La esposa del emperador murió y el alma de una mujer que pertenecía a otro mundo entra a su cuerpo y tendrá que tomar las riendas de su nueva vida.
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Capítulo 12
Capítulo 12
Cuando vi a ese pequeño niño, quien era ahora era mi hijo, siendo golpeado con esa varilla de madera en la mano por ese hombre, no pude ni siquiera llegar a pensar en mis actos. Simplemente, fue por instinto, me dispuse a correr para llegar a su lado y cuando lo hice, empuje al desgraciado con mucha fuerza para poder alejarlo de Marcos, logrando que callera al suelo sentado, porque no estaba preparado para soportar el gran empujón que le di. Quedo despatarrado en el suelo, sin un poco de elegancia.
-¿Pero qué....
Dijo el hombre, todavía sentado en el piso, con evidente enfado y confusión. Como si no creyera que alguien lo empujo porque lo que estaba haciendo fuera malo, lo que provocó aún más enojo en mí.
-¿Qué demonios cree que está haciendo? ¿Cómo se atreve a levantarle la mano a mi hijo?
El desgraciado se empezó a reír en mi cara, mientras se levantaba del suelo.
-Ja ja ja. ¿Su hijo? Si claro, ¡cómo no! ¿Quién diablos se cree que es, maldita mujer?
Me miraba con suficiencia, como si estuviera por encima de mí. Tal vez muchos hombres en esta historia de época creían que ellos estaban por encima de las mujeres, pero yo le enseñaré quien manda.
-Soy la emperatriz, la madre de este niño y usted pagará muy caro el haberse atrevido a golpear a mi hijo.
Primero me miro con confusión, pero luego su mirada cambio a confianza.
-Por dios, el mismo emperador me dio este empleo de tutor del príncipe y también me dio la tarea de corregir a su hijo. Una emperatriz sin vos ni voto como usted, alguien que ha estado prisionera, encerrada en cuatro paredes por años al ser rechazada por su majestad, no puede hacer nada. Usted, mejor debería de volver a su encierro.
El escuchar cada una de sus palabras me ponía cada vez de más mal humor. Como sabía que a mí en este momento no me respetaban, cosa que cambiaría, me escude con mi esposo, muy a mi pesar.
-Tal vez eso es lo que piensan muchos, pero ¿qué cree que pase con usted, cuando yo le diga al emperador lo que se atrevió a hacer con nuestro hijo?
Al parecer ahora si entendió que no me iba a quedar callada y que si estaría en graves problemas si el emperador se enteraba, porque su sonrisa socarrona se esfumó de inmediato. Miro a Marcos y con vos enojada le dijo.
-Vámonos ahora. ¡Todavía tienes clases!
Luego de esas palabras, lo tomó del hombro e hizo un ademán para llevárselo de aquí. Rápidamente, lo tomé de la mano que tenía sobre el hombro del niño y le dije.
-¿Es que acaso no lo entiendes? Tú no volverás a estar con él a solas. Tú estás despedido y en cuanto le diga al emperador lo que hiciste seguro que también estarás muerto.
-¡Ya cayese la boca! ¡Mujer ignorante! Más le vale que se calle y me deje hacer mi trabajo. ¡Ahora córrase de mi camino!
Después de decir esas palabras me empujó, por suerte para mí, Clarisa estaba detrás de mío y me sujeto antes de que callera al suelo. El atreverse a empujarme, no me gusto nada, así que le di un puñetazo y cuando se tambaleó hacia atrás, tome la mano de Marcos y dije.
-Nos vamos ahora, muchachas, iremos directo a ver al emperador y exponer a este inútil.