Mi Tío Kostas

Mientras que Kostas y Porthos se debatían en qué debían hacer, los demás miembros del equipo se habían apostado en sitios estratégicos, neutralizando a dos personas que se encontraban aún dentro del edificio y hacían parte del personal de los Vespa.

No podían alertar a los dos hermanos de que estaban rescatando a Athina, pues ellos tenían aún en su poder a Constantin y podían tomar represalias con él.

Maldicen el momento en que la situación se les salió de las manos. Athanasiau no debió haber salido herido.

—Tranquilo, no le haga daño. Ya vamos a dejar las armas —le dice Kostas, al tipo que le apuntaba a Athina en la cabeza, mientras ella lloraba desconsolada.

—Papá, no te mueras, resiste. Andreas nos necesita —Athina solo miraba cómo su papá estaba en el suelo inconsciente. Temía que muriera, y la angustia se apoderara de ella. Rogaba a Dios que esto fuera una pesadilla. Y Kostas asumia que el tal Andreas es el niño con el que Athanasiau había hablado.

Mientras Porthos y Kostas dejaban las armas en el suelo, un francotirador del equipo de rescate se había ubicado en el techo de una de las casas vecinas y apuntó directamente a la cabeza del hombre que tenía a Athina.

Fue cuestión de segundos en que el hombre se desconcentró viendo cómo se despojaban de sus armas dejándolas en el suelo, y al momento en que Porthos y Kostas levantaron las manos en señal de que estaban ya desarmados, un disparo certero le dio en la cabeza.

Un miembro del equipo que esperaba agazapado detrás del hombre le quitó de un manotazo el arma que apuntaba a la sien de Athina, pues el dedo en el gatillo que tenía el maleante podía moverse con el impacto del disparo que recibió en la cabeza y herir a Athina.

Athina, que antes lloraba desconsolada viendo a su padre herido, se desmayó creyendo ser asesinada, al sentir el impacto de la bala del francotirador. Fue rápidamente atrapada por Kostas, para que no se lastimara y la cubrió con su cuerpo para salir con ella corriendo del lugar.

—Muñeca, ya todo pasó. Ya pasó, despierta. —Le decía Kostas angustiado.

Porthos y sus hombres subieron a una de las camionetas a Athanasiau, detectaron pulso débil y salieron con él rápidamente. Mientras que Kostas salió con otro de los hombres y se dirigieron en caravana al hospital más cercano.

Athina no despertaba, pero a Kostas lo tranquilizaba saber que solo era un desmayo por la impresión de lo vivido, y pronto despertaría. El que le preocupa es Athanasiau; esperaba que su herida no fuera de gravedad y se salve.

Mientras ellos llegan al hospital, Porthos le avisa a Aramis que ya rescataron a Athina. El equipo que está con Constantin activa su propio plan B, consistente en sacar a Constantin del sitio, no sin antes hacer ingresar a dos investigadores de la policía que fueron alertados del delito que estaban cometiendo los hermanos Vespa en contra de su sobrino Constantin y su familia.

—Señor Constantin, retiremonos, la diligencia se suspende —le dice el abogado a Constantin.

Constantin sabe que esa es la señal de que Athina está a salvo.

—Sí, abogado, vámonos. La diligencia se suspende. —Fabián Vespa se pone en guardia, y el callado Fabio trata de impedir la salida de su sobrino. Este inmediatamente es protegido por Aramis, que esperaba pacientemente afuera de la oficina del notario.

—Constantin, ¿qué haces? Recuerda que en cualquier momento podemos activar el plan B. —Fabián amenazaba de nuevo y Constantin le sonríe.

—¿Y según tú, cuál es el plan B? —Constantin debía hacerlo hablar.

—Sabes que tenemos a Athina; ya la hemos cambiado de lugar hacia un lote baldío. Allí ya está lista la fosa donde tu mujer va a quedar enterrada por tu terquedad —Fabián confirmó cuál era el famoso plan B.

—Malditos, se van a arrepentir de lo que han hecho. —Constantin sale del lugar, escoltado por Aramis y su abogado.

—Abogado Ritz, ya sabe qué hacer. —Fabián le ordena a su abogado que llame a su esposa.

El abogado iba a hacer la llamada, cuando entraron dos hombres a la oficina que se estaban haciendo pasar por trabajadores y se acercaron a los tres hombres mostrando sus placas de la policía de Londres.

—¡Policía de Londres! Fabián y Fabio Vespa, Nals Ritz, están arrestados por los delitos de coacción, amenaza, privación de la libertad y atentado contra la integridad de una persona. Tienen derecho a permanecer en silencio. Tienen derecho a un abogado y, si no puede pagarlo, se le asignará uno. Si renuncia a estos derechos y habla para nosotros, todo lo que diga puede ser usado en su contra en los tribunales. —Los tres hombres estaban en shock, estaban siendo arrestados. ¿En qué momento todo se les salió de control?

Fueron sacados esposados del sitio, y Constantin luego de dar su declaración junto al abogado, se dirigió al hospital donde le informaron que estaban Athanasiau y Athina.

Al llegar al sitio, su tío Kostas lo estaba esperando en la sala de espera.

—Tío, ya todo terminó. —Ambos se abrazaron; es un capítulo que Constantin quiere olvidar—La empresa quedará en manos de la beneficencia londinense. Fitzgerald, el abogado que estuvo conmigo en este proceso, la va a administrar por mí. Yo ya no quiero saber nada de la familia Vespa. Y, ¿como están Athina y Athanasiau?

—Athina está en una habitación; por la fuerte impresión sufrió una descompensación y aun más al ver a su padre herido. Fue necesario estabilizarla para que se compense y Athanasiau está en cirugía para retirarle la bala que se alojó cerca de la columna vertebral —Kostas le informó lo que sabia.

—Me siento tan culpable. Athanasiau y Athina están aquí por mis tíos y esa maldita herencia. Si desde un principio no la hubiera aceptado, a Athina no la habrían secuestrado. Pobre mi hermanita. —Al Constantin decir esto, una calma incomprensible llenó a Kostas.

—¿La quieres mucho? —Tenía que sacarse esta espina y aclarar sus dudas.

—Mucho, tío. Athina es una gran mujer y me da mucha rabia que, por el cariño que le tengo, la hayan maltratado confundiendola con mi esposa. Hay que investigar quién fue el idiota que le dio esa información a los Vespa; un soplón les tenía al tanto de los movimientos de Athina. —Kostas asiente; está de acuerdo con lo que quiere Constantin.

—Yo me encargaré de que los hermanos Vespa jamás salgan de la cárcel y de que no vayan a tomar represalias en tu contra. Tu mamá jamás me perdonará que a ti te pase algo; yo le prometí siempre cuidar de ti. —Kostas es la figura paterna que siempre ha tenido Constantin.

—¿Mamá sabe de lo que pasó? —Constantin se preocupa por la reacción que ella pueda tener.

—No, ella cree que Athanasiau viajó conmigo para cerrar un negocio. Pero en el estado en que está Athanasiau, es mejor que ella lo sepa y viaje para estar con él. En cuanto se estabilice, lo trasladaremos a Atenas. —Constantin asiente y saca su celular.

—La voy a llamar y también a mi novia; debe estar preocupada por Athina.