Segunda parte de Amor a Conveniencia:
Después de conseguir el verdadero amor junto a su esposo Maximiliano Singer; y lograr su venganza.
Victoria y Max, comienzan una vida plena, al lado de su familia y seres queridos, pero no todo es tan fácil como parece, y la felicidad está por cambiar, ahora es Amaia y Samuel los que vienen a cobrar venganza, poniendo no solo en peligro la vida de Victoria si no tambien de sus hijos.
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visita inesperada
Amaia, no sé qué me pasaba cuando estaba cerca de Victoria y su hijo. Por más que había anhelado ser la mamá de Marcus, yo no lo era. Siempre sería una simple suplente, así como había sido en la vida de Samuel.
-¿En qué piensas? - me interrumpió Emilia.
-En nada - le respondí de mala gana.
-¿Qué ha pasado con el niño hoy? - quiso saber, ya que Marcus y yo habíamos prometido no decirle nada de lo que habíamos hablado con Victoria.
-Nada nuevo. Samuelito se quejó de que Victoria no lo quería y que quería que se regresara con él y su papá.
-Excelente. Samuel estará muy agradecido si logramos que esa maldita perra regrese con nosotras.
-Eres una pobre idiota - le respondí en tono burlón.
-No te das cuenta de que si Victoria regresa, tú y yo seremos un par de ceros delante de Samuel. Él está obsesionado con ella, y es ella la que realmente le interesa - dijo Emilia, mirándome con ganas de estrangularme. Ella sabía que yo tenía razón.
-Hablas tonterías, Amaia, solo porque Samuel no quiere estar contigo - refunfuñó.
-¿Y contigo sí? - le dije, arqueando una ceja de forma desafiante.
-Ya es tarde. Deberíamos dormir - se dio media vuelta y se marchó a su habitación.
Estuve dándole vueltas al asunto, y la verdad es que me hubiera encantado tener la dicha que tenía Victoria de tener aunque sea un hijo a mi lado. Pero no tuve tanta suerte. Quizás debería ayudarla a que esté junto a su hijo. Marcus ha sufrido mucho maltrato de Samuel y la ausencia de una madre de verdad. Porque aunque Emilia y yo lo cuidemos, jamás le daremos ese amor materno que él necesita.
Seguí sumida en mis pensamientos y no sentí cuando alguien se detuvo al lado de mi cama y me apretó fuertemente el cuello, a tal punto de casi perder la conciencia.
-¿Qué haces aquí? - pregunté cuando pude recuperar el aliento.
-Me ha dicho un pajarito que ahora eres amiga de tu enemiga - dijo Samuel siseando como una víbora cuando acecha a su presa.
-No sé de qué hablas - me excusé.
-Yo creo que sí lo sabes, maldita traidora - me tomó por las mejillas tan duro que sentí que me las iba a arrancar.
-¿Dime qué estás planeando? - me amenazó.
-Yo, yo no planeo nada, no sé qué te ha dicho el niño.
-Ves qué inteligente eres, sabes a cuál pajarito me refería - dijo soltándome con desprecio.
-¿Qué te ha dicho Samuelito? - dije nerviosa.
-Me contó que le dijiste que soy un mentiroso, que su mamita y su papito le dicen la verdad... maldita escoria, ¿qué tramas? - dijo entre dientes.
-Quiero ganarme la confianza de Victoria para poder llevarla a donde tú estás - dije con suficiencia mientras me levantaba de la cama para evitar seguir en desventaja.
-Más te vale que no trames nada en mi contra, porque acabaré con tu maldita vida... - se quedó en silencio por un momento y luego se acercó - no olvides que Victoria fue la culpable de que perdieras a nuestro hijo - me susurró al oído.
Sentí una daga clavarse en mi corazón, recordaba como si hubiera sido ayer, el día más gris y triste de mi vida.
-Ella fue la culpable de que Angie no naciera - me recordó.
Sentí hervir mi sangre de odio, por su maldita culpa no tenía a mi hija conmigo, por su maldita culpa jamás podría volver a ser madre.
-No llores mi amada, ella pagará caro todo lo que nos ha hecho - depositó un beso en mi frente y se alejó.
-No olvides que tengo ojos en todos lados, así que si piensas en traicionarme, te sugiero que te lo pienses mejor, o puede que seas tú la primera que me pague su traición.
Cuando volví para responderle, ya se había desaparecido como una vil rata.
-Eres un maldito Samuel, te odio, tú y tu maldita obsesión por esa mujer, ustedes mataron a mi hijo y yo los haré sufrir - juré a la oscuridad que me rodeaba.
Volví a meterme en mi cama, pero no pude dormir de nuevo, temía que regresara y acabara con mi vida cuando yo estuviera dormida.
Esperé paciente a que llegara el amanecer, me duché y salí a encontrarme con Samuelito, necesitaba saber qué habían hablado él y Samuel anoche.
Aproveché que Emilia seguía aún dormida y me escabullí en la habitación del niño.
-Hola cariño, buen día - le dije mientras él se despertaba.
"Hola, tía Amaia", me dijo con una sonrisa enorme, pero algo pasó por sus pensamientos y lo hizo ponerse en modo alerta.
"Papá... eh, tío Samuel estuvo anoche aquí", me susurró para que nadie más pudiera escucharnos.
"Lo sé, él me hizo una visita inesperada", le dije con una pequeña sonrisa para alentarlo a que me contara algo más.
"¿Qué te dijo, tía?", preguntó curioso.
"Estaba un poco disgustado por lo que le contaste".
"No fue mi intención, tía", el niño miró a mi cuello donde evidentemente estaban las marcas de un par de manos a su alrededor, tapé con mi bufanda para que no fueran tan evidentes.
"¿Te ha lastimado de nuevo?", preguntó nervioso.
"No es nada, mi amor, pero necesito que me digas qué le contaste", le apremié.
"Le dije que iba a darle una oportunidad a Maxi... a papá, que tú me apoyas y que quizás las cosas no son como él me las ha dicho", pude ver el miedo imprimirse en su pequeña cara.
"¿Te ha lastimado, Sam?", pregunté nerviosa, no era la primera vez que él golpeaba o maltrataba al niño, más que adorarlo, el pequeño le tenía miedo y respeto.
"No, tía, solo me abofeteó, pero estoy bien".
"Necesito que no le comentes a nadie lo que ha pasado, ni que Samuel vino a vernos. También necesito que me prometas, Sam, que no le volverás a comentar nada de lo que pase con tu mamá o tu papá a Samuel ni a Emilia. Quiero que trates tan mal a tu madre y a tu padre como puedas", le ordené.
"Pero, tía, tú me dijiste..."
"Sé lo que te dije, cariño, pero necesitamos estar todos a salvo hasta saber qué hacer con Samuel. Por favor, solo hazlo", le pedí.
"Pero mamá se pondrá muy triste de nuevo", dijo con su carita afligida.
"Tendremos tiempo luego de contarle todo", le aseguré.
"¿Y a mi hermana también tengo que tratarla mal?", él y Violeta habían comenzado a tener una relación de hermanos. Me partía el corazón tener que distanciarlo de nuevo, pero necesitaba que Samuel confiara de nuevo en mí.
"Sí, tienes que tratarlos mal a todos y seguir llamando a Samuel papá".
Él me miró sin entender, pero asintió obedientemente. Muy bien, Samuel, sé que sola no podré ganar tu guerra, pero si muevo las piezas como debo, puede que acabe contigo de una vez. Solo necesito tiempo y tu confianza.
y Axel o era el nombre?