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Corazón de Sangre Y Seda

Corazón de Sangre Y Seda

Status: En proceso
Genre:Vampiro / Amor a primera vista / Amor eterno / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:892
Nilai: 5
nombre de autor: Drusila15

Eleanor Whitmore, una joven de 20 años de la alta sociedad londinense, vive atrapada entre las estrictas expectativas de su familia y la rigidez de los salones aristocráticos. Su vida transcurre entre bailes, eventos sociales y la constante presión de su madre para casarse con un hombre adecuado, como el arrogante y dominante Henry Ashford.

Todo cambia cuando conoce a Alaric Davenport, un joven noble enigmático de 22 años, miembro de la misteriosa familia Davenport, conocida por su riqueza, discreción y antiguos rumores que nadie se atreve a confirmar. Eleanor y Alaric sienten desde el primer instante una atracción intensa y peligrosa: un amor prohibido que desafía no solo las reglas sociales, sino también los secretos que su familia oculta.

NovelToon tiene autorización de Drusila15 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La noche del aullido

El viento cambió aquella noche.

Eleanor lo notó antes de que nadie dijera una sola palabra. Desde su habitación, las cortinas se mecían con un ritmo errático, como si una respiración ajena se filtrara entre los muros. La luna, apenas visible tras una bruma plateada, parecía más grande, más cercana. Demasiado viva.

Dejó el libro a un lado, incapaz de concentrarse. Algo… algo no estaba bien. Lo sintió en el pecho, una presión sorda, un presentimiento antiguo que le erizó la piel.

Bajó al pasillo en silencio, descalza, siguiendo el murmullo de voces que venía desde el vestíbulo. La mansión, siempre tan serena, tenía un aire distinto: las lámparas titilaban, y la penumbra parecía alargarse más de lo normal. Cada sombra temblaba.

Cuando dobló la esquina, se detuvo. Alaric, Selene y Victor estaban reunidos junto a las grandes puertas. Había tensión en sus rostros; Selene sujetaba un candelabro con firmeza, y Victor, que siempre sonreía, estaba pálido como el mármol.

—¿Qué ocurre? —preguntó Eleanor, apenas un susurro.

Alaric giró la cabeza con una lentitud calculada. Su mirada se encontró con la de ella, y el aire se volvió pesado.

—Vuelve a tu habitación —dijo, sin elevar la voz—. No es seguro.

—¿Por qué? —insistió. Dio un paso hacia él, pero Selene la detuvo con un gesto suave.

—Hazle caso, Eleanor. —El tono de la joven era sereno, pero en sus ojos brillaba algo más que preocupación—. No es el momento.

Un sonido profundo cortó el aire: un aullido. Largo, gutural, inhumano. Provenía del bosque.

El corazón de Eleanor se detuvo un instante.

Otro aullido respondió, más cerca. Después, otro. Y otro.

Victor se acercó a una ventana y descorrió las cortinas de golpe. La oscuridad del exterior era casi total, salvo por los destellos plateados que se movían entre los árboles.

—No son cazadores —murmuró.

Selene se tensó. —No... —Su voz se quebró un segundo—. No puede ser. No aquí.

Alaric exhaló, su mandíbula rígida. —Han cruzado la frontera.

Eleanor lo miró sin entender. —¿Qué frontera?

Victor soltó una risa seca. —La que se supone que nos separa de ellos.

Un golpe retumbó en la distancia. Luego otro, más fuerte. Parecía provenir del bosque, o quizá del mismo suelo. Las ventanas vibraron. Los candelabros tintinearon, lanzando destellos dorados sobre las paredes.

Alaric dio un paso al frente, su voz un susurro bajo y controlado.

—Selene, lleva a Eleanor a la galería del norte. Asegúrala. No salgas de allí.

—No voy a esconderme —protestó Eleanor, temblando.

—No es cobardía —replicó él, acercándose hasta quedar frente a ella—. Es prudencia. Lo que está afuera no distingue entre enemigo y víctima.

—¿Qué es lo que está afuera? —preguntó ella, al borde del llanto.

Alaric la sostuvo con la mirada, y por primera vez, vio en él algo que no había visto antes: miedo. O quizá algo aún más profundo, más contenido.

—Lobos —dijo, apenas audible—. Pero no los que conoces.

El aire se volvió gélido.

El primer golpe contra las puertas resonó como un trueno. Eleanor gritó. Victor se movió de inmediato, cerrando los cerrojos, mientras Selene extendía las manos hacia ella.

—Ven conmigo, ahora —ordenó con calma tensa.

Pero Eleanor no se movió. Estaba clavada en el suelo, con la mirada fija en la madera del portón, que empezaba a resquebrajarse bajo los embates.

Alaric se volvió hacia ella una última vez.

—Confía en mí —dijo, antes de desaparecer en un parpadeo.

El sonido fue sobrecogedor: un crujido, una ráfaga, y de pronto, silencio. Victor lo siguió, con una velocidad casi imposible, y Eleanor se quedó sola con Selene.

—Vamos —susurró esta, tomándola del brazo. La guió por los pasillos con paso rápido, sin hacer ruido, como si el suelo mismo pudiera delatarles. El eco de los golpes resonaba cada vez más cerca.

Al pasar por la galería, Eleanor alcanzó a ver por la ventana una sombra moverse entre los árboles. Era enorme. Demasiado grande para ser un hombre. Sus ojos brillaban, dorados, reflejando la luna.

Un gruñido reverberó, tan profundo que sintió el pecho vibrar. Selene tiró de ella.

—No mires —le ordenó.

Corrieron hasta la galería norte, una estancia alargada con ventanales que daban al jardín. Selene cerró las contraventanas y corrió las cortinas, dejando la sala en penumbra.

—Quédate aquí —dijo, respirando con dificultad—. Pase lo que pase, no salgas.

—¿Y tú? —preguntó Eleanor, temblorosa.

Selene la miró, con esa serenidad casi sobrehumana que parecía inquebrantable.

—Yo haré lo que debo.

Eleanor quiso detenerla, pero la puerta ya se había cerrado. Quedó sola.

El silencio era peor que el ruido. Solo se oían los latidos en su pecho, y, a lo lejos, los sonidos de la noche deformados por algo primitivo. Ráfagas, gruñidos, golpes secos. Luego, un estruendo. Gritos ahogados.

Se cubrió los oídos, hundiendo el rostro entre las manos. No quería escuchar. No quería saber.

Pero la mansión tembló.

Las lámparas se apagaron una a una, como si algo succionara la luz. Desde el techo, el polvo cayó en una lluvia tenue. Eleanor se incorporó, tiritando, y dio unos pasos hacia el ventanal. Afuera, el bosque parecía arder en plata. La luna iluminaba figuras que se movían con velocidad brutal. Sombra contra sombra.

Y entre ellas… un destello. Una silueta que conocía.

Alaric.

Lo vio por un instante, como una visión: su figura recortada contra la luz lunar, girando con una rapidez imposible, defendiéndose, enfrentando a algo que no alcanzaba a distinguir. El corazón de Eleanor se aceleró.

—No… —susurró, llevándose una mano al pecho.

El suelo volvió a temblar. Esta vez más cerca. Un golpe sacudió la puerta. Otro más. Eleanor retrocedió, chocando con la pared. El picaporte se movió.

No podía ser Selene. Ella jamás haría ruido.

Un rugido llenó el aire.

Eleanor corrió hacia un mueble, empujándolo frente a la puerta. El golpe siguiente casi la derriba. El miedo la paralizó, pero otro sonido la sacó del trance: una voz. Su nombre, arrastrado por el viento.

—¡Eleanor!

Era Alaric.

El picaporte giró de nuevo, y esta vez la puerta se abrió de golpe. Él apareció en el umbral, cubierto de sangre, el rostro tenso, los ojos ardiendo con un brillo imposible de describir.

—Ven conmigo —ordenó—. Ahora.

Ella no lo dudó. Corrió hacia él, y en un instante, estaba en sus brazos. La levantó sin esfuerzo y cruzaron los pasillos como si el aire mismo los empujara. A su alrededor, el sonido de la lucha continuaba: el rugir de criaturas, el crujido de madera, la vibración del suelo.

Alaric se detuvo solo cuando llegaron al gran salón. Victor estaba allí, de pie sobre los restos de una mesa destrozada, respirando con dificultad. Selene se encontraba a su lado, con el cabello suelto, los ojos encendidos.

—Los están rodeando —dijo ella con voz baja—. Son más de los que pensábamos.

Eleanor apenas entendía las palabras. Su mente era un torbellino de imágenes y miedo. Pero algo dentro de ella, una chispa desconocida, empezaba a resistirse.

—¿Qué quieren? —preguntó, buscando la mirada de Alaric.

Él la sostuvo, y su respuesta fue apenas un susurro.

—A ti.

El silencio que siguió fue absoluto. Solo el sonido lejano del viento entre los árboles rompía el aire.

Eleanor sintió el peso de esas palabras hundirse en su pecho. El miedo, la confusión, la incredulidad… y, entre todo ello, una certeza amarga: su huida había sido inútil. La oscuridad, de una forma u otra, siempre la encontraba.

Un aullido cercano rompió el momento.

Alaric se volvió hacia Victor. —Cierra todas las salidas. —Su voz era hielo—. No entrará ninguno más.

Y mientras las sombras danzaban sobre las paredes, Eleanor comprendió que la noche aún no había mostrado su peor rostro.

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Paola Uchiha 🩸🔥✨
No sé cómo voy a aguantar el suspense, ya quiero leer la siguiente parte. 😭
muhammad iqbal
Tu historia es increíble, estoy obsesionada. 😍 Por favor publica más rápido, ¡necesito saber lo que sucede después! 🤞
Uryū Ishida
Hola, necesito la continuación
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