Después de recibir la mejor y la peor noticia el día de su boda.
Mía muere trágicamente en un accidente donde ella iba manejando. En sus últimos momentos solo pide una segunda oportunidad para ser feliz con el amor de su vida.
ACTUALIZACIONES TODOS LOS DÍAS UN CAPITULO.
NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 24_ Dimitri.
—¿Entonces es cierto? ¿Eres un mafioso? —preguntó Mía, con la voz entre sorprendida y decepcionada.
Donato guardó silencio.
—Creí que lo dijo solo para asustarme y alejarme de ti. No creí que fuera verdad.
—Mía, yo...
—No tienes que disculparte por lo que eres. Tú no me harías daño... ¿o sí?
—Jamás —respondió él con firmeza—. Mía, la vida que llevo la heredé. Si quieres, puedo contarte todo, pero no te alejes de mí. En serio estoy interesado en ti.
—Claro. Te escucho.
—Bueno... como te dije antes, tengo un hermano, Dimitri. Es mi mellizo. Nuestra familia tiene una historia de más de 150 años dirigiendo la mafia siciliana.
Desde niños, nos prepararon para sobrevivir en ese mundo. Como hijos del líder, fuimos sometidos a pruebas para decidir quién sería el próximo jefe. Ahí nació nuestra rivalidad. Yo, sinceramente, nunca quise competir con él, pero Dimitri siempre quiso ser el mejor en todo.
Con los años, logré convencer a mi padre de separar los negocios legales de los del bajo mundo. Quería que, cuando llegara el momento de enfrentarnos por el liderazgo, el que perdiera tuviera algo propio y pudiera empezar de cero.
Llegó nuestro cumpleaños número 21. Con la mayoría de edad venía también la responsabilidad de liderar. Se organizaría una pelea cuerpo a cuerpo frente a todos los líderes de las demás mafias, quienes coronarían al nuevo jefe.
Habíamos practicado tantas veces que conocíamos cada uno de nuestros movimientos. Pero esa noche Dimitri luchaba distinto, con más fuerza, más hambre. Él siempre fue quien siguió los pasos de nuestros padres.
Yo, en cambio, siempre me pregunté si lo que hacíamos era correcto. Nunca dañamos a inocentes, pero aun así, me preguntaba si éramos quiénes para decidir sobre la vida o la muerte de alguien.
Entonces, lo dejé ganar.
Estaba cansado de todo. En medio del combate, me acertó un golpe en la mandíbula que me tiró al suelo. No me noqueó, pero fingí estar inconsciente. Dante y Estéfano subieron al ring, sabían que fingía, pero no dijeron nada. Solo me tomaron de los brazos y me sacaron de ahí.
Dimitri festejó como nunca. Estaba feliz. Días después fue a mi habitación. Lo primero que dijo fue:
—Gracias.
—¿Por qué?
—Donato, te conozco mejor que nadie. Sabía que no querías esto. Pensé que no te presentarías. Pero apareciste, me diste pelea, y todos vieron que gané limpiamente. Eso lo valoro.
Cumplió el trato con papá. Me dejó los negocios legales.
Fue la última conversación larga que tuvimos. Nos hemos cruzado en reuniones familiares, pero seguimos distanciados.
Mi padre no quiso que me alejara del todo de la mafia. Dijo que sería un blanco fácil. Por eso me dio el título de "Rey", mientras que Dimitri es el "Emperador".
No voy a mentirte, Mía. No soy un santo. He matado, he torturado y he hecho muchas cosas terribles... pero nunca a alguien que no lo mereciera.
Después me dediqué a hacer crecer mis empresas. Por mi apellido, todos saben quién soy. Nunca oculté mi identidad, pero tampoco la presumo. No es algo de lo que me sienta orgulloso, pero es parte de mí.
La persona que esté conmigo debe aceptar esto. Por eso nunca tuve relaciones estables... hasta que llegaste tú.
—No sé qué me pasa contigo —dijo, levantándose de su asiento, rodeando el escritorio y tomando el rostro de Mía con su mano—. Te pienso todo el tiempo. Me pregunto si estás bien, si ya comiste. Te sueño por las noches.
No quiero asustarte. No voy a presionarte ni acosarte. Solo quiero que sepas lo que siento.
—Donato... esto es mucho que procesar. Dame tiempo. No te juzgo, pero necesito tiempo —respondió ella con sinceridad.
—Lo entiendo. Si quieres que me aleje...
—No. Ya te dije que no te juzgo, y no quiero que te alejes. Solo necesito tiempo para sanar. Has sido incondicional conmigo, sé que eres buen tipo, pero no estoy preparada para empezar algo serio ahora.
Donato no esperaba esa reacción. Pensó que ella se alejaría. Mía no parecía el tipo de chica que se mezclaría con alguien como él, pero se alegraba de que no lo hubiera rechazado.
—Está bien —dijo, separándose—. Pero igual viajaremos juntos a Argentina.
—Por supuesto, eso no se pospone —dijo ella con una sonrisa.
—Avísame cuando quieras viajar y yo me encargo de todo.
—Déjame confirmar el día, pero de la semana que viene no pasa.
—Perfecto. Debo irme, tengo trabajo que hacer... y creo que tú también.
Mía se despidió y volvió a su rutina. No esperaba enterarse del pasado de Donato, pero no lo juzgaba. Siempre había sido especial con ella y pudo ver que era completamente sincero.
Se concentró en adelantar trabajo para no dejarle tanta carga a Max.
Donato, por su parte, al salir de la oficina cambió completamente su semblante. No podía aceptar que casi pierde su oportunidad con Mía por culpa de Alexis.
Tomó su teléfono. Marcó. Cuando la llamada conectó, habló en italiano.
—¿A qué debo tu llamada? —preguntó Dimitri.
—Necesito tu ayuda.
—Debe ser grave para que me llames. Dime, ¿qué necesitas?
—No es tan grave, pero me faltaron el respeto. Y eso...
—No digas más. ¿Dónde te veo?
—En el aeropuerto. Prepara la bodega. Hoy... nos vamos a divertir.
—Te veo ahí.
Colgó.
Donato le había dicho la verdad a Mía. No era una blanca paloma. Le encantaba torturar. Su hermano siempre lo llamaba cuando necesitaba sacar información a alguien. Era el mejor para eso. Y con los años, ambos mellizos Mascardi descubrieron que compartían un pasatiempo: hacer pagar a quienes los hacían enojar.
Pobre del desgraciado que se metió con ellos...