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Un Secreto Entre Nosotros

Un Secreto Entre Nosotros

Status: En proceso
Genre:Dominación / Poli amor
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: HRHSol

Amar a uno la sostiene. Amar al otro la consume.
Penélope deberá enfrentar el precio de sus decisiones cuando el amor y el deseo se crucen en un juego donde lo que está en riesgo no es solo su corazón, sino su familia y su futuro.

NovelToon tiene autorización de HRHSol para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 11.

POV Eric

Siempre supe que Kylian no podía sostener este juego por mucho tiempo. Ama demasiado a Penélope como para perderla, pero me ama demasiado a mí como para soltarme. Esa contradicción lo está consumiendo, y aunque yo lo disfruto en carne propia, también me abre una puerta que nunca pensé tener: la posibilidad de entrar en su mundo, en su hogar, en ella.

A veces me pregunto si esto comenzó como un capricho o si el destino tenía trazado este enredo desde el principio. Con Kylian, todo fue natural: la amistad, las confidencias, el primer beso robado bajo los efectos del alcohol. La atracción era imposible de negar, el fuego estaba ahí, esperándonos. Pero con Penélope… con ella fue distinto. No hubo chispa inmediata, no hubo juego prohibido. Hubo admiración. Y poco a poco, sin que yo pudiera detenerlo, esa admiración se transformó en amor.

La vi en el hospital, con el tobillo vendado y la mirada cansada. No me pidió ayuda, pero la necesitaba. Y yo estaba ahí. Yo siempre estoy ahí.

Mientras Kylian se ahogaba en su orgullo y en su terquedad, yo era el que empujaba su silla de ruedas, el que le alcanzaba una manta, el que buscaba la máquina de café para traerle su infusión con dos gotas de limón, como a ella le gusta. Gestos pequeños, casi invisibles, pero cargados de intención.

No necesito tocarla para marcar la diferencia. No necesito besarla para conquistarla. Me basta con escucharla cuando suspira sin darse cuenta, con anticiparme a lo que necesita sin que lo diga. Kylian puede darle casas, viajes, lujos… yo le doy lo que él olvida: atención. Presencia. Memoria.

Con Penélope juego el arte de la paciencia. No es un plan frío, no es un cálculo perverso. Simplemente sé que los vacíos que deja Kylian se llenan con detalles, y yo he aprendido a ser un experto en ellos.

Un mensaje corto: “¿Necesitas algo del súper? Puedo dejarlo en la puerta.”

Un comentario casual: “Hoy estabas radiante, incluso con ese gesto de fastidio que tanto amas esconder.”

Una mirada que se prolonga un segundo más de lo debido.

Nada explícito, nada que pueda llamarse traición abierta… pero suficiente para sembrar la semilla.

Lo más irónico es que Kylian cree que me tiene bajo control. Cree que soy su secreto mejor guardado, la aventura que nadie sospecha. No entiende que la verdadera tentación no es lo que hacemos a escondidas… sino lo que podría pasar si Penélope me dejara entrar de verdad.

Y esa posibilidad crece cada día.

Una tarde, por ejemplo, fue una de esas en que el destino se encargó de darme lo que necesitaba. Kylian no llegó a casa a la hora prometida, y yo me ofrecí a pasar a dejar unos documentos. No era necesario, lo sé. Pero fue mi excusa perfecta.

Ella estaba en el sofá, con Max dormido en su regazo y Jack hojeando un libro a su lado. La luz de la lámpara suavizaba sus facciones, y por un instante quise congelar la escena. Ella, agotada, pero firme. Protectora. Hermosa.

—¿Puedo ayudarte con algo? —pregunté en voz baja, sin querer despertar al pequeño.

—No, estoy bien. —Su respuesta automática no coincidía con el cansancio de sus ojos.

Me acerqué, despacio, y acomodé la manta que cubría a Max. Mis dedos rozaron los de ella, apenas un instante. Nada más que un gesto inocente… pero el silencio entre nosotros lo cargó de electricidad.

—Sé que dices que estás bien —murmuré—, pero no tienes por qué estarlo siempre.

Sus ojos se encontraron con los míos. No hubo reproche, no hubo enojo. Solo sorpresa. Como si nadie antes le hubiera dicho esas palabras en ese tono. Como si, de repente, entendiera que yo la veía. No solo como madre, ni como esposa… sino como mujer.

No crucé la línea. No era el momento. Pero esa mirada fue suficiente.

En ese instante lo supe: ya no se trataba de si Penélope iba a dejarme entrar, sino de cuándo.

Porque la amo.

La amo en su fuerza y en su fragilidad, en esa obstinación que la hace levantarse aunque el cuerpo le diga lo contrario, en la ternura con que calma a sus hijos, en la rabia con que enfrenta a Kylian.

Y mientras él se hunde en su orgullo y sus secretos, yo me convierto en su refugio silencioso.

Sé que tarde o temprano notará la diferencia. Que en alguna noche de insomnio, mientras él esté ausente, recordará cómo yo le sostuve la manta, cómo yo la escuché, cómo yo la hice sentir viva.

Ese será el día en que la grieta se convierta en puerta.

Y cuando lo haga, Kylian no tendrá cómo detenernos.

Porque, te lo confieso —y aquí es donde mi paciencia deja de ser tan inocente—, yo no solo espero. Yo provoco.

Soy el que ofrece ayuda sin que me la pidan, el que aparece con el detalle justo, el que planta las palabras adecuadas para que germinen en silencio.

Cada gesto, cada frase, cada aparición aparentemente casual… nada de eso es casual.

Y en esa estrategia suave, casi invisible, estoy construyendo el terreno donde Penélope, tarde o temprano, se dará cuenta de que ya me eligió.

Al fin y al cabo, la paciencia también es deseo. Y yo llevo años deseándola.

1
Maria Elena Martinez Lazaro
excelente
Maria Elena Martinez Lazaro
Quien es Sophi ?. Estoy perdida estaban hablando con Carolina y de pronto la mencionan a ella y dos veces
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