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Me Enamoré De Mi Enemigo

Me Enamoré De Mi Enemigo

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor-odio
Popularitas:983
Nilai: 5
nombre de autor: Nyra Dark

A sus 19 años, arina de lucas parece ser una estudiante común: bonita, callada y aplicada. Trabaja en la cafetería de su abuelo y aparenta ser una joven más de preparatoria. Pero bajo esa máscara se esconde la futura heredera de un poderoso imperio criminal. Entrenada en artes marciales, fría cuando debe serlo y con un corazón marcado por el rechazo de sus propios padres, dirige en secreto a los hombres de su abuelo, el único que la valora.

Del otro lado está ethan moretti, de 21 años. Inteligente, atractivo, respetuoso y aparentemente un estudiante modelo. Sin embargo, también arrastra un legado: pertenece a otra familia mafiosa rival, dirigida por su abuelo, que pretende heredarle el trono del poder. A diferencia de la chica, sus padres sí conocen la verdad, aunque intentan disimularlo bajo la máscara de ejecutivos ejemplares.

Lo que ninguno sospecha es que sus vidas están unidas por un destino retorcido: enemigos en la sombra, pero vecinos en la vida real.

NovelToon tiene autorización de Nyra Dark para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 19

Una noche después...

El lugar estaba oscuro, un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Los pasos de los mafiosos enemigos retumbaban en el eco metálico, las armas listas, la tensión impregnando el aire como pólvora a punto de encenderse.

Ariana entró primero, silenciosa, con la pistola en mano y los ojos como cuchillas. Avanzaba entre las sombras, analizando cada movimiento. No esperaba encontrarlo ahí.

Pero lo hizo.

Ethan apareció desde el otro extremo del pasillo, con su chaqueta negra, la mirada fría como siempre y esa aura de control que lo hacía destacar incluso en medio del caos.

Ambos se quedaron paralizados por un instante. La tensión se disparó en el aire.

—Tú… —escupió Ariana con rabia contenida, apuntándole sin pensarlo—. No me digas que también estás detrás de esto.

Ethan arqueó una ceja, sin mover ni un músculo de más, con esa calma arrogante que la hacía hervir.

—No te emociones, Ariana —dijo con voz baja, grave, cargada de veneno fingido—. No vine por ti. Ni lo haría.

Los ojos de Ariana brillaron con furia. Cada palabra le recordaba el dolor de la escuela, el rechazo, la humillación.

—Pues quítate de mi camino. No necesito a un Moretti entorpeciendo mis planes.

Ethan dio un paso hacia ella, acortando la distancia, como si la desafiara con solo su presencia. La punta de su arma casi rozaba su pecho, pero él no se inmutó.

—Curioso… —susurró, inclinándose apenas, rozando con su voz el oído de Ariana— porque parece que tus planes y los míos apuntan al mismo objetivo.

Ella lo miró con odio, pero su cuerpo reaccionó al roce de su respiración en su piel, odiándose a sí misma por sentir ese escalofrío.

—No vuelvas a acercarte así —le gruñó, apartándolo con un empujón seco.

Él sonrió de lado, con esa maldita calma que la sacaba de quicio.

Pero antes de que siguieran peleando, el sonido de balas rebotando contra las paredes los obligó a moverse. Los enemigos habían detectado su presencia.

Ariana rodó hacia una cobertura mientras disparaba. Ethan se cubrió a su lado, y en medio del tiroteo, sus hombros se rozaron, sus respiraciones se mezclaron, los dos luchando espalda contra espalda.

—Míranos —soltó Ethan con un tono sarcástico mientras recargaba el arma—. Dos enemigos jurados jugando a salvarse la vida.

—No lo confundas con un “nosotros”, Moretti —replicó Ariana, girando y disparando con precisión—. Esto es pura conveniencia.

Un enemigo se abalanzó por la izquierda. Ethan reaccionó rápido, sujetando a Ariana por la cintura para apartarla, disparando sobre el hombro de ella. Por un segundo, quedaron pegados, el brazo de él rodeándola, los cuerpos alineados demasiado cerca.

Ariana lo miró con rabia y un toque de confusión, los labios a centímetros de los suyos.

—Suelta. Tu. Mano —dijo despacio, clavando su mirada en la de él.

Ethan la sostuvo un instante más, desafiándola con esa mirada dominante que parecía decir aquí mando yo. Luego la liberó con un gesto lento.

—Relájate, Lucas. Si quisiera tenerte entre mis manos, ya lo habría hecho.

Ella apretó los dientes, furiosa, disparando contra el último enemigo frente a ellos. El estruendo cesó. Solo quedó el eco de sus respiraciones agitadas, sus cuerpos todavía demasiado cerca.

Un silencio denso cayó sobre ellos, cargado de odio, de orgullo… y de algo más que ninguno quería admitir.

—Esto no cambia nada —dijo Ariana con voz firme, guardando su arma.

Ethan se inclinó, mirándola directo a los ojos con una media sonrisa fría.

—No, claro que no. Sigues siendo mi enemiga… y yo el tuyo. Pero recuerda esto, Ariana: sin mí, hoy no salías viva de aquí.

Ella lo sostuvo la mirada, sin retroceder.

—Y sin mí, tú tampoco.

---

Los casquillos todavía humeaban en el suelo del almacén. Ambos respiraban agitados, el aire cargado de pólvora y odio contenido. Ariana guardó el arma, dándole la espalda a Ethan, decidida a salir sola.

Pero no llegó muy lejos. Afuera, se escuchó el rugido de más motores, las luces de las camionetas enemigas iluminando la entrada.

—Genial —murmuró Ariana, rodando los ojos—. La fiesta apenas comienza.

Ethan se acercó a ella, ajustándose la chaqueta con calma.

—Tienes dos opciones: morir ahí fuera o huir conmigo.

Ella lo miró con desdén.

—Prefiero morir a deberte algo.

Él se inclinó un poco, con esa sonrisa peligrosa.

—Entonces te toca vivir con la deuda, porque no voy a enterrarte aquí.

Antes de que pudiera responder, Ethan la sujetó de la muñeca y tiró de ella hacia una salida lateral. Ariana forcejeó.

—¡Suéltame, Moretti! —protestó entre dientes.

—Deja de jugar a la orgullosa, Lucas. Quieres vivir tanto como yo —gruñó él, empujando una puerta metálica hasta llegar al estacionamiento trasero.

Allí, un auto negro estaba aparcado. Ethan rompió la ventana con el codo y abrió la puerta. Ariana lo miró con incredulidad.

—¿En serio? ¿Robar un auto? Qué original.

Él le lanzó una mirada ladeada mientras encendía los cables.

—Sube o te quedas aquí de carnada.

Ella bufó, pero terminó entrando al asiento del copiloto. En cuanto Ethan pisó el acelerador, las ruedas chirriaron y el auto salió disparado mientras las camionetas enemigas los perseguían.

El vehículo vibraba con cada giro brusco. Ariana sujetaba el tablero, lanzándole miradas furiosas.

—¡No sabes manejar sin intentar matarnos en el proceso?

—Estoy salvando tu vida, deberías agradecer —replicó Ethan, los ojos fijos en la carretera.

Ella giró hacia él, su cabello alborotado por la velocidad.

—No te confundas, Moretti. No te pedí que me salvaras.

Él sonrió de lado, sin apartar la vista del retrovisor.

—Nunca me pides nada… pero siempre termino dándotelo.

Las palabras la dejaron sin aliento un segundo, pero enseguida volvió a su tono duro.

—No me confundas con tus juegos psicológicos. Yo no soy una de tus muñecas, Ethan.

De repente, un auto enemigo se puso a la par. Ethan giró bruscamente el volante, acercándose tanto a Ariana que sus hombros chocaron. Ella se tensó, sintiendo el calor de su cuerpo rozar el suyo, demasiado cerca para un enemigo.

El coche enemigo chocó contra ellos, Ariana desenfundó el arma y, desde la ventana, disparó a una de las llantas. El vehículo derrapó y se estrelló contra un poste.

Ethan soltó una carcajada seca.

—Admito que eres buena, Lucas.

Ella lo miró con fuego en los ojos.

—Soy mejor que tú.

El auto siguió a toda velocidad hasta perder de vista a los perseguidores. El silencio volvió a instalarse, solo roto por el motor y sus respiraciones.

Ariana giró hacia él, con la mirada dura, pero su voz salió más baja de lo esperado:

—Esto no significa nada, Ethan. Solo cooperamos porque no había otra salida.

Él frenó el auto de golpe, clavando los frenos hasta detenerse en medio de un camino desierto. Se inclinó hacia ella, tan cerca que Ariana pudo sentir el roce de su aliento en sus labios.

—Claro… —murmuró con esa voz grave y dominante—. No significa nada. Pero dímelo mirándome a los ojos, Ariana.

Ella lo sostuvo la mirada, el corazón desbocado, los labios temblando entre el odio y algo más que no quería nombrar. Finalmente, apartó la vista con rabia, abriendo la puerta del auto.

—Llévame a mi apartamento. Ahora.

Ethan la observó unos segundos más, una sonrisa fría curvándose en su rostro, aunque por dentro ardía igual que ella.

Pisó el acelerador de nuevo, el silencio entre ambos era un campo de batalla invisible… un campo que ninguno estaba dispuesto a abandonar.

---

En una sala privada de un viejo caserón en las afueras de la ciudad, Don Vittorio Moretti y Don Alessandro Lucas compartían un whisky caro. La tensión entre ambos era histórica, pero esa noche había algo distinto en sus rostros: expectativa.

Un informante entró, nervioso, inclinando la cabeza.

—Mis señores… traigo noticias de sus nietos.

Vittorio levantó la mirada, afilada como cuchilla.

—Más vale que valga la pena interrumpir mi bebida. Habla.

El hombre tragó saliva.

—Coincidieron en la misión del almacén. Al principio se encararon con odio, casi apuntándose el uno al otro. Pero cuando los enemigos llegaron, terminaron luchando juntos. Espalda contra espalda. Se cubrieron, se rozaron, escaparon en el mismo coche.

Un silencio pesado se instaló, hasta que Alessandro dejó escapar una carcajada seca.

—Sabía que pasaría tarde o temprano. Ariana no puede evitar medir fuerzas… y ese muchacho tuyo, Vittorio, tiene el maldito talento de provocar hasta en medio de una balacera.

Vittorio sonrió con orgullo contenido.

—Ethan nunca pierde el control, pero si la protegió, es porque la siente más de lo que admite.

Alessandro dio un trago a su whisky, con los ojos brillando de satisfacción.

—Mi nieta es una serpiente silenciosa, sabe morder cuando menos lo esperas. Tu nieto, un lobo calculador. Juntos… son dinamita.

Vittorio asintió despacio, apoyando el vaso sobre la mesa.

—Aunque se odien, aunque se hieran, terminaremos uniéndolos.

Alessandro entrecerró los ojos, su voz grave como un trueno:

—No importa si se resisten. Con amor o con odio… esos dos acabarán siendo marido y mujer.

El informante se estremeció, pero no dijo nada.

Vittorio, con un destello irónico en la mirada, añadió:

—Y si la vida no los obliga a unirse… nosotros lo haremos.

Alessandro sonrió de medio lado.

—Por ahora, dejemos que jueguen a ser enemigos. Ver hasta dónde llegan por proteger sus orgullos será la mejor prueba.

Ambos viejos levantaron sus copas, chocándolas con fuerza. Sus risas resonaron en la sala, cargadas de satisfacción y un plan que empezaba a tomar forma.

---

El motor del coche se apagó. Ambos bajaron sin decir palabra, la tensión entre ellos más pesada que el humo de la pólvora que aún llevaba impregnado el aire.

Caminaron en direcciones similares, como si un hilo invisible los obligara a seguirse, aunque fingieran no notarlo.

Ariana apretó el paso y giró bruscamente la cabeza.

—¿Por qué me sigues, Moretti? —soltó con voz fría, casi un susurro afilado.

Ethan no respondió. Sus ojos se mantuvieron fijos, calculadores, observando cada sombra de la calle, cada reflejo en los vidrios de los autos estacionados. Continuó caminando detrás de ella, sus pasos seguros, provocadores.

—¿Te quedaste mudo o qué? —insistió Ariana, con un deje de molestia.

De pronto, Ethan se tensó. En la esquina de un callejón oscuro distinguió a un hombre vestido de negro, uno de los hombres de confianza de su abuelo. El instinto se encendió de inmediato.

Sin pensar, jaló del brazo a Ariana con fuerza y la arrastró hacia un callejón sin salida. Ella intentó resistirse, pero en un movimiento rápido él la empotró contra la pared húmeda y fría, cubriéndole la boca con su mano.

El cuerpo de ambos quedó pegado, respirando el mismo aire. El calor de Ethan contrastaba con el hielo en la piel de Ariana. Su mirada se clavó en la de ella, intensa, dura, mientras el silencio de la noche se llenaba con los pasos del hombre que pasaba frente a la entrada del callejón.

El desconocido siguió de largo. Solo entonces Ethan bajó lentamente la mano de la boca de Ariana.

Ella lo miró con furia, los labios rojos por la presión de su mano.

—¿Qué demonios te pasa? —escupió con veneno—. ¿O acaso ya olvidaste que me llamaste tu enemiga? ¿Que dijiste que te arrepentías de haberme salvado, de haberme protegido?

Ethan la observó en silencio. La mandíbula le marcaba las facciones tensas, y sus ojos fríos escondían algo que ni él mismo sabía cómo definir.

Ariana sonrió con ironía, aunque en sus ojos ardía un brillo de dolor.

—No intentes jugar al héroe conmigo, Moretti. Ya no somos nada nisiquiera amigos.

Él dio un paso hacia atrás, liberándola. Pero antes de apartarse por completo, inclinó la cabeza apenas lo suficiente para que sus palabras le rozaran como una daga al oído:

—Aunque lo niegues, siempre voy a estar un paso detrás de ti. Puedes ser mi enemiga o el mismísimo Lucifer, pero yo te dije que jamás me alejaría de ti. Yo no sigo órdenes.

---

Ethan dio media vuelta y comenzó a caminar con paso firme, como si nada hubiera pasado. Ariana, aún con el corazón latiéndole desbocado por sus palabras, lo siguió a unos metros de distancia.

Esta vez él iba adelante, ella detrás. El silencio entre ambos era un campo minado, y cada paso parecía un recordatorio de lo que habían dicho minutos atrás.

Ariana frunció el ceño, observando cómo Ethan se dirigía en la misma dirección que ella.

—¿Será que me está siguiendo otra vez? —murmuró para sí, con el pecho ardiendo de enojo y confusión.

Caminaron varias cuadras hasta llegar al mismo edificio de apartamentos. Ariana se detuvo en seco, incrédula.

—¿Qué demonios? —pensó—. No… no puede ser.

Lo siguió con la mirada mientras Ethan sacaba las llaves de su chaqueta y se dirigía al pasillo. Ariana, con el corazón acelerado, creyó por un instante que iba hacia su puerta, que se atrevería a entrar a su apartamento como si nada.

Pero al dar unos pasos más… la sorpresa la golpeó de lleno. Ethan no se detuvo en su puerta, sino en la que estaba justo enfrente. Introdujo la llave con calma, giró el picaporte y abrió.

Ariana se quedó paralizada,

—No puede ser… vive justo aquí… —susurró, con una mezcla de incredulidad y desconcierto.

Ethan, antes de entrar, giró la cabeza levemente hacia ella. Su mirada era tan intensa que por un instante Ariana sintió que podía leerle los pensamientos. Una media sonrisa se dibujó en su rostro, irónica, dominante, como si disfrutara del desconcierto de ella.

—Buenas noches, vecina —dijo con voz grave y serena, dejando escapar la palabra como un golpe suave pero directo.

Sin darle tiempo a responder, cruzó el umbral y cerró la puerta tras de sí.

Ariana permaneció frente a la suya, con los labios entreabiertos, la respiración agitada y la mente hecha un torbellino.

---

Continuará...

1
Briana
😳🫣🫢
felipe_oquendo
10/10
Yaquelin Yaqui
me encanta esta re bueno ☺️
Leonardo Martinez
listo
Leonardo Martinez
bn
Leonardo Martinez
me encanta
Briana
♥️
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