagen me hizo brincar el corazón, pero, siempre hay un pero.
¿Debo pensarlo?
Es lo mejor para todos y más para ellas, las niñas tendrán una familia y es algo que ambas necesitan.
…ella estarán muy felices… — sus palabras resuenan en mi cabeza.
…es lo único que quiero. — Eso era Franco, un padre que solo desea ser feliz al hacer a sus hijos felices.
¿Cómo negarme?
La cena fue en un restaurante, pensé que sería en la casa, pero no fue así. No me sentía bien, era tan raro salir con él, no he hecho esto desde que conocí al papá de Alison y en verdad, todo con él fue tan rápido que no recuerdo.
El lugar era elegante y me sentí algo incómoda. Desde que llegamos todos lo saludaban, como si lo conocieran.
— ¿Vienes mucho? — pregunto curiosa.
Hace una mueca.
— La mayoría de mis clientes son muy poderosos y ricos, no puedo bajar la categoría si salgo con ellos — dice y me saca la silla para que me sienta y luego lo hace él, a mi lado.
— Dice como si no te gustará — no sé mucho de su trabajo, se que es de bienes raíces, y que muchos de sus clientes tienen mucho dinero, luego de ver todo lo que se gasta solo en una cena.
— Disfruto de todo esto, Camhile. Me gusta. Solo que en ocasiones es agotador tener que aguantar tanta gente arrogante y con egos que superan el infinito — lo escucho reír y mirar su celular, luego lo guarda en el bolsillo interno de su chaqueta.
El mesero vino y nos trajo la carta.
— ¿Quieres un vino? — me mira — solo por esta noche quisiera que disfrutaras sin preocuparte por la niñas — me pide.
— Ayer tuve un día libre ¿recuerdas? — salí y me arreglé el cabello e hice cosas que no acostumbro hacer pero que nos gustan mucho a las mujeres, me hice cariñitos.
— Y te fue bien, estás hermosa — dijo sonriendo y lo vuelvo a ver, sacar su celular mirar y luego lo guarda.
¿Quién le escribe tanto?
¿Será cosas de trabajo?.
O ¿una mujer?
— Me gusta como se te ve el cabello — otro halago y me siento algo incomoda y me sonrojo.
— Gracias — miro el menú; no colocan los precios de nada, imagino para que la gente no se horrorice.
— Pediré un vino y me acompañaras a tomarlo — Franco Rossi tomando decisiones por mí, otra vez.
Lo miro.
— Solo una copa — me pide — es nuestra cena, nuestra primera cita juntos y solos — toma mi mano sobre la mesa y yo miro hacía los lados, sin embargo, él se inclina y besa mi mejilla — te ves hermosa está noche — susurra y su aliento hace que me estremezca.
— Franco…
— Tranquila, que aquí no me pondré todo canchondo — dice eso y rie — hay mucha gente, — se aparta y toma la carta — y todo lo que quiero hacer contigo es mejor no tener público para eso.
Lo veo sonreír con picardía, mientras mi cuerpo se calienta y me pongo a transpirar.
— Creo que iré al baño — digo y me levanto, él me ayuda y llega el mesero.
— ¿Desean ordenar? — Franco y yo lo miramos.
— ¿Dónde está el baño? — le pregunto y el chico voltea y señala un pasillo
— Por ahí la primera puerta a la izquierda.
Asiento.
— Pediré vino, cariño — escuchó a Franco decir y me pareció que me miraban de otras mesas.
Me apresuro a entrar al baño y me miró al espejo. No solo estaba incómoda por el lugar, si no por la cercanía de Franco. Es como si desearas siempre estar entre sus brazos y sentirlo dentro de mi.
Soy yo la que me pongo cachonda cuando está él — pienso mientras me miró al espejo.
Franco Rossi paso de ser un hombre arrogante a un hombre cariñoso y amable. Cachondo también lo es, su manera de hablar cuando tiene deseo no es para nada ordinaria, es directa y me estremezco cuando escucho su voz ronca del deseo.
Cuando salgo al pasillo me tropecé con una mujer y no miro su cara.
— Disculpe — digo
— ¿Camhile? — escucho esa voz y me parece tan conocida, la miro.
— ¿Mary? — la miro sorprendida.
Mary fue supervisora en el colegio donde dio clases antes de llegar a esta ciudad. Ahí donde conocí al papá de Alison
— ¿Sabes?, te vi llegar de brazos de ese hombre y dude si eras tú — sonríe, la rubia. — ¿quién es ese espécimen tan hermoso con el que estás?
Me quedo muda, no sé qué decir sobre Franco.
— ¿Aún das clases? Escuché que estaba en la Internacional de señoritas, ¿es cierto? — Mary siempre quiere saber todo de una vez, típico de ella cuando tenía una reunión con las maestra hacía un interrogatorio que jamás logras contestar todo, porque no te lo permitía.
— Doy clases particulares — logré responder.
— Escuché mucha cosas sobre tu partida, no lo creí; dicen que estuvistes con Horatio Grand, y que tratastes de romper su matrimonio, un hombre como él tan correcto. Solo fueron chismes ¿cierto?
No quisiera decir nada sobre esa parte de mi vida.
Suspiro.
— Yo dije: Camhile no es capaz de cosas como esas, además, Horatio no mira a otra mujer si no a Lucila, sus hijos y ella son todo para ese hombre. ¡Son solo inventos!
Si supieras Mary todo lo que ese hombre tan correcto, que dicen que es Horatio, me decía para conquistarme y todo lo patán, que fue después, luego de saber que tiene una hija conmigo.
— ¿Camhile? — la voz del hombre hizo que volteara a verlo.
Franco estaba en el pasillo a pocos pasos de las dos.
No sé si escuchó algo de lo que Mary dijo.
— Cariño ¿todo bien? — dice y mira a Mary, quien le sonríe. — me preocupé porque tardabas mucho. — pasa su mano por mi cintura — Franco Rossi, un placer — le dice a Mary y le ofrece la mano, la mujer sonríe demasiado mientras la recibe.
— Mary Johnson, un placer Franco — ella me mira y puedo ver ese brillo de sus ojos que nota en algunas mujeres cuando lo ven.
— ¿Son amigas? — Franco aprieta mi cintura.
— Mary fue …
— Fui su jefa — Mary ríe demasiado para mí parecer — bueno, su supervisora en su antiguo trabajo.
— Ok, ¿maestra también? — Franco le pone interés a la conversación.
— Si, aunque no me encargo de salones solo de los maestros — vuelve a sonreír.
— Y eso ¿que hablaban? Sobre chismes y comentarios — pregunta el hombre y me tenso — supongo que no son parte del trabajo o ¿si? — veo que lo que escucho Franco no le agrada, o lo molesto no sé.
Mary ríe y se nota que no está incomoda.
— Solo comentarios Franco, nada importante — le digo
— Pero si son sobre ti, cariño, quiero saberlos — él me mira serio — me gusta saber el cuchicheo donde te tienen como centro de atención.
No sé por qué insiste, si él mismo dice que solo eran chismes a ¿dónde quiere llegar?
— Solo comentarios mal sanos, Franco ¿no? — habla Mary — Camhile siempre se la ha llevado bien con todos y la involucraron con uno de los padres, que fue el presidente del consejo de padres en el colegio — Mery me mira y con la mirada le digo que no hable más, pero imposible conociéndola no para su lengua — pero es absurdo conociendo a Camhile, y menos al hombre que es Horatio Grand, ese hombre es un modelo de persona y ¿como padre?, no se diga más. Ama a sus hijos y siempre los pone por sobre cualquier cosas. Absurdo siquiera que haya la posibilidad de algo así.
— ¿Podemos regresar a la mesa? — pregunto y los interrumpo.
Franco está muy interesado en la conversación.
— Y ese Horatio ¿que hace? ¿a que se dedica? — pregunta.
— Franco creo que no es necesario — digo y él me mira.
— Amor, solo son habladurías — dice él con un tono que no me agrada y Mary no lo noto porque siguió hablando.
— Es un ingeniero muy conocido y sus hijos son todo para él. Figurate que siempre estaba en el colegio pendiente de todo lo que ellos necesitaban.
— Me imagino, un padre ejemplar ¿no? — dice y me mira apretando la mandíbula.
— Yo si me voy — dice Mary de repente — se ven muy bien juntos ustedes dos — dice y le sonríe a Franco, quien besa mi cabeza.
— Gracias, todos lo dicen — me jala — vamos cariño, que tengo hambre.
Tomó mi mano y me llevó hasta la mesa, no dijo nada más. Solo miro el menú en silencio y espero que trajera la comida mientras revisaba su celular.
— ¿Trabajo? -— pregunto y me mira confundido — has visto tu celular muchas veces. Imagino que por trabajo ¿no? — no quiero sonar controladora o que me de celos si está pendiente de alguna mujer que le escriba.
— No — dice serio — yo sí me preocupo por mis hijos y solo veo que estén bien.
Imagino que lo dijo por lo escucho de Horario.
Me mostró el celular y vi una imagen de la habitación de Ghinger, las niñas con Grace, la niñera que el contrato para que las cuidara.
— Cuando salgo siempre reviso las cámaras para saber que Ghinger está bien mientras no estoy — me confiesa — no confío en las personas.
Me quedo en silencio.
— Contigo fue la excepción, puede salir tranquilo, porque sabía que la querías y nunca haría nada para lastimarla — dice sin mirarme, aún está muy serio.
.😂😂😂