Después de una larga y feliz amistad llega un penoso y accidentado matrimonio para terminar en un frío y amargo divorcio
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Comida deliciosa
Philen manejó hasta el edificio de la empresa, acompaño a Isabella a su oficina, en cuanto los empleados la vieron se callaron, al parecer todos ya sabían de los últimos acontecimientos, también del niño recién llegado.
Isabella ignoró las miradas curiosas, se metió a su oficina y pidió varios reportes, comenzó a pedir documentos y pronto todo el departamento estuvo frenético por tanto trabajo.
— Dijiste que solo venías a dejar tu renuncia, porque derepente te pones a trabajar así.
— Jajaja, no, esto que los mande ha hacer no es urgente, nisiquiera importante, es para que dejen de perder el tiempo en chismes y de pongan a trabajar.
— Ya veo, es un castigo por entrometidos.
— Así es – respondió Isabella con sonrisa un poco malvada.
Llamó a su secretaria a su oficina. Y le entrego varios reportes.
La secretaria la vio con cara de asombro, era el trabajo de dos meses ya hecho.
— Le entrego esto, estaré ausente por algún tiempo, así que usted solo vaya entregando esto poco a poco, también dejaré un itinerario para que ponga a trabajar a todo el departamento.
— Si señora, a dónde tengo que enviar los reportes de las actividades diarias del trabajo asignado.
— No se preocupe, seguramente le avisarán en dos o tres días a quien entregarlo.
— Está bien, ¿ algo más?
— Sabe si mi esposo está en su oficina.
— Él vino antes pero según lo que me enteré una mujer con un niño vinieron a visitarlo y salieron los tres de la empresa.
— Ya veo, eso es todo. Puede retirarse.
— Señora...¿ usted está bien? – pregunto algo apenada.
— Estoy bien, muy bien, Rut, gracias por toda tu ayuda, estos años el trabajo ha sido muy tranquilo gracias a que haz estado a mi lado.
— No tiene nada que agradecer, trabajar con usted es muy bueno, gracias a usted por cuidarme y cuidar de nuestra empresa.
— Es mi trabajo, anda ve a tu lugar, yo solo estaré aquí un poco más de tiempo y luego me iré.
— Si señora.
Rut, salió de la oficina con varios documentos en las manos.
— Ya nos vamos.
— No solo déjame hacer un documento rápido en la computadora.
Isabella rápidamente comenzó a hacer una orden para que le aumentaran el sueldo a Rut, pues su carga de trabajo aumentaría a partir de que ella se ausentará.
— Listo, voy a recursos humanos y después nos vamos.
Philen observaba detalle a detalle cada movimiento de Isabella, era hermosa hasta cuando trabajaba, su forma impecable de hacer el trabajo lo tenía hipnotizado.
Solo asintió sin decir una palabra.
Isabella no tardó mucho, solo dejo su renuncia en un sobre, no quería dar explicaciones ni inventar excusas.
En cuanto el director de Recursos humanos vio lo que decía la renuncia quiso detener a Isabella, pero ella lo fulminó con la mirada.
— Esto es solo un formalismo, si me quiero ir me iré, así que evita preguntar cualquier cosa y hazle saber al Señor Rinaldi que tiene que comenzar a buscar a alguien que cubra mi puesto.
El hombre miró a Isabella, quería hablarle como al resto de sus empleados, pero contra ella no podía, ella era la esposa del presidente e hija del segundo accionista mayoritario, prácticamente ella era la copropietaria y no podía decir nada.
— El otro documento es la orden para que le aumenten el sueldo a Rut, así que eso tiene que estar listo hoy mismo, el aumento debe ser retroactivo a dos meses.
— Pero no sabemos si hay presupuesto para aumentar sueldos.
— ¿Me lo dices a mí? ¿sabes que departamento está en mis manos...?
Isabella no dijo más y salió de la oficina del director de RRHH.
Fue a su hasta entonces oficina y recogió algunas cosas personales, pidió a Rut una caja y pronto empaco unas cuantas cosas.
— Vamos, ahora sí ya todo está listo.
Philen tomó la caja entre sus manos y salió junto a Isabella.
Subieron al auto de Philen y se dirigieron al parque de diversiones donde estaba el deportivo blanco de Bella.
Bella miraba por la ventanilla, sentía que estaba haciendo lo correcto, aún así era difícil separarse de todo a lo que estaba acostumbrada.
Pronto comenzaría una nueva vida y quería reunir todas su fuerza emocional, valor y coraje.
Sin darse cuenta llegaron al parque de diversiones, ya era poco más de medió día, aún cuando había tenido un desayuno abundante su apetito había regresado.
Su estómago hizo ruidos y Philen soltó una sonora carcajada.
— Oye vamos a comer algo antes de que el moustro de tu estómago haga ruidos más fuertes.
— Eres un tonto – Isabella le sonrió a Philen y ambos entraron al parque de diversiones.
Isabella misma había contratado a las personas que trabajan en todo el parque y una vez al mes iba a revisar personalmente que los menús fueran los que ella había ordenado y con los ingredientes que ella había seleccionado.
Siempre pensó que sin siendo un lugar de diversión en especial para niños, la comida no tenía porque ser comida chatarra, llena de grasa y calorías.
La comida saludable también podía ser deliciosa mientras se preparará de manera adecuada.
— Bien, vamos al área de comida, yo invitó.
— Esto no pasa muy a menudo, debo de aceptar sin ninguna excusa. – dijo Phillen de forma juguetona.
El clima era bueno, el estado de ánimo de Isabella era bueno, así como su apetito, así que rápido entraron al área de comida.
— ¿ Qué me recomienda la señora?
— Todo debe de estar delicioso aquí, así que pude lo que quieras, cualquier cosa es mi recomendación.
Pronto se acercó una bonita mesera, con rostro amable.
— Les puedo tomar su orden.
— Claro, yo quiero una ensalada de fruta y ... – los ojos de Isabella recorrían la carta, que tenía entre sus manos, ella conocía el menú, pero su embarazo le dificultaba comer algunas cosas.
— En lo que la señora decide yo quiero un combo de papas fritas y hamburguesa – Ordenó Philen.
Cuando Isabella escuchó hamburguesa y papas fritas su estómago hizo otro gruñido.
— Señorita, olvide la fruta, quiero lo mismo.
— Claro, en un momento.
La plática entre Philen e Isabella fluía como de costumbre, alegre y relajada.
— ¿A dónde piensas ir?
Isabella dio un sorbo a su malteada de fresa, después respondió.
— Mi padre tiene un viñedo en Italia, mi hermano se hace cargo de el, hace mucho que no voy, creo que es buen lugar para criar a un niño.
— ¿Tu hermano ya se casó?
— No, él quiere seguir rompiendo corazones, además es un adicto al trabajo, ya lo conoces.
— Si, pero imaginé que a estas alturas de la vida el ya estaría casado.
— No, no, para nada, si él se casará serías el primer invitado, sin duda te tomaría como padrino.
— Jajaja, cierto, si vas con tu hermano, tendré muchos motivos para mudarme con ustedes.
— Ni lo digas, una vez que ustedes se junten la Cava se vaciaria en menos de un mes.
— Exageras mujer.
Pronto sirvieron la comida, la plática era alegre, la comida deliciosa. Parecía que nada podía salir mal.