Dos secretos destruyen un matrimonio, en secreto ellos vuelven, el secreto para robar el marido fracasa y un secreto para liberarse y ser feliz. Una mezcla de secretos para desenredar un ovilo de lana.
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Otra Laura
En estos momentos, Rodrigo está haciendo la entrega de su último trabajo, eran doce sofás de oficinas de agencias de viaje. Al anochecer, entrega a Enrique el sillón infantil que le pidió. Enrique lo invita a pasar y le presenta a su hijo, se disculpa por todo el tiempo que le hizo pasar mal. Ahora han quedado como amigos.
- Discúlpeme de verdad por lo mal que me porté contigo, desde que me arrebataron mi familia, tuve el tiempo necesario para reflexionar sobre mis actos, sobre cada palabra que mi esposa me decía, y ahora que soy papá, me doy cuenta de muchas cosas.
- Ya, olvídalo. Pasado, pasado quedó.
- ¿Cómo están los padres de Laura?
- La soledad los está acabando, los voy a visitar, pero no puedo siempre, he tenido bastante trabajo.
- Ulises puede ayudarte en el taller, así sobrelleva el duelo por así decirlo.
- Buena idea, no lo había pensado.
- Quiero darte una tarjeta personal de una gerente de un hotel, están buscando un tapicero para cambiar la tela de las sillas del restaurante y de todos los muebles de los departamentos.
- ¡Barbas! – se sorprendió – ese trabajo me tomará mucho tiempo.
- Puedes ir a ver, me dijo que no había mucha prisa. Pero es una oportunidad para que el señor Ulises se mantenga ocupado.
- Mañana haré la llamada, veré qué es lo que necesita exactamente.
- Gracias por el sillón de lectura del bebé.
- Gracias a ti, por la oportunidad y confianza para este trabajo.
Charlan apenas un poco más y se despiden, al día siguiente, Rodrigo llama por teléfono a la gerencia del hotel.
- Hotel Concordia, muy buenos días ¿Qué le podemos ofrecer?
- Buenos días, señorita, me han informado que buscaba un tapicero.
- Sí, así es ¿Es usted el señor Rodrigo Sáenz?
- Soy yo.
- ¿Puede venir al hotel en estos momentos? Para que pueda ver el tipo de trabajo que necesito que me haga, quiero empezar por el restaurante.
- No hay problema, dígame la dirección y voy.
Rodrigo apunta la dirección y sale para el hotel con su mochila. La gerente lo estaba esperando, y lo invita a pasar al restaurante, están haciendo arreglos y algunos cambios en la infraestructura.
- Como es temporada baja, estamos haciendo arreglos y están son las sillas – se las muestra - como ve, la tela está gastada, en otras está brillosa y no hay como limpiar.
- Ya veo, están gastadas, pero estas están manchadas.
- Tenemos clientes distraídos y niños.
- Voy a probar los asientos por si hay que renovar los resortes.
- Sí, claro.
- Antes que nada, tengo los catálogos de las telas. – de su mochila saca uno - este es el último, - busca otro y lo muestra - este otro es de terciopelo, también tengo uno con bordados y estampados.
- Prefiero las telas unicolores. Demasiada fantasía o con brillo como el terciopelo no va a encajar con los cambios que se harán. Me gustaría conocer el lugar donde se compran las telas ¿Lo puedo acompañar mientras compra la tela? Quiero separarla ya.
- Sí, claro.
- También quiero comentarle, que para cuando termine con el hotel. Pase al salón de recepciones, me gustaría renovar las fundas de las sillas, sólo son 120.
Rodrigo se queda boquiabierto, sólo son 120 sillas, fueron contadas como si fueran 20. Se está hundiendo de trabajo. Pero se limitó a tomar las medidas de las sillas del restaurante y multiplicar por 80. Al sacar la cuenta, la gerente le da un adelanto de salario del 50% para que no acepte otro trabajo, con la finalidad de que esté disponible para ella.
La gerente revisa el catálogo y escoge la tela y van conversando de todo un poco durante el viaje, cuando llegaron con el taxi hasta la tienda, la gerente observó las telas y encontró la que vio en el catálogo e hicieron el pedido, luego Rodrigo fue a otra tienda para comprar otras cosas que sabe que necesita, tiene restos de otros trabajos, pero como son 80 sillas tiene que comprar, así que, busca las grapas apropiadas para el trabajo con urgencia, los ovillos de greca, entre otros materiales y la señora está a su lado mirando.
La gerente le pidió a Rodrigo la dirección de su taller, para que, a las dos de la tarde, sus empleados le lleven las sillas por tapizar.
- Cuando descarguen las sillas, le hago el contrato especificando que un 50% de mano de obra está cubierto.
- Me parece bien, a las dos de la tarde, nos estamos viendo. Un gusto me llamo Laura Blanco.
- Hasta la tarde señorita Blanco. – estaba nostálgico.
- ¿Le pasa algo señor Sáenz?
- Lo siento… es que… su, nombre me recuerda a … a alguien que perdí.
- Lo lamento.
- Descuide, usted no lo sabía.
A las dos de la tarde con cinco minutos, llega al taller de Rodrigo un camión, eran las sillas del hotel restaurante Concordia. Del otro lado de la calle se estaciona un auto y era Laura Blanco. Ella esperó a que descarguen el camión para poder firmar el contrato. Después de firmar el contrato...
- Dígame una cosa, pero no lo vaya a tomar a mal.
- ¿Qué necesita saber?
- ¿Cómo era la señorita Laura que perdió?
- No quiero recordar ese episodio, es difícil para mí.
- Lamento causar problemas. Usted me dijo que mi nombre le trae recuerdos y me puse pensativa. Por eso mi pregunta.
- Será mejor que no piense demasiado. - está incomodo y el trato es enfría.
- Mis intenciones no son para incomodar, no quería ser imprudente.
- Bien, usted ya firmó el contrato y no lo ha leído.
- Escuché tanto hablar de usted, que Enrique me convenció, y… tengo una curiosidad sobre la tapicería… ¿le molesta si le hago visitas por las tardes?
Ella mira a los ojos fijamente, como si buscará algo en la mirada de Rodrigo, él igual, ver la mirada de Laura le trae a la memoria lo que sentía. Pero el corazón latía fuertemente. Rodrigo decidió poner fin.
- Bien, si tanto es su interés en venir a aprender puede venir cuando tenga tiempo.
- Gracias por permitirme venir y aprender un poco.
Los momentos que Laura tenía tiempo eran todas las tardes, ella venía, miraba a Rodrigo y Ulises como hacían el trabajo, era un par de horas y hacia preguntas sobre el oficio, muestra mucho interés. Ha visto como desclavan las telas viejas sin dañar la madera, como se traza y corta la tela, pero nunca dejando de hablar. Tocaban temas políticos, financieros, educación, gastronomía, salud, ciencia y tantas otras cosas. Cuando Rodrigo terminó las sillas, recibió el resto de la paga y Rodrigo emitió un recibo. Luego le invitó a su hotel para que revise en las habitaciones como están los sillones y sofás en las suites.
- Rodrigo, en la tienda he visto un color de tela más adaptado para hacer contraste con el color de las paredes, quiero cambiar tela a todos los muebles. - le muestra la foto de una habitación - mira esta es una de las habitaciones.
- Bueno, a la verdad... Es que no hay mucho contraste que se diga.
- Ya tienen más de diez años, de todas maneras, es hora de cambiar la tela.
- Pero en la tienda donde fuimos no había cuerina.
- No quiero usar más la cuerina. Conforme pasa el tiempo, la limpieza de ese material se hace más difícil.
- En las suites ¿Todas tienen el mismo modelo de muebles?
- No todas.
- Voy a tener que medir todos los muebles.
- Pues, sí. Desde esta semana, estamos entrando al mes más bajo de reservas, por lo que no hay prisa, puede tapizar los muebles de una suite, lo trae y se le manda los muebles de la otra. Cosa que el personal de limpieza tendrá más facilidad de hacer limpieza profunda en cada suite. Mientras mide, voy a preparar el sobre con su adelanto de salario.
- Bueno, a medir sillones entonces.
- Le diré a Casandra que para su llegada mantenga abiertas las puertas de las suites.
- Ok, está bien. Cuando termine en una suite cierro la puerta e iré a la otra.
Al llegar al hotel, Casandra abre las puertas de todas las suites y abre las cortinas para que se pueda ver con total claridad, cosa que Rodrigo tenga el trabajo más fácil, pero le avisa.
- Señor tapicero, cuando termine yo entro a cerrar las cortinas y luego la habitación.
- Gracias.
Finalizada la toma de medidas de los sillones, Laura sale con Rodrigo y compran los materiales, el auto está repleto sobre todo con la tela, ella reanuda sus temas de conversación para conocer más a Rodrigo. Poco a poco se van haciendo más cercanos, inclusive hubo momentos en que se ríen.
A Rodrigo le gusta la compañía de Laura, a Ulises también, ambos trabajan a buen ritmo para no demorar mucho con la entrega de los muebles. Son tantos muebles, no todos tienen el mismo diseño y los acabados son muy elaborados, le está tomando tiempo a pesar de la ayuda de Ulises.