Un Mafioso Posesivo

—No quiero nada de ti, y escucha esto —Se acercó a mi oído— ni tu ni nadie va a hacer que cambie de opinión— Susurró.

—Pero es que no entiendo, él dijo que tu padre lo traicionó, ¿no que en este mundo la traición se paga con la muerte?— No pude reprimir más mis lágrimas y empezaron a fluir, me siento impotente al no poder hacer nada al respecto.

—Es cierto, pero te puedo jurar que mi padre jamás traicionó al tuyo, a diferencia de ti yo si conocía a mi padre— Eso fue como un puñal en mi corazón.

—Entonces el también fue un peón en todo esto, a él también le tendieron una trampa, le dieron información errónea, por favor investiga eso antes de matar a mis padres, es lo único que te pido— Le supliqué para que investigara sobre eso, estoy segura de que a mi padre le tendieron una trampa en ese entonces.

Él no dijo nada, solo me fulminó con la mirada y luego se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás. Espero que él investigue, así como también espero que él no mate a mis padres.

Me limpié las lágrimas de mi rostro y me fui a la cocina, al llegar vi a las chicas sentadas en el mismo lugar de siempre, pero cuando Nico notó mi presencia se paró de su lugar y me vino a dar un abrazo, ella y Carmen son las únicas que siento que de verdad me aprecian, pero cuando Nico me da abrazos no puedo evitar pensar en Scarlett, todas las noches pienso en ella y solo le pido a Dios que ella se encuentre bien y que no le esté pasando lo mismo que a mí, realmente espero que no sea así.

—¿Estás bien?, te noto fuera de este mundo Tam— Puso ambas manos en mis hombros y yo le puse una sonrisa fingida.

—No te preocupes, estoy bien Nico— La tomé por el brazo y caminamos hasta la mesa, al estar ahí nos sentamos y conversamos un rato, hasta que note que Bartolo y Carmen estaban terminando la cena, por lo que me paré y tomé los platos para llevarlos al comedor, pero antes de poder hacerlo Carmen me habló.

—¿Que haces Tamara?, ¿por qué tienes esos platos en tus manos?— Preguntó con curiosidad y yo la verdad no entiendo su pregunta, se supone que tengo que llevar los platos, ¿no?.

—Pues voy a poner los platos, eso es una de las cosas que hago, ¿no?— Le contesté un poco confundida.

—Ya no te toca eso a ti, nos toca a Mariana y a mi durante dos semanas, es así como funciona, quizás a Carmen se le pasó decírtelo— Se encogió de hombros mientras puso una pequeña sonrisa.

—Es cierto, se me olvido decirte eso niña, lo siento— Dijo poniendo una sonrisa divertida.

—No te preocupes, todo está bien, ¿pero que se supone que haré en las noches Carmen?— Pregunté con curiosidad.

—Mmm pues nada, si haces todas tus tareas en el día luego no te tocará hacer nada más, pero eso si, siempre tienes que estar alerta por si algunos de los señores de esta casa requieren de tu presencia— Respondió con un semblante relajado.

—De acuerdo, eso haré— Luego de eso volví a poner los platos en la mesa y quién los tomó fue Nico, y Mariana por otro lado busco los demás.

Después de 15 minutos todos empezamos a cenar, a excepción de Nico y Mariana quienes estaban con los “señores” por si a ellos se le ofrecía algo.

Cuando terminamos nos quedamos a conversar, pero yo no participaba mucho porque cada vez que lo hacía veía como Elisa me miraba con una cara de enfado y la verdad para evitar problemas prefiero no hablar.

Pasó alrededor de una hora cuando vimos entrar a Nico y a Mariana con caras de cansancio.

—Se me había olvidado lo cansado que era esto— Dijo Nico mientras se sentaba de lleno en la mesa y Mariana asintió e hizo lo mismo.

—Ya les traigo la cena, no se muevan mucho o si no les dará algo— Dijo Carmen soltando una carcajada para luego pararse y buscarle la cena a Nico y a Mariana.

Para los que estaban en la mesa fue inevitable no reírse por el comentario que hizo Carmen, pero yo por otro lado solo curve mis labios en una sonrisa para no atraer preguntas. Como puedo reír cuando se que mis padres están pasándola mal, además todo esto es tan abrumador que me es imposible hacerlo.

Empecé a hablar con Nico de cosas triviales y ya después cada quien se fue a hacer lo que tenía que hacer y yo pues me dirigí a la habitación porque no tengo nada que hacer.

Estando en la cama empecé a pensar en todo lo que está pasando y es qué no lo puedo evitar, no puedo evitar pensar en mi padre, en mi madre, en Scarlett y en mis tíos que me imagino que están bastante preocupados por nosotras.

Decidí pararme de la cama y salir al jardín a ver las estrellas, se que si me quedo no podré dejar de pensar en eso, lo que significa no parar de llorar toda la noche.

Al llegar al jardín y mirar hacia arriba pude notar la luna en su punto más alto, hay luna llena por lo que alumbraba todo el lugar y se veía todo espectacular. Camine un poco más y vi la enorme piscina que había, de repente se me antoja entrar en ella.

¿Por qué no?, creo que si entraré... Mire para todos los lados y no había guardias por el lugar, pero me di cuenta de que no tenía bikini para entrar a la piscina y entrar en el uniforme de sirvienta no es una opción... Mejor voy y le pido prestado un bikini a Nico, espero que tenga.

Al llegar a la habitación de Nico toqué la puerta y luego de un rato ella abrió.

—Jey, ven, entra cariño —Me jaló del brazo y me entró a la habitación— Dime, ¿para que soy buena?

—Es... Es que quería saber si tenías un bikini para entrar a la piscina, me imagino que está prohibido que la servidumbre entre en ella, pero no sé darán cuenta de eso, no te preocupes— Respondí rápido y ella me miró con una cena enarcada para luego poner una sonrisa.

—No pasa nada, yo también me he dado mis escapadas a la piscina, y por supuesto que te presto un bikini, déjame y lo busco— Caminó hacia su pequeño armario, el cual es un poco más grande que el mío, y de ahí sacó un bikini de dos piezas y me lo pasó.

—Gracias Nico, te adoro, muchas gracias— Le di un pequeño abrazo y ella asintió con la cabeza.

—Es nuevo, no me lo había puesto, te lo puedes quedar, es todo tuyo Tam— Contestó con una sonrisa y yo le agradecí mucho.

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“Narrador onsmiciente”

Cuando Tamara salió del cuarto de Nico se dirigió de nuevo hacía la piscina, al llegar fue hasta el baño que había para ponerse el traje de baño y al hacerlo se quedó mirándose al espejo por un rato para luego dirigirse nuevamente a la piscina.

Entró a la tibia agua y empezó a nadar y a sentir como la paz inundaba su alma aunque solo sea por unas horas, sin imaginar que había alguien desde el balcón mirándola fijamente desde que se había decidido a entrar.

Kilian miraba a Tamara con determinación sin poder apartar sus ojos del cuerpo de ella y sin saber el por qué no podía hacerlo, cosa que lo frustraba.

—¿Por que demonios no puedo apartar mi vista de ti?— Expreso con rabia mientras le daba una calada a su cigarrillo.

Por otro lado, Tamara seguía nadando hasta que sin quererlo nuevamente los recuerdos llegaron a ella, por lo que fue hasta la orilla de la piscina.

Él no apartó su vista de ella en ningún momento, solo se quedó ahí mirándola con detenimiento mientras le daba otra calada a su cigarro para seguido apagarlo y ponerlo en un cenicero.

La observo por un rato más, pero unos minutos después volvió a su cuarto con la cabeza hecha un caos de pensamientos mientras que Tamara seguía en el mismo lugar.

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 ♡Narra Tamara♡

Me sumergí en el agua para apartar de mí los malos pensamientos y estuve así por un par de minutos hasta que no pude más y salí a la superficie a tomar aire.

Miré hacia arriba, notando las hermosas estresas que adornaban el cielo en esta noche, realmente es algo asombroso, me encanta como alumbra la piscina, de hecho toda la vida me ha gustado salir de noche para nadar, es algo que la mayoría del tiempo hacia en mi casa, pero ya no es lo mismo por obvias razones.

Estuve nadando por un par de horas más hasta que salí porque ya estaba bastante agotada, creo que haré esto todas las noches, es una buena manera de despejar mi mente.

Al llegar al cuarto me despojé del bikini y me puse una de las pocas ropas que tenía y ya luego me acosté, estoy muy, pero muy cansada.

Hoy me desperté muy temprano, pero he notado algo extraño desde que estoy despierta, hay muchos más guardias por toda la mansión, por dónde quiera puedo ver uno y eso es algo raro, ¿será que está pasando algo?.

Llegué a la cocina y vi a Carmen, así que me acerqué más a ella a preguntarle sobre el batallón de guardias.

—Buenos días Carmen— Dije sentándome en el mostrador.

—Buenos días niña— Dijo dándose la vuelta y regalándome una sonrisa.

—Oye Carmen, ¿por qué hay tantos guardias ahora?— Pregunté enarcando una ceja.

—No lo sé, pero la última vez que vi tantos guardias no fue un día para nada agradable— Dijo con un tono nervioso.

Esa respuesta en vez de saciar mi curiosidad hizo todo lo contrario, ahora sí que tengo más curiosidad por saber que pasa realmente.

—¿Por que lo dices?, ¿Que pasó ese día Carmen?— Que podría ser tan malo como para que hubiera tantos guardias?.

—Pues es que la última vez que vi tantos guardias fue en la antigua mansión, ese día... ese día hubo mucha sangre por todos lados y es algo que me pone inquieta, solo espero que esté no sea el caso— Contestó intranquila para luego volver a lo que estaba haciendo.

No me gustó escuchar eso, ¿en serio podría ser posible que haya una guerra de sangra en esta casa?, ¿como se supone que estaré tranquila después de esto?, eso me pasa por metiche, pero de cierta forma fue mejor saberlo para estar prevenida.