La Venganza De La Esposa Traicionada

Fernanda ya estaba enterada de lo que estaba aconteciendo con ese par de inmorales, y como estaba feliz por su triunfo, le propuso a su amiga irse a un bar muy conocido en la ciudad.

Uno exclusivo, dónde pueden tomar en paz.

La amiga en cuestión acepta ir, y ambas desde entonces se comenzaron a preparar para su salida nocturna.

Las dos se visten de lo más sexi, parecían diosas del Olimpo, y tenían pelucas y un buen maquillaje para que nadie les conociera.

Fernanda tomó su nuevo auto y junto a su amiga llegaron al lugar.

Cómo era de esperarse, ellas llamaron la atención de todos los hombres nada más poner un pie en el bar, que más que un bar, era un club, y Draco era el propietario.

Los hombres del lugar estaban emocionados por entablar conversación con las dos mujeres, quienes ajenas a la reacción de los hombres, se sentaron en una mesa privada y pidieron la mejor botella de vino del lugar.

Un mesero les atendió, y luego las dejó solas, y ambas comenzaron a tomar y a reír de todo y de nada.

Algunos hombres trataron de acercarse a ligar con ellas, pero con indiferencia fueron rechazados por ambas mujeres.

Pero había un hombre de allí que no se resignaba al rechazo de unas de las chicas.

Él desde que ambas entraron al lugar le echó el ojo a Fernanda, quien sin piedad lo rechazó.

Él andaba con algunos amigos y estaba dispuesto a llevarse a la cama a dicha mujer, a si tenga que llevarla a la fuerza.

Su nombre era Nathan Parker, era hijo de un socio comercial de la familia Ayala y de Draco Scott.

Sus intenciones eran claras, y como tal se levantó de su asiento con sus seguidores, los cuales eran como unos 5, todos acostados a no recibir un no por respuesta.

—Me gustaría invitarlas a un trago, mis amigos y yo estamos aburridos en este lugar, y necesitamos diversión— dice él con arrogancia.

Fernanda al ver al tipo por segunda vez, se fastidió y más aún porque ya llevaba varios tragos de vino en su sistema.

—Escucha idiota de quinta, si quieres divertirte, busca un payaso. Será mejor que te vayas a tu lugar y me dejes en paz, ya te he rechazado y no quiero romperte la cara— dice ella y su amiga también coopera.

—Cerdo infame, ya escuchaste a mi amiga, largo de aquí— gritó ella y el hombre se sintió ofendido.

— No quería llegar a esos extremos, pero ustedes me obligaron — grita él y le ordena a sus amigas sujetar a las dos mujeres.

Pero en cuanto tocaron a Fernanda, sintieron una electricidad que los mandó a volar lejos, sus manos tenían quemaduras, y sus cabellos estaban disparados para arriba.

Nathan Parker y sus compañeros tenían armas de fuego bajo su procesión, y la sacaron con la intención de matar a ese par de arrogantes amigas.

No tardó en escucharse disparos por todas partes, pero una barrera de electricidad impidió que las chicas sufrieran daño.

Cuando los idiotas se quedaron sin balas, Fernanda salió hecha una furia de la barrera y con una valentía que solo ella tenía en esos momentos, formó sus delicadas manos en puños y arremetió con todo encima de los idiotas.

Los idiotas sufrieron una paliza a manos de Fernanda y aunque eran más grandes que ella, no fueron rivales.

La mujer parecía un demonio del Inframundo, y los hombres hasta internaron huir del lugar, cuando de pronto aparece una figura que los puso a todos a temblar.

a Fernanda se le había caído la peluca y el maquillaje estaba casi corrido en su totalidad. Ella con una servilleta limpia su cara enojada, para luego seguir con su pelea, antes muerta que sencilla.

—¿Se puede saber qué carajo está pasando aquí?— gritó Draco quien se encontraba ese día en el lugar, trabajando en algunas pendientes. Él aún no había visto a Fernanda y salió de su oficina solo por los disparos.

Unos de los guardias del lugar le informan lo que pasó, y el guardia recibió de Draco una patada que los mandó a volar a una mesa.

Nadie entendía lo que estaba pasando, pero Draco lo gritó con ira.

—Yo espero que su padre el señor Parker esté preparado para las consecuencias de ofender a dos de sus mejores socios comerciales, la señorita aquí es Fernanda Ayala, y por lo visto no está nada feliz — gritó Draco y vas hasta Fernanda y trata de calmarla, ella aunque estaba tomada, bueno un poco, pero lo suficiente para no saber ni a qué hora estaba.

La voz de Draco no la olvida y por eso se aferra a él como un pequeño koala bebé.

Draco quería reírse de la situación, pero no podía, no vaya a ser la mujer se ponga otra vez como un demonio y le dé una paliza a él también.

Por qué claro, él sabe artes marciales, pero no la usará en su tierna y sexi demonio.

No tiene corazón para hacerle daño.

Rebeca al ver el hombre que abraza a su amiga y más aún ver qué ella se deja abrazar con demasiada confianza, supo que esa persona era su amante Draco Scott y como tal pensó que ella estaba a salvo.

Ella sin mucho problema se fue a un sofá que había ahí y se acostó y en seguida se durmió como un tronco. Rebeca se duerme hasta encima de una aguja cuando tiene sueño.

Felipe estaba ahí, y al ver a la mujer caer dormida como un muerto, fue hasta ella y la tomó en brazos y con un movimiento de cabeza, pidió permiso para salir de allí.

Draco sale después que su asistente con Fernanda en brazos y ordena a los guardias de seguridad llevar a ese joven a la comisaría con los vídeos de seguridad, claro, un poco editados, dónde solo se vea como un hombre quiere aprovecharse de una mujer borracha.

Además de que Draco le ordenó a los guardias darle alcohol esos niños mimados hasta que estén bien borrachos.

Sin más, él sale de allí con Fernanda en brazos, quien maldecía entre dientes, de seguro ha de estar soñando con esos sujetos a los que casi manda al más allá.

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*Nota

Es todos por hoy, nos vemos mañana con más, el final está casi listo