SALEM UN AMOR INESPERADO

La primera luz del amanecer se colaba por la ventana como un susurro tímido. No había canto de gallo, solo el crujido lento de la madera y el murmullo del bosque despertando. Clarisse abrió los ojos y no se desperezó como una adolescente perezosa; se incorporó como quien ha dormido con un propósito. Se vistió con una túnica sencilla de lino azul oscuro y recogió su cabello en una trenza rápida.

Corvyn ya la esperaba en la cocina, moviendo las alas con pereza.

—¿Dormiste bien o soñaste con el pasado otra vez? —preguntó sin mirarla.

—Dormí. Lo suficiente —respondió Clarisse, encendiendo la estufa mágica con un gesto sutil.

Después de unos minutos , el desayuno apareció como por arte de magia —porque literalmente lo era: huevos de luna, pan de avena y jugo de bayas . Salem, ya instalado en su silla (sí, tenía una), bostezó con un maullido digno de una ópera felina.

—No hay dignidad en ser despertado tan temprano para ver cómo ustedes mastican —gruñó, mirando el desayuno como si lo ofendiera.

—Podrías intentar ser útil y atraparme un ratón —replicó Corvyn.

—Podrías intentar no hablar —le lanzó Salem, arqueando la cola con elegancia mortal.

Clarisse rió por lo bajo, lanzándoles una mirada de advertencia, aunque ya no se molestaba en regañarlos.Sabia que aunque no podía escuchar a Salem Corvyn si lo hacía y por lo visto solo discutían.

—Vamos. Hoy recorreremos el bosque. Algo me dice que es hora de movernos.

El bosque estaba cubierto por una neblina suave, flotando entre dos mundos. Las hojas crujían bajo sus botas y la humedad acariciaba su rostro. Había algo vivo en el aire, algo que no estaba en el viento sino debajo de él. Clarisse caminaba con paso decidido, aunque sus pensamientos corrían más rápido que sus pies: necesitaba hacer algo más que saber hechizos y vivir en un bosque. Necesitaba entender por qué tenía todo este poder y para qué lo tenía.Osea ella es fuerte lo sabe ,Pero siempre los fuertes protegen a los débiles y ella solo tiene dos animales de compañía y una madre a la que tiene que pedir disculpas.

Y entonces lo vio. Un venado joven, con el flanco derecho desgarrado por algo que no había sido natural. Algo más grande que un lobo, más salvaje. Clarisse se arrodilló sin dudar y extendió las manos sobre la herida. Cerró los ojos.

—Dame fuerza, tierra madre.Sana lo que fue roto ,devuelve lo que aún late.

Una luz suave emanó de sus palmas y sus ojos cambiaron de color a un verde curativo.

El venado tembló, respiró y luego se levantó, alejándose lentamente.

—A veces me asustas —dijo Corvyn, posado en una rama baja.

—Yo misma me asusto —murmuró Clarisse, sin mirar a nadie, y continuó caminando en silencio,mientras a su paso el bosque parecía cobrar vida.

Salem la observaba desde las sombras, sin hablar, mientras sus pensamientos giraban como remolinos de invierno: “Ha cambiado. Ha pesar de estar sola tiene esa mirada que dice que ella puede con todo . Nunca la vi así.”

Corvyn rompió el silencio con la sutileza de una tormenta:

—¿Y si no vuelves?

Clarisse se detuvo.como sorprendida por esa pregunta.

—¿Qué?

—Digo… si sigues caminando así, con ese fuego en los ojos y la espalda tan recta… vas a llegar a algún sitio. Y ese sitio no va a estar aquí.

Ella lo pensó por un segundo y luego asintió:

—Creo que puede ser ,nos hace falta una aventura,está decidido. No volveré por un tiempo.

Necesito entender mi poder. Para qué lo tengo.

—Y para quién, quizás —añadió Corvyn con picardía.

Salem soltó un bufido desde el suelo, sacudiéndose una hoja del lomo.

—Qué romántico te pones cuando el desayuno fue bueno.

Clarisse sonrió sin responder. Se sentía decidida.

—Además… dicen que en las profundidades del bosque hay cosas. Hombres lobo, vampiros, caminantes sin alma —añadió Corvyn con tono lúgubre.

—Eso sí que da miedo —dijo ella, divertida, pero su mirada se volvió seria—. Quiero saber si es verdad. Quiero saber si puedo enfrentar lo que hay ahí afuera.

Corvyn la observaba desde arriba. Salem se acercó, rozando su pierna con la cola.

—Entonces emprendamos el viaje —dijo el cuervo, haciendo una reverencia exagerada.

—Voy a necesitar más capas —dijo Clarisse, girando—. Y algo de comida.No podemos irnos así por así ,además necesito hablar con mi madre no me quiero ir así .

—Y una promesa —murmuró Salem, apenas audible—. De que regresarás. Algún día.

Ella no lo escuchó, pero por un segundo se detuvo como si lo hubiera sentido. Luego siguió caminando hacia la casa para recoger lo necesario para el camino. Iban por el bosque, quizá encontraría más animales heridos, pensó. El bosque la envolvía, húmedo, vivo, expectante.

En lo más profundo del bosque, allí donde ni el sol se atreve a tocar el suelo y los caminos desaparecen como si fueran tragados por la tierra misma, habita una manada distinta. No son simples lobos. No son bestias salvajes sin conciencia. Son hombres lobo, herederos de la luna, guardianes del equilibrio entre lo salvaje y lo ancestral.

Y entre ellos, gobierna Logan. Su pelaje negro como la noche más cerrada refleja un linaje de nobleza salvaje.

Esa mirada feroz que tiene, temido por sus enemigos y amado a la misma vez por su manada.Mas de una loba desea ser la luna de aquel hombre tan guapo que el bosque oculta .

A pesar de eso hay algo en él… algo que inspira respeto, una fuerza silenciosa que se impone sin gritar.

Por eso, su manada lo sigue sin dudar.

Pero esta vez… ni su fuerza ha sido suficiente porque cuando pensaba que todo estaba bien la oscuridad llegó hasta ellos y solo un milagro podrá salvarlos de lo que se viene ¿Será que nuestra bruja que recién emprende su viaje llega a tiempo?